Paysandú, Viernes 17 de Junio de 2011
Opinion | 13 Jun Al cumplir cuarenta y cuatro años, el Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir) ha incorporado 24.000 soluciones habitacionales en el medio rural, lo que no es poco decir en un país en el que hasta la década del 60, viviendas insalubres, algunas verdaderas taperas, se levantaban en nuestros campos y eran un estigma del interior profundo. A impulsos de don Alberto Gallinal, surgió a mediados de los 60 este movimiento, cuyos fondos fueron obtenidos mediante un impuesto específico aplicado al agro. Por cierto que al cabo de cuatro décadas se puede decir sin temor a equívocos que pese a que todavía hay mucho por hacer, la cara del Uruguay rural ha cambiado sustancialmente, con miles de casas blancas, humildes pero decorosas, en las que viven muchas familias de trabajadores del medio rural.
Paysandú es uno de los departamentos que más se ha beneficiado en esta cruzada por la eliminación de los rancheríos, al punto que hay localidades que cuentan ya con varios grupos Mevir, que han acompañado y contribuido al crecimiento de polos de desarrollo en torno a emprendimientos agroindustriales como los vinculados al rubro forestal, a la naranja, entre otros, que se han levantado en Paysandú como en otros departamentos.
Pero claro, cuando surgen iniciativas innovadoras de este tipo, al empuje inicial debe seguir el análisis y evaluación, con la perspectiva que da el tiempo, a efectos de considerar los pro y los contra de lo alcanzado, y eventualmente corregir errores que siempre se dan cuando se trabaja en algo prácticamente inédito, a la vez que deben acompañarse y/o prevenirse situaciones que en su momento no se habían tenido en cuenta, porque nadie tiene la bola de cristal y los tiempos pueden demandar otras respuestas o corregir las ya existentes.
Es decir que lo positivo y hasta revulsivo no necesariamente debe permanecer inmutable, y seguramente estos aspectos fueron tenidos en cuenta en los sucesivos directorios del movimiento, para que la solución habitacional requerida por las familias de nuestros campos resulte acorde a las necesidades de cada lugar.
El secretario de la comisión honoraria de Mevir, escribano Ariel Díaz, en declaraciones a El Observador, manifestó que el programa ha sido desde su origen enfocado al trabajador del campo y que luego de 1990, con el apoyo de la Unión Europea, comenzó a desarrollar las denominadas unidades productivas, que comprenden mejoras prediales y de viviendas, a la vez de facilitar asimismo soluciones de agua y de electrificación, orientadas a pequeños productores, titulares de los predios o colonos del Instituto Nacional de Colonización (INC).
Otra innovación ha sido concretada por convenio con el Banco de Previsión Social (BPS), para atender a adultos mayores, otorgando preferencia a jubilados y pensionistas para recibir las viviendas de dos dormitorios que estén desocupadas en los núcleos ya existentes de Mevir, con la intención de que las familias de las áreas rurales no se desintegren y las personas de edad transmitan experiencias a las nuevas generaciones.
Fundamental es además en este esquema de trabajo la coordinación de Mevir con las intendencias departamentales, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y el Instituto Nacional de Colonización, organismos de enseñanza, ministerios del Interior y Salud Pública, entre otros, ya que un complejo Mevir no puede crearse en el medio de la nada, sin apoyo de servicios e interrelación con emprendimientos productivos y conexiones físicas, entre otros aspectos.
En este contexto no puede soslayarse que la electrificación es un aspecto sustancial para complementar la solución habitacional y mejorar la calidad de vida de miles de familias de las zonas rurales. Todavía hay áreas a las que el servicio no llega, y es plausible la llegada a fin de año a unas mil familias, beneficiarias a través del programa de electrificación rural impulsado por el organismo, que cuenta con un millón de dólares en subsidios y se realiza en convenio con UTE y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Consejo de Educación Inicial y Primaria, Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca e intendencias.
Por supuesto, no son todas rosas, y se requieren mejoras en lo que refiere a mantenimiento de las unidades habitacionales, incluyendo recuperación de morosidad para reciclar recursos entre nuevos aspirantes, además de la regularización de titularidades de las casas y seguir trabajando en la incorporación de nuevos complejos.
Pero felizmente en el caso de Mevir, pese a la rotación de los partidos en el gobierno, se ha instalado una política de Estado que no es común en nuestro país, por lo que todo indica que por encima de las dificultades de siempre, seguiremos viendo miles y miles de nuevas casitas blancas en nuestra campaña, como símbolo de que se está haciendo algo valedero para retener a las familias rurales en su ámbito, lo que no es poco decir en un país que ha ido perdiendo población rural a lo largo de las décadas.
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