Paysandú, Miércoles 15 de Junio de 2011
Opinion | 11 Jun A partir de las exigencias que ha acentuado el Banco Central del Uruguay en cuanto a las instituciones de intermediación financiera, con encajes y requerimientos en garantías, los bancos han dejado sin atender amplios sectores de consumo, sobre todo las microempresas y economías familiares, que han debido apelar a otros medios para acceder al crédito.
Por un lado este vacío ha sido llenado por las tarjetas de crédito, que financian las compras comunes que se realizan en el comercio y prestaciones de servicios, incluyendo las que se efectúan a precio de contado en cuotas que varían de acuerdo a cada emisor, y a la vez por lo general ofrecen la posibilidad de obtener dinero en carácter de préstamo.
Igualmente, con ser una buena posibilidad para todo tipo de compras para el consumo, queda un sector importante de la población que aspira a obtener dinero al contado para atender determinados compromisos, y este sector que en su momento pudo ser atendido por los bancos, ya no representa interés por su volumen para las entidades bancarias, que tienen a la vez costos administrativos importantes e infraestructura destinada a operativas de otra envergadura.
Han florecido por lo tanto pequeñas entidades de crédito que se reparten junto al Banco de la República las preferencias de este segmento de consumidores, lo que es particularmente importante en la actual coyuntura económica, cuando hay mayor cantidad de dinero en poder de la población y por lo tanto con mayores posibilidades de endeudarse.
Muchas de estas financieras son en realidad propiedad de los grandes bancos que ponen capital para los pequeños préstamos, los que tienen la particularidad de agregar a su accesibilidad altas tasas de interés, por lo general muy por encima de las del sistema bancario y por ende con muy buena ganancias que proviene precisamente de los sectores más vulnerables de la población.
Es decir que se obtiene dinero caro, que es un factor inflacionario, pero lo que es peor, ante una conducta incentivada por la fiebre de consumo y el “téngalo ya”, así como acceder a diversidad de artículos con tecnologías que evolucionan aceleradamente. Nos encontramos por esta causa con que hay amplios sectores con sus ingresos comprometidos en créditos proveniente de un sobreendeudamiento y “calesitas” por las que se saca un crédito para pagar otros con los que no se ha podido cumplir y así sucesivamente.
Por supuesto, cada uno sabe donde le aprieta el zapato, pero es evidente que ante situaciones personales que se van complicando se corre el peligro de generar una bola de nieve que resulta difícil de frenar. Evidentemente, ante la fiebre de consumo lo mejor es tener prudencia para discernir entre lo necesario y lo prescindible, para no encontrarse de un momento a otro que se está caminando por la cornisa y con el viento cada vez más fuerte.
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