Paysandú, Viernes 03 de Junio de 2011
Opinion | 01 Jun Progreso. El impulso del ser humano, sin dudas. Ahora bien, ¿toda acción innovadora debe considerarse progreso? ¿O el verdadero progreso reside en su concordancia con la subjetividad humana?
Uruguay tiene un bien ganado prestigio como País Natural. Nuestra costa esteña se ha convertido en un atractivo mundial para quienes aprecian disfrutar de la naturaleza y de una comunidad que ha sabido plantear un futuro en armonía con ella.
En esa zona se encuentra la Reserva de Biosfera Bañados del Este, cuyo objetivo es evitar el fraccionamiento del hábitat y asegurar la conservación de la diversidad biológica.
Pero un nuevo proyecto, un emprendimiento que propicia la construcción de un puente para cruzar la laguna Garzón, límite entre los departamentos de Maldonado y Rocha, sitio de especial sensibilidad ecológica, causa discusión y rechazo entre los habitantes de la zona. Afirman que traerá aparejado un impacto en un ecosistema reconocido por su vulnerabilidad: allí se albergan varias especies endémicas, amenazadas a escala global y nacional, así como especies carismáticas con alto valor para el avistamiento por el turismo de naturaleza que estarán expuestas a un mayor impacto.
El proyecto no es nuevo, pues lleva en discusión casi medio siglo, pero ha sido sistemáticamente rechazado por especialistas que estudiaron las características del área, quienes recomendaron fortalecer las otras vías alternativas disponibles conservando este sistema de “conexión blanda”, es decir mediante una balsa, el sistema actualmente en uso. Esta posición ha sido mantenida por la propia autoridad ambiental del Uruguay, la Dinama, que tradicionalmente ha hecho valer la visión de un desarrollo en equilibrio con la naturaleza.
La visión actual no es --o no debería ser— la de medio siglo atrás. Los lugares naturales y sus límites, lejos de ser un estorbo, representan una herramienta de desarrollo. Su aprovechamiento debe implicar la creación de incentivos inteligentes para que los emprendimientos que allí se desarrollen fortalezcan o sean parte del sistema de conservación del área donde se encuentran, y no elementos de su deterioro.
Un puente puede ser un elemento de progreso. Pero no es indefectiblemente. Hay que considerar el entorno en que se lo construirá y cómo eso afectará al hábitat existente. Y también la pérdida de valor de un paisaje o de la experiencia de cruzar en balsas, casi extinguidas. Son hechos que no deben ignorarse y por el contrario deben hacer reflexionar. Especialmente ahora, ante la inminencia de la audiencia pública para tratar el tema.
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