Paysandú, Jueves 02 de Junio de 2011
Locales | 27 May Alimentar las ilusiones, intentando mantener vivos los sueños de los más pequeños, es el desafío que los maestros rurales asumen al momento de forjar a los hombres y mujeres del mañana en el interior profundo del departamento.
En este contexto, las escuelas del Interior se convierten en generadoras de actividades que muchas veces escapan a lo estrictamente curricular. Este es el caso de la Escuela 64 de pueblo Soto, a la que concurren 45 niños procedentes del complejo Mevir y del casco viejo del centro poblado.
Desde sus orígenes, esta localidad ha hecho un enorme esfuerzo por mantener en pie las esperanzas en un mejor futuro. Según se desprende del relato de la maestra directora de la Escuela 64, Zully Gallardo, “se trata de una comunidad de contexto social bajo y con diferentes problemas. Hay muchas familias que no son estables y que enfrentan dificultades. El año pasado pudimos constatar una fuerte presencia de jefas de hogar, producto de la separación de matrimonios y parejas. Como maestras, nuestros desafíos son enormes. Tenemos como meta permanente que el niño sea un ser integral y que sepa desempeñarse el día de mañana en todos los ámbitos. Un verdadero ser psicosocial, preparado para enfrentar diferentes realidades en forma autónoma. Yo hago mucho énfasis en que puedan tener la capacidad de poder discernir entre lo bueno y lo malo, y cuando ya no se encuentre al lado del maestro o de otra persona mayor o cerca de un adulto, se sienta libre, que sepa que tiene que decidir frente a la vida solo. Para lograr eso tenemos que trabajar mucho, definitivamente es una de las cosas más importantes, al menos eso creo”.
La Escuela cuenta con niños que, por diversas circunstancias, debieron permanecer tiempo adicional en la institución. “En general hay niños que tienen que pasar un par de años en el mismo grado para poder superarse. Por ejemplo tenemos tres adolescentes de 14 años que están cursando sexto”, explicó la docente. En cuanto al acceso a Internet, la docente dijo que, a través de este recurso, “tenemos posibilidad de conseguir más información y resulta más fácil y más pronto. Se gana en inmediatez. Pero también hay que tener en cuenta que el niño cuando encuentra cierta información le da una mirada rápida y hay que luchar para que se detenga a leer. Además no está todavía preparado para decidir --dentro de tanta información-- qué dato es válido y cuál no lo es”.
Respecto a si estas nuevas herramientas pueden resultar nocivas, la maestra consideró que “Internet, bien usada, está claro que sirve. Los incentiva y por ende los beneficia, pero en todos los casos hay que dedicar mucho tiempo para que el niño sepa decidir qué material es aplicable y cuál no lo es. Hay que tener presente que se trata de un universo nuevo para la mayoría de ellos y más para estos lugares”.
Este centro escolar cuenta con dos maestras y dicta desde Inicial (4 años) a sexto año. Sobre la capacidad locativa del edificio, Gallardo agregó que “las aulas se ven desbordadas y han quedado chicas. No menor es el tema vinculado al aprendizaje, ya que hay mucho problema con los espacios, porque al niño de 4 años no se le está dando el tiempo pedagógico adecuado por tener que compartir en simultáneo los espacios con las demás clases. Además, el docente no es especializado y se torna ciertamente complejo. Por ese motivo siempre nos estamos cuestionando con otras maestras si en las escuelas rurales realmente sirve mantener al niño de 4 años durante cinco horas, sabiendo que nos falta el espacio y el material pedagógico o didáctico acorde a su edad”.
La Escuela 64 es uno de los pocos centros educativos rurales que ha mantenido la matrícula. “Hasta en algunos casos ha aumentado, sabiendo que esto no sucede en escuelas que han quedado apenas con cuatro alumnos”, concluyó la directora.
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