Paysandú, Viernes 10 de Junio de 2011

OPINIONES

SOLICITADA

Locales | 08 Jun ¿Estamos todos
de acuerdo?
Quienes como sanduceros recorremos semana a semana nuestra costa, disfrutamos el encuentro con esos afectos que hacen a las pequeñas cosas de la vida: la rueda de mate que junta a las generaciones, nuestro río, nuestro paisaje... en definitiva, todo aquello que construye nuestra identidad. Los que así vivimos y sentimos nuestra costa en estos días vemos con dolor cómo se desconoce nuestro patrimonio vivo, nuestros árboles son talados como si formaran parte del imaginario colectivo del ser sanducero.
Como fuera publicado en EL TELEGRAFO el domingo 5 de junio en su portada, nuestra comuna se encuentra abocada a modificar en aras del progreso, parte de nuestro patrimonio urbanístico. En ese sentido, según autoridades de la Intendencia se está procediendo a tareas de limpieza de nuestro teatro de verano.
Nos preguntamos entonces como sanduceros: esos árboles que abrigaron varias de nuestras generaciones, ¿son malezas? ¿Es basura? Al menos eso entendemos cuando hablamos de limpiar nuestra casa. En este caso queremos suponer que nuestras autoridades no acertaron al elegir el término para referirse al corte de los árboles vinculados a nuestro teatro de verano.
Estos fueron plantados en la década del ‘40 del siglo pasado, en el marco de un proyecto urbanístico concebido por el arquitecto Oscar Garrasino. El mismo articula de forma integral la obra compuesta por hormigón, piedra, cemento y la parte viva que nos legaron a las generaciones futuras. Esa media luna de añosos eucaliptos y tipas forma parte de ese legado patrimonial que fuera reconocido por la sociedad de arquitectos del Uruguay, según consta en una placa situada en el muro del propio teatro.
Quienes hoy en el Día Mundial del Medio Ambiente expresamos nuestro estupor por el mensaje que se transmite con esta acción, queremos pensar que estas acciones son promovidas por quienes entienden que hacen un aporte para mejorar nuestra rambla. Es por eso que nos llama la atención que en la publicación mencionada hagan referencia a que después de esta tarea de limpieza, se convocará a sanduceros a opinar y aportar sobre cómo entendemos deberían ser estos cambios.
¿Qué lugar tendrá la opinión de aquellos que reconocemos en la existencia de esos árboles como referentes patrimoniales? Es que cualquier intervención urbanística debe revelar lo que hay en el lugar a intervenir (el existente) y proponer en función de eso modificaciones determinando qué parte de ese existente es prescindible y cuál no; de forma tal que aquellos elementos que por sus características de irremplazables, ya sea por su valor patrimonial o por su característica de elemento vivo con 70 años de edad, sean respetados.
Una intervención urbanística seria es aquella que sigue determinados protocolos que impiden desvirtuar y/o destruir algo que por sus características, le sirven a una sociedad para identificarse a sí misma y con sus espacios. Es por ello que nos llama la atención que primero se decida modificar de forma irreversible un espacio, para después convocar a la ciudadanía. Es justamente en nuestro carácter de ciudadanos comprometidos con nuestro entorno que apelamos a sensibilizar al Sr. intendente Bertil Bentos y le solicitamos decrete una moratoria a estas tareas de limpieza, que no se tale otro árbol en tanto no se convoque a esa audiencia pública y en su defecto, si esta no se convocare, evalúe la posibilidad de integrar esos septuagenarios árboles a los proyectos urbanísticos de la comuna. Javier Dalmás - C.I. 3.609917-2 Giuliana Dalla Valle- C.I. 4.330148-1

