Paysandú, Domingo 05 de Junio de 2011
Opinion | 01 Jun En una encuesta en la que se consultó a unos mil jóvenes de Montevideo, y que fue dada a conocer ante la Comisión Especial sobre Adicciones de la Cámara de Diputados, uno de los aspectos más reveladores del estudio señala que el consumo de marihuana está asociado a un bajo rendimiento educativo, lo que es un aspecto particularmente delicado a tener en cuenta cuando está en carpeta un proyecto de los diputados oficialistas –no todos están de acuerdo-- en legalizar el cultivo de marihuana para uso propio.
Fernando Salas, magister en Sociología, Ciencias Políticas y Sociedad de la Información y docente de la Universidad de Montevideo, advirtió en el Parlamento que la legalización del autocultivo de marihuana incrementará el consumo y podría convertir a Uruguay en “un país productor”.
Salas fue convocado este mes ante la citada Comisión Especial, donde presentó las conclusiones de una investigación realizada en la zona oeste de Montevideo a fines de 2010 sobre el consumo de drogas entre los adolescentes. El estudio, galardonado con el Premio Nacional de Medicina, recogió las respuestas de mil jóvenes que asisten a centros de enseñanza de esa zona y concluyó que el consumo está vinculado al fracaso educativo.
El profesional relató en el Parlamento que se interrogó a los adolescentes sobre cuántos días habían faltado al liceo en la semana anterior. Entre los que respondieron que faltaron dos días o más, “el 58% es consumidor habitual, mientras que el 15% no lo hace habitualmente”. Otra pregunta que se planteó fue hasta qué grado pensaban estudiar. En ese sentido, dijo que “si se toman en conjunto solamente a aquellos que dijeron que van a completar bachillerato, UTU o Universidad, tenemos que el 47% corresponde a los chicos que no consumen, frente a un 7% de los que sí lo hacen”, de acuerdo a la información que proporciona el matutino capitalino.
Por otro lado de la investigación surgió relación entre el consumo de marihuana y la actitud hacia conductas delictivas, encontrándose según Salas que “hay una visión clara de que los únicos que pueden ascender socialmente son los que roban o trafican”. Otra pregunta que se planteó fue “cuántas veces en los últimos tres meses le habían robado dinero a sus padres”.
Entre los que respondieron que por lo menos una vez al mes lo hacen, la proporción de consumidores es seis veces mayor a la de no consumidores. En cuanto a la interrogante “cuántas veces en los últimos tres meses se llevó algo sin pagar de una tienda o negocio”, los porcentajes son similares.
Salas sostuvo que el estudio realizado junto a sus colegas demostró una asociación entre el consumo de marihuana y el de otras sustancias. Entre los que respondieron que lo hacían una o dos veces por semana o casi todos los días, el 8% no consume habitualmente marihuana, frente a un 79% que consume, concluyó.
Estos elementos seguramente serán tomados como insumos para el trabajo del tema en diputados, ante el proyecto tendiente a despenalizar el autocultivo de marihuana. La bancada de gobierno en el Parlamento articula con blancos, colorados e independientes la elaboración de un proyecto único para despenalizar el autocultivo de marihuana, y el proyecto que hasta el momento reúne más adhesiones, que pertenece al diputado Sebastián Sabini (MPP), propone habilitar a los mayores de edad a tener en sus casas hasta ocho plantas de cannabis.
No pueden constituir una sorpresa los datos de esta encuesta que asocian el uso de marihuana a problemática sociales como las mencionadas, desde que hay una interrelación que tiene orígenes culturales, cuando es notorio que quienes utilizan regularmente estas drogas “blandas” presentan de por sí una predisposición a sustraerse mentalmente al mundo que los rodea, y esta evasión es factor realimentador y/o síntoma de una distorsión de valores que se manifiesta en una diversidad de áreas.
El sistema político, se enfrasca ahora en la discusión de un proyecto que quiérase o no lleva implícito el mensaje de que es válido y natural el uso de drogas, haciendo ver que la vida puede tomarse “en solfa” porque todo da lo mismo: el estudio, el trabajo, la responsabilidad ante un hogar y ante la sociedad, que en la visión del adicto son elementos secundarios propios de un mundo hostil, al que es preciso enfrentar en estado de delirio antes que tener la voluntad de afrontar el desafío de progresar en base al esfuerzo propio.
Y eso es lo que se está fomentando por esta vía, que es como hacerse trampas al solitario, lo que va más o menos en la línea de las autoridades de la enseñanza que consideran que es positivo bajar las exigencias para que más estudiantes pasen de grado, como si este fuera el objetivo y no capacitarse para el trabajo y la vida.
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