Opinion | 05 Jun Este 5 de junio se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, instituido por las Naciones Unidas en 1973 para sensibilizar a la opinión pública respecto a un tema que hasta hace algunas décadas era tenido en menos pero que gradualmente ha pasado a un primer plano, a medida que se ha generado conciencia respecto a la necesidad de preservación de los recursos naturales y evaluar con la mayor certeza posible el impacto de emprendimientos que pueden resultar agresivos para el ecosistema.
Debe tenerse presente además que no existe acción del hombre sobre la naturaleza que en mayor o menor medida no signifique una alteración en el equilibrio natural de las cosas, y de lo que se trata es de minimizar esta alteración de forma que en la relación costo-beneficio el saldo sea abiertamente favorable a este último.
En nuestro país, y más aún en nuestro subcontinente sudamericano, con enormes recursos naturales inexplotados, desde tiempos inmemoriales esta ecuación no ha sido respetada, y tenemos así que sigue avanzando la deforestación de la cuenca del Amazonas, la mayor selva tropical y pulmón del mundo, porque en el conflicto de intereses priman los cortoplacismos y las necesidades urgentes de caja.
Pero a fuerza de la porfiada realidad, tanto en la región como en nuestro país ha ganado terreno la necesidad de considerar en un primer plano la sustentabilidad de los recursos y en temas de peso la discusión del desarrollo está sujeta a consideraciones ecológicas.
En la agenda de emprendimientos que se proponen en nuestro país en aras del desarrollo, nos encontramos por ejemplo ante proyectos de extracción de mineral de hierro a cielo abierto, más un mineroducto que atraviesa zonas de delicado equilibrio ambiental -humedales, palmares de Castillos- así como un puerto industrial de aguas profundas en el Este turístico. A ello se ha agregado últimamente el anteproyecto de un puente en la desembocadura de la Laguna Garzón que, según quien opine, afectará irremediablemente un frágil ecosistema situado en una zona protegida o contribuirá al desarrollo turístico de una zona con una reglamentación que controlará el impacto ambiental responsablemente.
Asimismo, otra problemática medioambiental refiere al mal uso de pesticidas y herbicidas, teniendo en cuenta que la multiplicación de las áreas agrícolas fue acompañada por un incremento proporcional del uso de agroquímicos que son señalados como responsables de altos grados de contaminación de suelos y cursos de agua.
En Paysandú, más precisamente en la zona de Guichón, ha cobrado estado público el potencial contaminante del plaguicida Endosulfán, responsable en 2009 de la muerte de decenas de animales y afectación de campos en esa zona como consecuencia del accidente de un avión fumigador, y más recientemente por haberse arrojado unos cincuenta envases del producto sin lavar en el vertedero de esa ciudad.
En este caso debe tenerse presente que este producto fitosanitario ha sido prohibido en gran parte del mundo, y que en Uruguay su uso ha sido restringido, controlado con receta y a partir del año que viene la Dirección de Servicios Agrícolas y Sanidad Vegetal proyecta prohibirlo, pero de nada valdrá que se adopten prohibiciones si no se toma conciencia del manejo que debe darse a este y eventuales sustitutos.
Y para la preservación ambiental, más allá de las normas y el control de su uso por los organismos correspondientes, en este caso el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), debe tenerse presente que la población debe informarse, tener conciencia y participar en las acciones para su control.
En este caso concreto, durante la reunión que mantuvo una delegación de vecinos guichonenses preocupados por el medio ambiente, con el intendente sanducero Bertil Bentos, éstos señalaron que “todos” los de la zona saben cual es la empresa que dejó los recipientes en el lugar, pero la Policía no ha podido proceder porque no se ha firmado una denuncia concreta con testigos que lo corroboren, por lo que estamos simplemente frente a un rumor o existe una falta de involucramiento, el que debe ser parte de esta concientización para que se actúe con la severidad del caso y como precedente y elemento disuasivo para futuras omisiones en el mismo sentido. Ello pone de relieve una vez más que no solo se requiere hablar y demandar acciones por el medio ambiente, sino que cada ciudadano debe involucrarse junto a las autoridades competentes en una cruzada en defensa del ecosistema y del desarrollo sustentable, para asegurar una mejor calidad de vida de las actuales y futuras generaciones.