Paysandú, Domingo 12 de Junio de 2011
Opinion | 07 Jun El ingeniero José Zorrilla, profesional de reconocida solvencia y titular de una empresa constructora de gran envergadura que ha llevado adelante emprendimientos como la ampliación de la terminal portuaria de Nueva Palmira, tras inspeccionar las instalaciones del Estadio Artigas indicó que el complejo deportivo no presenta problemas estructurales y que por lo tanto la recuperación de los sectores que han sido inhabilitados preventivamente no insumirá desembolsos significativos.
Incluso, en coordinación con las autoridades municipales, señaló que ha surgido la posibilidad de incorporarle nuevas inversiones para en sucesivas etapas poder contar con este escenario para servir eventualmente de subsede del campeonato mundial de fútbol de 2030, acontecimiento para el que naturalmente no alcanzará con presentar un estadio de fútbol en regla.
El Estadio fue construido a instancias de la Copa América de 1995, un acontecimiento nunca antes vivido en Paysandú y que hasta ahora, a 16 años de esa fecha, no se ha repetido en nuestro departamento y el país, lo que da la pauta de la importancia y a la vez la excepcionalidad de haber estado en la vidriera internacional por un evento de estas características.
En ese entonces hubo en ese estadio una inversión estimada en tres millones de dólares, inferior a los montos que se volcaron en otros departamentos que también fueron subsede de ese campeonato, y que a la vez demandó obras que se hicieron contrarreloj para llegar a tiempo a la inauguración.
Posteriormente se detectaron fallas constructivas en determinados sectores, que fueron determinantes para que durante la Administración Pintos se convocara a profesionales que inspeccionaron las estructuras de hormigón, mientras dejaron de usar sectores del complejo en que se encontraron los problemas. Los profesionales y las autoridades municipales de entonces explicaron que las razones de tal deterioro era un trabajo mal hecho y de mala calidad, con problemas de materiales y estructurales que demandarían una fuerte inversión que lisa y llanamente no estaba entre las prioridades de su gobierno, por lo que nada se hizo para revertirlo.
Sin embargo, el ingeniero Zorrilla considera que los problemas son menores, lo que lleva a suponer –de ser tal como él asegura-- que se ha perdido un tiempo precioso en prácticas de política menor, sin apuntar a soluciones.
En esta misma línea debe encuadrarse lo ocurrido con las fuentes ornamentales construidas en tres rotondas, obras concebidas por la anterior administración nacionalista en los últimos días de su mandato –no fue seguramente un momento oportuno--. La Administración Pintos consideró que había irregularidades en la confección de los contratos y en las obras, por lo que decidió no pagar lo acordado a la empresa en cuestión, la que a su vez demandó el pago de cincuenta mil dólares por deudas. Mientras tanto, las rotondas fueron quedando en ruinas por falta de mantenimiento, supuestamente debido a una orden de no innovar hasta culminar las instancias judiciales, que nadie sabía cuándo sería.
Por tal motivo, en la actual administración municipal se llegó a un acuerdo con la empresa demandante, a través del pago de 10.000 dólares, que puede considerarse como satisfactorio para la Intendencia y para los contribuyentes sanduceros. Pero sobre todo para la ciudad, que durante cinco años fue rehén de quienes hicieron de las rotondas una especie de “monumento denuncia” contra sus predecesores, en lugar de mirar hacia delante y tratar de encontrarle una solución a las cosas.
Sin embargo, al parecer sí se podía, porque el intendente Bentos ya había anunciado antes de llegar a este acuerdo con la empresa mencionada, construir en el cruce de avenidas de Bulevar Artigas y Wilson Ferreira Aldunate un monumento al Pabellón Nacional, en un lugar estratégico de los accesos a la ciudad.
Pero sobre todo, la reflexión que debe surgir inequívocamente de los hechos mencionados es que las decisiones de gobierno, tanto nacional como departamental, deben adoptarse siempre en consideración del interés general, dando continuidad a los proyectos entre una y otra administración y en lo posible mejorarlos, complementarlos y potenciarlos, porque no se puede estar fundando la ciudad o el departamento cada cinco años, dejando que lo que viene de atrás termine hecho escombros por no destinar los recursos necesarios en mantenimiento.
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