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En defensa del
Teatro de Verano,
obra de valor patrimonial
En la edición del domingo se publicaron declaraciones del director de Turismo de la Intendencia, que con el mayor respeto hacia el Sr. Marcelo Tortorella, entiendo que en lugar de asumir el error cometido y pedir disculpas, pretende justificar lo injustificable y todavía aporta más dudas de lo que se pretende hacer con el Teatro de Verano del Balneario Municipal.
No puedo quedar omiso en aportar mi opinión, en tanto por formación profesional y por vocación, desde hace muchos años vengo trabajando en aras de la recuperación de nuestro rico patrimonio y bregando por una cultura de la preservación, que con los años hemos ido perdiendo. La primera reflexión es que si se trata de “una solución atípica” --como dice el director en cuanto al árbol talado-- aún es mas “atípica” su gestión de comenzar un proyecto de atrás para adelante.
Pues de la nota surge que solo hay una intención, una idea, una propuesta, incluida en el presupuesto quinquenal, de remodelar una obra, que es un bien cultural y patrimonial, que forma parte de la identidad, de las tradiciones, de los hábitos y costumbres, etc. de todos los sanduceros.
Por lo que se deduce, no hay un anteproyecto y menos un proyecto ejecutivo. Si lo hubiera, la obligación de las secciones de la Intendencia implicadas (Planeamiento Urbano, Obras, Espacios Públicos, Plan de la Costa, etcétera) sería mostrarlo a la ciudadanía y pasarlo por la Comisión Departamental de Patrimonio recientemente creada y en funcionamiento, para que ésta haga sugerencias, modificaciones, rechazarlo o aprobarlo.
¿Cómo es que no se adoptó el mismo criterio que se exige para una obra privada o sea someter el proyecto a la Comisión de Patrimonio, que el propio Gobierno Departamental constituyó, en una resolución acertada y que apoyamos plenamente? ¿No debe acaso la Intendencia dar el ejemplo en esta materia?
Agregamos que por primera vez el año pasado se nombró una Dirección de Patrimonio, ampliando los cometidos de la existente de Museos, recayendo la designación en una persona competente, con sólida formación y que desde hace años viene trabajando y batallando por los mismos criterios de difusión y preservación que propugnamos. Nos referimos a la Prof. María Julia Burgueño. El primer paso entonces es respetar a la Comisión Departamental de Patrimonio antes de  comenzar cualquier tipo de obra reconocida por la comunidad y por los decretos municipales como de valor patrimonial. Además, el Balneario Municipal en su conjunto, responde a una época, la década del 40, que es el inicio de un proceso que llevó a Paysandú a su florecimiento, en lo industrial y productivo, pero también en cuanto a las manifestaciones del arte, la cultura y la arquitectura.
El director no hace ninguna referencia al significado de la obra desde el punto de vista urbanístico y arquitectónico, ni de su autor, el Arq. Oscar Garrasino, notable aporte de aquellos tiempos, reconocida no solo en nuestro medio sino también en publicaciones especializadas. No nos oponemos a intervenciones, ya sean reformas o incorporaciones, que respondan a necesidades actuales de nuestras comunidades, y donde convivan el pasado con soluciones, estructuras y formas del presente.
Pero en esos casos hay que tener muy presente que se trata de una tarea delicada, como una operación de cirujía altamente especializada, que hay que dejar en manos de quienes han estudiado y se han preparado para ello, o sea en este caso los profesionales arquitectos. Hoy día incluso, a nivel universitario, se han creado cursos de posgrado en preservación patrimonial. Extendemos este concepto a todo lo que se haga en el territorio y en la ciudad.
En esta “solución atípica”, según palabras del director, se ha comenzado de atrás para adelante, dado que se comenzó por la “remoción de un añejo árbol, que lleva décadas al fondo del escenario”. Justamente, tomando sus palabras y por esta razón, es que hay que respetar y ser sumamente cuidadosos con estos verdaderos monumentos vegetales, de los cuales tenemos varios ejemplos en la ciudad, ya sean las “tipas” de la Plaza Acuña, las especies del Monumento a Perpetuidad y tantos otros, que sufrimos y lamentamos cuando se nos cae un ejemplar por viejo, o por perturbaciones atmosféricas. Ni que decir cuando son presa del vandalismo, como está pasando con los que heredamos de la flora autóctona del río Uruguay, junto a la Costanera Norte. Los eucaliptos del Teatro de Verano fueron plantados al ejecutarse el proyecto de Garrasino, inaugurado en 1941, y son parte indisoluble del mismo. Por algo el autor en su diseño original, de vanguardia para la época, los ubicó ahí. Tendría que haber justificativos de muchísimo peso para talarlos en función de un nuevo proyecto que desconocemos. Por nuestra información se talaron cerca de 10 ejemplares del mismo sitio. Y todavía se hizo --con perdón de la expresión-- “a lo bestia”, como decimos comúnmente. Pues hoy día existen herramientas adecuadas para mover piezas de gran porte y peso, como son las grúas móviles, y también mano de obra capacitada. Con métodos más artesanales, se pueden emplear elevadores para trabajar en altura, ir trozando en partes y si es necesario orientar la caída del tronco principal, buscando un espacio sin afectar el entorno, a través de cuerdas y de cortes adecuados.
¿Había necesidad de golpear y afectar el muro, un componente de gran belleza dentro del conjunto, concebido en piedra y ladrillo, muy bien trabajado y logrado, con sus jardineras y agapantos? ¿Había necesidad de hacer saltar en pedazos la plaqueta de la Sociedad de Arquitectos, con la cual mis colegas distinguen anualmente una obra arquitectónica y a su autor, para que la sociedad las tenga siempre presentes?
Todo da la sensación de improvisación y sin argumentos razonables como para convencer. No se puede concebir que cada director considere obras en la ciudad, desde el lugar en que le toca ver y actuar, sin comprender que se trata de un todo, y que se debe recurrir a la coordinación y asistencia de técnicos de diversas disciplinas, con experiencia y preparación.
Para tranquilizarnos, ante la indignación que nos ha causado esta situación y que nos han expresado muchos ciudadanos, se anuncia que es intención “integrar en los próximos días una comisión con representantes de la Intendencia y con referentes de nuestra comunidad, que puedan aportar nuevas ideas a esta obra, porque sin dudas necesitamos del aporte de todos para que este teatro, que lleva por nombre el de un gran compositor sanducero, pueda recuperarse y sea otro faro de entretenimiento y cultura en nuestra ciudad”. Es lo que se debería haber hecho desde un principio antes de tocar nada.
Y ya que hoy es el día del Medio Ambiente, apelamos a lo que dice el Plan Urbanístico en su última versión, aprobada por la Junta Departamental y el intendente en el año 2007: “se preservará en general todo el arbolado de la ciudad de Paysandú, tanto de plazas, calles y avenidas, costas de ríos y arroyos, como el de los jardines desarrollados en áreas de retiro”.
Para tenerlo siempre presente y que no quede solo en la letra fría de la firma de un decreto.
Arq. Rubens Stagno Oberti


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