Paysandú, Viernes 17 de Junio de 2011
Locales | 10 Jun Aprendió el oficio de zapatero a muy temprana edad, junto a su hermano, ayudando a su padre. No obstante, hace solo cuatro años que se dedica por completo a una actividad que lo mantiene suficientemente ocupado, al tiempo que concurre al Liceo Nocturno, donde cursa sexto de Medicina.
Federico Laca (23) relató a EL TELEGRAFO los detalles de una vida donde conjugan un pasado futbolero, el sueño de bachillerarse en Medicina y un emprendimiento familiar. Federico vive en Esperanza y, como futbolista, muchos los conocen por sus entreveros de potrero o su trayectoria defendiendo al Sportivo Independencia y a la selección de Paysandú.
La tarde que lo visitamos estaba en plena producción: recorte, pegado y armado. Todo ejecutado con admirable destreza y velocidad. Reservado y algo tímido, Federico --sin dejar un segundo de trabajar-- explicó los secretos de la confección de zapatillas.
Aseguró que si bien todo comenzó como un simple pasatiempo, ayudando a su padre, con los años esta actividad se transformó en un medio de vida. “Estuve casi cuatro años a cargo de todo y hoy por suerte domino todo el proceso de fabricación”. En cuanto a la producción, explicó que varía de acuerdo a la demanda. “Cuando hay pedidos y la venta ya está hecha, puedo fabricar hasta cien zapatillas por día, aunque la máxima producción fue de 120 pares, y lo pude hacer con la ayuda de otro compañero. Claro, levantándome a las 4 de la mañana y trabajando intensamente hasta las diez de la noche. Solo parando para comer, porque la verdad, un par de calzado no puede llevar más de dos minutos en el proceso de armado”, agregó.
La demanda y otras circunstancias, hicieron de Federico un habilidoso artesano del calzado. “En una oportunidad tuvimos un pedido de mil pares de zapatillas; trabajamos un mes sin parar y por suerte pudimos cumplir con el cliente”.
En cuanto a los insumos, explicó que lo más costoso “es la materia prima, es decir poder contar con los recursos para adquirir los materiales, que de por sí son costos elevados. Si bien al recuperado de cuero --que es la plantilla-- lo adquirimos en Nuevo Paysandú, el resto de los materiales los compramos en Montevideo”.
Respecto a la durabilidad de las zapatillas, sostuvo que “por lo que han dicho los propios clientes, puede tener una vida útil de dos meses, aunque ello va de acuerdo al uso que tenga”, en tanto explicó que en la fase de confección, lo principal es mecanizar el proceso, ya que la velocidad llega por sí sola.
En cuanto al público que adquiere este tipo de calzado, aseguró que no existe demanda específica. “Creo que es para todos aquellos que gusten andar cómodos con un calzado liviano, siendo el verano la época del año cuando más se venden”. En relación a la cadena de producción, dijo que “el proceso comienza con el corte de la tela --la capellada, o sea la parte de arriba-- que puede ser de jean o blanca. Después mi madre se encarga de coserla, luego la cementamos, cortamos la plantilla y la suela. Entonces en la horma clavamos la plantilla y armamos el corte del calzado. El número sale de acuerdo a cada molde”. En cuanto a la venta, dijo que “los mercados donde colocan los productos son diversos, pero básicamente se vende en los almacenes de la ciudad, aunque también hay clientes en otros departamentos”. Respecto a su futuro, Federico dijo que “pienso extenderme, aunque no es tarea fácil, porque están los estudios”.
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