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Paysandú, Jueves 09 de Junio de 2011

Columnista de
EL TELEGRAFO desde 2003

Abogados de Iberoamérica premiaron al Dr. Rodolfo Canabal

Locales | 05 Jun El Dr. Rodolfo Canabal fue distinguido a nivel internacional con el Premio de la Unión Iberoamericana de Colegios de Abogados (UIBA) “a una trayectoria de vida al servicio del Derecho”, galardón que fue entregado en Madrid al clausurarse la jornada conmemorativa del Bicentenario “Cuando las Cortes de Cádiz”. El premio, instituido en 1999 premió a otros destacados juristas y abogados de Iberoamérica, entre ellos el paraguayo Oscar Paciello, el brasileño Evandro Lins e Silva, el peruano Vicente Ugarte del Pino, el boliviano Reynaldo Peters y el argentino Enrique Pedro Basla.
Canabal, de 91 años, fue elegido por un jurado de la UIBA tras analizarse detenidamente los expedientes de los siete candidatos propuestos por diversos colegios de abogados. “Tras un amplio cambio de impresiones, reconociendo los méritos de cada uno de los juristas propuestos, a verdad sabida y buena fe guardada, resolvió asignarlo al destacado abogado Dr. Rodolfo Canabal, propuesto por el Colegio de Abogados del Uruguay, en atención a sus relevantes méritos como jurista en su larga trayectoria profesional de más de seis décadas”. La UIBA, con sede permanente de su Secretaría en Madrid, está integrada por la representación de cerca de 250 Colegios de Abogados de Iberoamérica y reúne a casi un millón de abogados de los dos continentes.
Canabal -quien desde octubre de 2003 es destacado columnista de EL TELEGRAFO- presidió desde 1981 a 1985 el Colegio de Abogados del Uruguay y trabajó en numerosas comisiones y grupos de defensa de los derechos humanos. En 1983 integró la Comisión de Derechos Humanos, conjuntamente con Horacio Terra Gallinal, Luis Hierro Gambardella, Adela Reta, Manuel Flores Mora, Eduardo Jaurena, Francisco Ottonelli y Alberto Zumarán; la misma denunció múltiples abusos a los derechos humanos en la dictadura cívico militar.
También integró el Tribunal de Honor instituido por la Federación Médica del Interior para entender en las cuestiones ético-médicas relativas al caso de la muerte del Dr. Vladimir Roslik en 1984.
Fue además abogado del desaparecido líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate cuando fue encarcelado por la dictadura, y defensor de la posición del No ante el plebiscito de reforma constitucional del 30 de noviembre de 1980.
Asimismo fue presidente de la Agrupación Universitaria, en el marco de la actividad gremial desarrollada desde 1962, y tras el cese en la presidencia del Colegio de Abogados sigue integrando actualmente comisiones de trabajo de la entidad, incluyendo el Tribunal de Honor del colegio y comisión de colegiación de la Agrupación Universitaria.
“Es para mÍ un
gran honor”
“Es para mí, también para el Colegio de Abogados del Uruguay, gran honor que la Unión Iberoamericana de Colegios y Agrupaciones de Abogados me haya conferido” el premio UIBA 2010, “honor que, en verdad, y lo expreso con profunda sinceridad, mucho me ha emocionado, y que agradezco con similar sinceridad”, expresó Canabal en su discurso de agradecimiento, en Madrid.
“Por encima de los sentimientos y personalísimos que tal premio ha generado”, agregó, “corresponde como cuestión liminar, señalar el acierto, y trascendencia, que derivan de que UIBA haya considerado pertinente crear un premio como el precitado, referido a la forma en que se encaró el ejercicio de la profesión, se respetó el orden jurídico y democrático, se buscó el amparo de los derechos humanos, se ajustó a la ética, se actuó con independencia, se pugnó por la paz y por la libertad, a lo cual se debe agregar haber controvertido con altura y con respeto al contenedor, sin por ello dejar de actuar con firmeza y convicción, porque todo ello, en sustancia, es lo que se debe tener presente, respetar y defender, cuando se ejerce la abogacía”.
“No solo porque prestigia a quien la ejerce, sino porque le aporta eficacia, totalmente al margen de la importancia, o trascendencia, meramente material, de los asuntos que en dicho ejercicio se defiendan”.
Recordó también el legado de su padre, quien debió “afrontar el destierro, la pérdida de cargos docentes, y la imposibilidad de ejercer la profesión, con las dificultades económicas que de ello derivan, sólo por luchar contra un régimen dictatorial, que afectó al país entre 1933 y 1938”. Ese legado le permitió años después “afrontar con firmeza la pugna por la legalidad, y asumir, en tan difíciles circunstancias, la defensa en casos de procesos penales solo fundados en la persecución política cuando, en mi país, cayeron de nuevo el derecho y las instituciones, durante el lapso 1973-1985”.
De su padre, “siendo todavía adolescente”, recibió “directivas muy claras y precisas acerca de que, por encima de todo, se debía considerar fundamental respetar y defender el derecho, el orden jurídico, comprendida la institucionalidad democrática, y con parecida trascendencia actuar con independencia, personal y técnica, para abordar las cuestiones e intereses que entran en todo lo que comprende el ejercicio profesional”.
En Madrid, Canabal subrayó en la misma línea de pensamiento que “de tal fuente recibí un concepto que marca la precisión de tal enseñanza: el que indica que, en asuntos de índole penal, y al margen de su gravedad, ‘defender no es justificar’, sino, en sustancia, efectuar el control de la legalidad, de su justa aplicación al caso concreto, algo muy preciso que fue incorporado al Código de Ética de la Abogacía Uruguaya”.
Recordó también a algunos de sus profesores en la Facultad de Derecho, como Eduardo J. Couture y Piero Calamandrei y finalizó subrayando “la gravitación que en toda mi ejecutoria significó el apoyo invalorable recibido de mi señora y de mis hijos”.


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