Paysandú, Domingo 12 de Junio de 2011
Opinion | 12 Jun La bonanza de que está gozando la región --contrariamente a lo que sucede en otras partes del mundo, incluyendo a países europeos y Estados Unidos--, debería servir para que las naciones del Cono Sur, sobre todo del Mercosur, reevalúen el escenario en el que se encuentran y acuerden, tanto en el orden interno como en el colectivo, reformas y la recomposición de esquemas para atender problemas estructurales y de coordinación de políticas, todo lo que permita un mejor funcionamiento como bloque.
Este aspecto, pendiente desde que se conformara el Mercosur hace más de veinte años, fue considerado recientemente en el panel sobre Logros, Falencias y Desafíos del Mercosur a 20 años del Tratado de Asunción, que organizara el Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales, con destacados expositores internacionales.
Si bien algunos de ellos manifestaron discrepancias sobre el funcionamiento y la evaluación del Mercosur en estas dos décadas, todos coincidieron en que hoy no se plantea la posibilidad de que cualquiera de los miembros actuales (Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay), maneje o insinúe la posibilidad de abandonar el bloque para negociar acuerdos bilaterales por su cuenta.
Pero ciertamente elegir el mal menor no significa que el bloque esté funcionando bien, desde que como hemos señalado en más de una oportunidad desde esta columna editorial, el Mercosur no solo es una fuente permanente de conflictividad entre sus miembros, sobre todo a partir de la bilateralidad que practican históricamente Argentina y Brasil, sino que a ello se agregan desencuentros entre ellos por presiones de sectores empresariales que defienden sus intereses.
Los panelistas coincidieron en este sentido que hay una crisis de institucionalidad y citaron como ejemplo distintas instancias entre los países miembros que terminaron negociándose bilateralmente y no a través del Tribunal de Controversias del Mercosur, que debería ser el organismo encargado de laudar en estos casos.
Asimismo, subrayaron el fracaso de la agenda externa del bloque, el que en la última década solamente firmó dos acuerdos comerciales: uno con Israel y otro con Egipto, contra 140 que se suscribieron en el resto del mundo.
El titular de la Cámara Mercantil, Christian Bolz, subrayó que “está claro que el Mercosur no está funcionando como fue diseñado en sus inicios. Por eso el sector privado está reclamando cambios”, según da cuenta el diario El País. Pero los cuestionamientos no solo provienen de nuestro país, sino que Rubens Barboza, presidente del Consejo de Comercio Exterior de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, recordó que las aspiraciones del Tratado de Asunción distan mucho de la realidad del bloque actualmente.
Señaló que “hoy llegamos a un intercambio comercial récord de 45.000 millones de dólares intra Mercosur, pero ese comercio no creció por el bloque. Hay que ser realistas. Si no hubiera restricciones el intercambio sería mucho más grande”, lo que indica que de no existir el acuerdo regional, igualmente el intercambio hubiera sido tan o más significativo que por la vigencia del tratado.
Pero el punto que denota la mayor incongruencia y dificultades por intereses particulares refiere a la ausencia de acuerdos con otras regiones comerciales, porque precisamente se mantiene incambiada la posición de Brasil opuesta a que se establezcan negociaciones entre bloques, desde que su real interés es consolidarse como potencia emergente mundial por su propia cuenta.
Ello explica que los obstáculos interpuestos por Brasil hayan hecho naufragar hasta ahora todo posible acuerdo con la Unión Europea, entre otras posibilidades, y se mantenga un arancel externo común elevado, a efectos de evitar el ingreso de mercaderías extrarregión que puedan competir con la producción brasileña, pese a los reclamos de los demás socios.
Es cierto que no hay bloque comercial que no enfrente dificultades, en cualquier parte del mundo, porque la conciliación de intereses en aras de un objetivo común implica renunciar muchas veces a ventajas propias de cada país o sector, pero en este caso la evaluación de veinte años del Mercosur tiene mucho, demasiado, en el debe. Es que ha faltado voluntad política para corregir muchos defectos de funcionamiento del acuerdo, sobre todo en cuanto a fortalecer la estructura orgánica del bloque regional, como es el caso del Tribunal de Controversias, el que hasta ahora ha sido más decorativo que eficaz para cumplir con sus cometidos, solo por citar un aspecto entre un sin fin de problemas.
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