Paysandú, Martes 14 de Junio de 2011

Improvisaciones peligrosas

Opinion | 10 Jun Lo que a esta altura ya aparece como una costumbre del presidente José Mujica de tirar temas sobre la mesa para recién después pretender transformarlos en medidas de gobierno, pero que no han sido analizados en el seno de la fuerza de gobierno, da lugar a fuertes debates en el sistema político, tanto dentro del Frente Amplio como con la oposición, en una forma de gobernar por lo menos controvertida y que conlleva una fuerte dosis de improvisación que no le hace bien al país.
Incluso los más allegados al presidente, una vez que el mandatario lanza una idea al respecto, ante las reacciones negativas o la confusión generada en la población y en los actores directamente interesados en la problemática de que se trate, procuran explicar o “traducir” lo que quiso decir el presidente, quien a la vez luego amplía el concepto y suele generar más confusión que la despertada en un primer momento.
Una idea reciente del jefe de Estado refiere a su intención de aplicar un impuesto adicional a las extensiones de más de dos mil hectáreas de campos a efectos de evitar lo que sostiene es la fuerte concentración de la tierra en pocas manos, mediante un impuesto con el que espera a la vez recaudar unos 60 millones de dólares para invertir en infraestructura.
Más allá de que 60 millones de dólares son apenas una gota en los recursos que se requieren en el sector, y sobre todo dentro del enorme gasto público del país --con un déficit fiscal de no menos de 1,5 por ciento anual— también hay serias dudas sobre la instrumentación y sobre todo el mensaje que se da a los potenciales inversores respecto a la seriedad del país.
Quien se ha opuesto firmemente a este impuesto sacado de la galera es el vicepresidente de la República, Ec. Danilo Astori, quien precisamente, según lo manifestado en la campaña electoral por Mujica, iba a ser quien condujera el área económica en su gobierno. Pero en este caso Mujica no consultó previamente a Astori ni a ningún allegado al vicepresidente, y el ex compañero de fórmula se encontró con este presente griego sobre la mesa, al que tuvo que tratar de justificar en un primer momento, para luego ser informado por el presidente y tras asumir que éste seguía en sus trece, manifestar sus reparos a la iniciativa, que en cambio sí cuenta con el respaldo de sectores ubicados más a la izquierda en la fuerza de gobierno, como el Partido Comunista y la Vertiente Artiguista, entre otros.
En realidad para el ciudadano común puede resultar hasta simpático un impuesto que aparenta ir contra “los grandes terratenientes”, aunque sólo tiene en cuenta la extensión de tierra y no la productividad. Pero el punto es cómo encaja una norma de estas características, objetivos e instrumentación en una política tributaria que el equipo económico considera es la mejor para la actual coyuntura, por más que pueda ser objeto de correcciones de acuerdo a la evolución de los acontecimientos. De hecho, no es que las grandes empresas no estén aportando a las arcas del Estado, sino que a pesar de pagar verdaderas fortunas éste gasta todo lo que recibe en otras “urgencias” y no le queda plata para brindar una contrapartida básica para los productores, como es la infraestructura de caminos.
Astori alertó sobre los “riesgos que los inversores pueden ver dibujados en el horizonte” por la “falta de previsibilidad” o el “cambio de las reglas de juego” en materia tributaria. Sus declaraciones solo generaron el respaldo del Frente Líber Seregni, bloque que integran Asamblea Uruguay, Nuevo Espacio y Alianza Progresista, pero los otros grupos de la coalición en cambio coincidieron con el planteo del mandatario.
El senador Eduardo Lorier, del Partido Comunista, criticó duramente los dichos de Astori y advirtió que no aceptará que “se diga semejante cosa. Acá no se trata de Astori, se lo digo a cualquiera que plantee este tipo de cosas: por miserables 60 millones de dólares que no nos vengan a decir absolutamente nada más; no vengan a hacer terrorismo verbal”, dando a entender es válido hacer cualquier cosa si es por poca plata. El problema es determinar cuándo los millones de dólares dejan de ser “miserables”; en relación a qué.
El diputado Gonzalo De Toro (MPP) indicó por su lado que “está claro que no hay un cambio de reglas de juego con esta propuesta de Mujica, ni nada que se le parezca. Esto no tiene ninguna consecuencia a nivel de las inversiones, porque el lema básico de la reforma tributaria es que el que tiene más aporta más, y el que tiene menos aporta menos”.
Además de Astori, el impuesto propuesto por Mujica tampoco cuenta con el apoyo de los senadores Jorge Saravia y Rafael Michelini, en tanto el vicepresidente está elaborando una propuesta alternativa junto a los ministros de Economía, Ganadería y Transporte, que presentaría en la reunión del gabinete del lunes 13. Ello indica que a esta altura no habría votos en el Parlamento para aprobar esta iniciativa, ante un proyecto controvertido en el mismo oficialismo y por lo tanto constituyendo una nueva improvisación, que en nada aporta para el desarrollo y ni siquiera para cumplir con un presunto objetivo de infraestructura que ya debería estar contemplado en el Presupuesto Quinquenal sin necesidad de “jugadas geniales” sobre la hora, como si recién se descubriera que la madera y otras explotaciones agropecuarias necesitan caminos adecuados para sacar la producción.


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