Paysandú, Miércoles 15 de Junio de 2011

OPINIONES

SOLICITADA

Locales | 15 Jun El justo reconocimiento
a un gran periodista
Señor Director de EL TELEGRAFO, Fernando Alberto Baccaro Viñoly.
Como primera cosa debo decirle que me pareció muy justo y sobradamente merecido que Paysandú recordara en su día, la figura de su padre Fernando Miguel Baccaro Pesce. Un periodista de fuste que se formó en la Universidad de Stanford, California, pero se moldeó en el trabajo diario de redacción, por lo que supo valorar en forma correcta todos y cada uno de los aconteceres cotidianos de su empresa periodística, más allá de captar y analizar como ninguno los sucesos de la vida cotidiana. Lo que luego, al día siguiente y en cada edición de EL TELEGRAFO, fuera un aporte clave a la delicada función de la prensa que se constituye en la memoria colectiva de más fácil acceso para la gente. La que, a diferencia de la memoria civil, judicial o burocrática del Estado, es abierta y convoca al interés general de los lectores.
Destaco, porque corresponde, el aporte de uno de sus entrañables amigos, el Dr. Daniel Damico, quien sin dudas habló desde lo profundo de su corazón, en la sesión especial del miércoles 8 de junio, que la Junta Departamental dedicó a la memoria de Fernando Miguel. Al fin fue como un hijo más de ese hogar tan bien constituido por Fernando José Baccaro Adamoly y Josefina Pesce González, que le dieron un hermano Enrique, no solo compañero en la ruta de vida sino como timonel de la Administración en la empresa periodística donde aún timonea la administración. Está a la vista que la mantuvieron con su prestigio intacto y al cabo fueron celosos custodios de su desarrollo permitiendo algo que nos enorgullece a todos como es tener en Paysandú al diario decano de la prensa nacional, con un sólido siglo de vida a cuestas.
Una frase muy conocida de Joseph Pulitzer, austríaco que supo desarrollar con éxito sus ideas periodísticas en los Estados Unidos, que da nombre a un reconocido premio a esta importante función social, nos recuerda la postura sustentada por Fernando Miguel: “...elevarse por encima del temor del partidismo y del temor del prejuicio popular”. Seguramente por estar convencido de que su diario tenía el deber de decir algo que merezca ese respeto ganado en base al convencimiento de la inteligencia, el sentido común y la sensatez, con posiciones valientes sin importar alguna clausura durante la dictadura pero también sin claudicar en la consigna de defender la sagrada libertad de expresión. La más poderosa “arma” que suelen emplear quienes viven en democracia y ante la cual nada pueden hacer los ingenuos pretendientes a dictadores de conciencia.
Es muy cierto lo dicho por su amigo Daniel Damico, “nunca supe a qué partido político adhería como ciudadano y a lo cual tuvo legítimo derecho privado”. Con su amplitud de espíritu recibió a todos los representantes de la ciudadanía en funciones de gobierno o como aspirantes desde la función política. Seguramente nunca se aprovechó de esos diálogos “mano a mano” con personas que representaban el poder, así como tampoco objetó no recibirlos por su ideología. A todos escuchó, con todos intercambió ideas y sin embargo preservó la posición personal, seguramente porque como también decía Pulitzer el buen periodista debe: “...elevarse por encima de lo mediocre y lo convencional”. Lo que hizo en toda circunstancia, demostrando sus dotes de gran ser humano que lo marcaron como hombre íntegro y de valor, así como de excepcional bonhomía, siempre presto a atender todos los reclamos que se potenciaron a través de su diario.
Lo anterior se explica también por algo que su exquisita personalidad sabía dispensar a raudales, y era una igual consideración para con todos quienes le trataban sin importarle otra cosa que la calidad de la persona interlocutora. Por su respeto al prójimo, a rajatabla y por convicción, sin expresiónes de descortesía y menos aún de un insulto -tragándose más de una bronca- también supo ser un referente y guía de cómo actuar para todos quienes tuvimos el privilegio de tratarlo. Por entender que tenía que ser el mismo, con su inteligencia, capacidad y pasión a flor de piel, como motor que lo impulsara hacia las grandes cosas que logró, básicamente cumplió con aquella máxima de que hay que hacer y decir las cosas de forma tal forma que se merezca “el respeto de la comunidad, que es inteligente, educada e independiente”.
Nos legó a todos un concepto muy valioso, siempre hay que avanzar y todo se puede lograr si es que estamos convencidos de ello. Fernando Miguel, gracias por tu entrega y aporte a nuestra sociedad, Paysandú entero lo reconoce. ¡Al final el mejor reconocimiento a que pueda aspirarse! - Un ciudadano de Paysandú

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Sr. Director del diario EL TELEGRAFO.
Deseo hacer público en su prestigioso diario una queja sobre los estudios del Hospital “Galán y Rocha”. En el año 2010 el día 12 de octubre, al tener una dolencia y molestia de la columna vertebral, concurrí al Hospital. En ese momento me atendió mi médico quién me recomendó una tomografía computada, la que hasta la fecha no me han realizado, pese a haber concurrido varias veces preguntando cuando me van hacer, ¿hasta cuándo tengo que esperar?
- C.I. 3.523.956-9

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Sentido común y
sintonía, nada más
Si bien la obra figuraba en el Plan de Gobierno y en el Presupuesto vigente de la Intendencia de Paysandú, las cosas no deben precipitarse y hacerlas porque nos parece, cuando nosotros queramos y más aún si el proyecto aún no ha sido delineado por los técnicos. 
Podemos tener infinidad de ideas y proyectos que nos den vuelta en la cabeza, pero para eso debemos plasmarlos en un papel para ver si el resto está de acuerdo o no. Es lo que solemos llamar trabajo en equipo.
Cuando el Intendente nombra colaboradores, se desprende que son parte del equipo y que estos deben ir en sintonía con el equipo.
¿La obra? --si así puede llamársela-- iniciada a instancias de un Director municipal y a espaldas del Intendente, pero lo que es peor, del Director General de Promoción y Desarrollo que es de quien depende el Director suspendido de su cargo, nos muestra que existe un teléfono roto entre 18 de Julio, Zorrilla, Sarandí y Montevideo.
La atroz tarea encarada por el Director de Turismo no pudo estar omisa al Director General, quién debió encarar desde un principio esta situación y no llegar a lo que se llegó.
Atinado lo del Intendente Bentos. Pero debió también tomar la misma actitud con el Director General. Por su investidura y porque necesariamente debe estar en sintonía cuando de equipo hablamos. No fue una falta livianita. Si queremos que Paysandú avance, acompañemos al Intendente a trabajar en equipo, las individualidades la mayoría de las veces conspiran con el normal desarrollo de las cosas. Recordemos que el Partido Nacional llegó para quedarse en el gobierno y cumplir con las obligaciones que son de su competencia en cada área.
El talar árboles indiscriminadamente no figura en ninguna agenda del sector turismo. La ciencia es un magnífico mobiliario para el piso superior de un hombre, siempre y cuando su sentido común esté en la planta baja. Si nos vemos a nosotros mismos como algo ajeno a los demás y creemos en todas las fronteras preestablecidas, ¿Cómo será posible un cambio evolucional?
Trabajé cinco años con Bertil directamente y 15 indirectamente, sé como piensa y como es su forma de proceder. A mis compañeros de partido que están junto a él solo les pido: sentido común y sintonía, nada más. Acertada decisión del Intendente quien dijo que no está dispuesto a ocultar errores. Están avisados. -Ruben Castelli


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