Paysandú, Jueves 16 de Junio de 2011
Deportes | 13 Jun Faltan varias temporadas para que llegue a su máximo esplendor, según lo que es la planificación deportiva de un atleta. Todavía no hace tres años que dejó el fútbol, defraudado por las promesas, pero el tiempo le fue suficiente como para dejar boquiabierto a más de uno.
Tan es así, que Michel Mary se transformó el año pasado en el mejor velocista del Uruguay. Y lo confirmó en el reciente Sudamericano disputado en Buenos Aires, donde se codeó con los mejores del continente, alcanzando el quinto puesto en los 100 y los 200 metros. Es decir: estuvo a dos puestos de hacer podio.
Ese es el “Rayo”, ese sanducero que se fue a Montevideo con el objetivo de poder superarse, que ha realizado un esfuerzo enorme para poder llegar a donde ha llegado. Pero es el mismo que muchas veces quiere pegar el portazo pese a que nadie se anima a ponerle techo a su capacidad.
Sucede que Mary es un producto uruguayo. Es Made in Uruguay, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Y hoy, para un deportista de elite, ser uruguayo juega en contra.
“Micho” sabe que tiene una carrera impresionante por delante, pero también tiene en claro que debe ir dando pasos firmes, más allá de que se ha saltado varios gracias a su impresionante capacidad atlética.
Así, después de haberle quitado el cetro de mejor velocista del país a Heber Viera, el mejor en su especialidad a lo largo de la historia del atletismo del Uruguay, llegó la posibilidad de competir internacionalmente. Los Juegos Odesur y el Iberoamericano le dieron una experiencia impagable.
Pero la planificación, la lógica, dice que cualquier deportista debe medirse con los mejores. Y para ello no solo es necesario realizar una inversión incalculable para llevar a cabo una planificación de elite, sino también viajar al exterior para ponerse a prueba.
Eso sí, en cualquiera de los casos, significa hacer las cosas a pulmón. Porque Mary nació en un país en el que hay deportistas asombrosos, surgidos en forma casi inexplicable, que serían acogidos de brazos abiertos por cualquier país del mundo. Pero acá, prácticamente son tirados al olvido.
Pocos saben lo que vivió Mary cuando decidió irse a Montevideo para sumergirse de lleno en el atletismo. Vivió un par de años en la casa de su entrenador, Lionel De Mello, que apostó de lleno a la capacidad del sanducero.
Pero a medida que sorprendía a todos en la pista, los problemas le daban alcance. Una beca de 500 dólares del Comité Olímpico, aparecida recientemente, es totalmente insuficiente; al punto que 300 se le van en el alquiler y que no siempre se llega mes a mes.
Por eso, cuando se le propuso competir en Brasil, Chile y Bolivia, previo al Sudamericano, y pensando en llegar a representar a Uruguay en los Juegos Panamericanos y los Juegos Olímpicos, no lo pensó. Nadie sabe, ni siquiera sus padres (la infidencia es contada con su aprobación), que Mary tuvo que vender el “fusquita” con el que se movilizaba en Montevideo, y su máquina de fotos, para poder solventarse gran parte de los gastos.
Y nadie sabe, más que él, lo que ello significa; lo que cuesta, en todo sentido, poder prepararse y alimentarse para competir en el primer nivel.
Pero se hace difícil de soportar. Tanto, que cuando volvió del Sudamericano le planteó al entrenador que se tomaría un descanso, que no quería correr más.
“Es que no puedo pensar en que quizás no puedo comer el mes que viene. Antes de irme a Brasil pasé 20 días comiendo galletas de arroz con mermelada de frutilla. Y no pude cumplir con la planificación porque, a raíz de eso, me lesioné. Y se atrasó todo”, confesó.
De Mello lo convenció para seguir, para apostar un poco más, pero Mary reconoce que la situación desespera. “A uno le dan para adelante pero no sé si el mes que viene podré pagar el alquiler. Es un chiste, pero es lo que me tocó. Lo que pensás no es en parar un poco, sino en no correr más, porque es imposible poder sumergirse y concentrarse en esto con tantos problemas. Esto es alto rendimiento, pero el apoyo es nulo”, dijo.
La Confederación Atlética del Uruguay hace lo que puede y sus dirigentes han colaborado con los pasajes, completando muchas veces de su bolsillo el monto faltante, como sucederá cuando el miércoles Mary viaje a Colombia y luego a Brasil, para conseguir la marca para los Panamericanos, siempre soñando con Londres 2012.
El Comité Olímpico, más allá de ser Mary una de las grandes promesas del deporte celeste, apenas dispone de 500 dólares mensuales. Y el Ministerio de Turismo y Deporte, solo aportará tres meses de apoyo para prepararse para los Panamericanos, algo irrisorio en un deporte de elite.
Apenas si una marca de ropa deportiva colabora con la indumentaria, aparecen algunos complementos necesarios para la preparación y la Intendencia local colabora con algún pasaje a Paysandú.
Michel Mary, el sanducero que es una de las grandes promesas del atletismo uruguayo, la sigue luchando. Y se sonríe cuando atletas y entrenadores extranjeros lo felicitan fuera de fronteras, y se sorprenden cuando se enteran cuánto hace que está sumergido en el atletismo. Y esboza una sonrisa cuando se entera cuál es el apoyo que reciben estos atletas, incluso por debajo de su nivel, para prepararse.
Pero sucede que Mary es Made in Uruguay. Nació en un país donde nacen, increíblemente, deportistas de buena madera.
Se crió en un país que, digan lo que digan, carece de una política deportiva. Y, por si fuera poco, en el que el dinero para el deporte se distribuye en forma desigual, sin tener en cuenta el talento, la capacidad o proyección del deportista.
Para colmo de males compite por un país en el que apoyar a un deportista parece ser mala palabra para el Estado, empresas públicas y privadas, aunque como contrapartida es lindísimo sacarse con él la foto cuando pisa fuerte a nivel internacional. Pero claro, Mary es Made in Uruguay. Con lo bueno, pero también todo lo malo. STB
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