Paysandú, Viernes 17 de Junio de 2011

Las estadísticas y la realidad del empleo

Opinion | 14 Jun Si bien en el último trimestre hubo un aumento del desempleo, con valores que subieron unas décimas de punto hasta ubicarse en el 6,6 por ciento, igualmente un valor históricamente bajo en nuestro país relacionado a la bonanza económica, hay interrogantes que no se han despejado y que ponen de relieve que éste es un valor que debe relativizarse, aun en el contexto de la mejora económica que tenemos desde hace ya varios años en el país como directa consecuencia de un favorable contexto internacional.
Ocurre que por un lado hay un desfasaje entre la oferta y la demanda de empleo, lo que indica que hay puestos de trabajo disponibles en determinadas áreas, que sin embargo no pueden ser cubiertos porque los aspirantes no reúnen las condiciones requeridas por falta de capacitación, que pone de relieve un déficit notorio en el sistema educativo.
De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), con cifras desde enero de este año, el porcentaje de desempleados que busca un trabajo sin ningún tipo de condiciones se redujo de forma significativa en tanto aumenta el número de solicitantes con requerimientos de horarios y de trabajos acordes a una formación o experiencia específica .
Según da cuenta el Instituto, los niveles de desocupación en registros cercanos a los mínimos históricos, exhibidos en diciembre cuando el indicador llegó a 5,4 por ciento, incentivan el ingreso al mercado de trabajo de personas que se vieron previamente desalentadas en la búsqueda de empleo. Los datos del INE establecen que durante el último mes relevado, el número de personas desempleadas que buscan un trabajo por primera vez se redujo --los nuevos empleos absorben mano de obra joven-- y el aumento se explica por la mayor población desocupada con experiencias previas en el mercado. Pero más allá de consideraciones, debe tenerse en cuenta que la forma en que se mide si una persona es desempleada o no --los parámetros no son un invento de éste o el anterior gobierno, sino que la medición del Instituto data desde que se realizan estos relevamientos-- es muy relativa en cuanto a la sustentabilidad y calidad del empleo, que son precisamente los desafíos reales que presenta el país en momentos en que la bonanza económica genera una mayor demanda.
Es decir que si se toma en cuenta como “empleado” a quien trabajó algunas horas en los días anteriores a la consulta, nos encontramos con que la medición del empleo deja espacios a una precariedad que va de la mano con la marginación social y la pobreza, y que se está muy lejos de que este ingreso transitorio o aún más o menos prolongado, pueda ser un sustento decoroso para un hogar medio. Y no se trata de cargar las tintas sobre el actual, el anterior o ningún otro gobierno, que sin dudas son los principales interesados en promover empleo y mejorar la calidad de vida de la población, sino de evaluar en todos sus términos una realidad que vive el ciudadano y que no es la que marcan las estadísticas, mucho menos en el Interior y en lo que nos toca, es decir lo que se vive en Paysandú.
Así, con un presunto casi pleno empleo, con apenas un cinco o seis por ciento de desocupación, seguimos viendo los cuidamotos, los cuidacoches, las personas que limpian parabrisas en la calle, los que hacen colas de cuadras para cualquier puesto de trabajo de sueldo mínimo en el comercio o empresa de servicios, los cientos y miles que se anotan en las oficinas de empleo, los que se ofrecen en la prensa en decenas y decenas de clasificados por un empleo precario o “changas” y los muchos más que también viven de lo que traen desde Colón para vender y los que viven de la asistencia por los planes “sociales” del Estado.
Tenemos a la vez industrias en dificultades, como las más de mil familias que directa o indirectamente viven de Paylana, de los packing de cítricos trabajando un mínimo porque no hay colocaciones en el exterior, entre otros emprendimientos que enfrentan una difícil coyuntura, mientras al mismo tiempo los jóvenes que egresan o no terminan Secundaria no adquieren conocimientos que los capacite para acceder a algún trabajo más o menos decoroso.
Estos elementos alcanzan para poner de relieve que por lo menos en el Interior, y en el Paysandú que nos toca, el desempleo en niveles históricos es un “logro” que hay que tomar con pinzas, y evaluarlo en el contexto de que si bien siempre se puede estar peor, no da para “echar las campanas a vuelo” ni mucho menos.


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