Opinion | 18 Jun En acto realizado en las últimas horas en Paysandú Innova, el intendente Bertil Bentos y sus colaboradores, entre los cuales los integrantes de la Unidad de Presupuesto Participativo, efectuaron el lanzamiento del Presupuesto Participativo 2011-2012, una herramienta que había creado la Administración Pintos apuntando a la participación de la población en la propuesta y ejecución de iniciativas de interés general, en forma adicional o complementaria a la gestión que se encara a través del Presupuesto Quinquenal.
En esta oportunidad, como lo había prometido en la campaña electoral, Bentos dispuso darle continuidad al Presupuesto Participativo instaurado por su predecesor, pero incorporándole una serie de modificaciones en cuanto al sesgo y la instrumentación, de forma de aprovechar la experiencia de los años anteriores para hacerlo funcional al programa presentado a la consideración de la ciudadanía en la campaña electoral.
En este caso se dispuso afectar unos 700.000 dólares con este fin, para acciones a promoverse tanto en ciudad como en el interior departamental, sobre propuestas de los ciudadanos y el posterior voto cuando llegue esa instancia, en base a lineamientos que registran cambios respecto a la instrumentación anterior.
No debe perderse de vista, al fin de cuentas, que este apoyo que se genera con el aporte de los mismos contribuyentes de impuestos municipales con que se nutre el presupuesto municipal, debe destinarse a proyectos de interés para la comunidad y dentro de las competencias municipales.
Este aspecto había quedado en buena medida desdibujado durante la gestión de la Administración Pintos, cuando fueron presentados proyectos que aunque lograron un mínimo de apoyo suficiente para ganar en las urnas, en realidad jamás debieron ser siquiera aceptados, por tratarse de iniciativas de interés particular, por ejemplo.
Pero lo importante debe ser el de la continuidad en acciones que sean consideradas positivas para la comunidad, tanto en el gobierno nacional como el departamental, como ocurre en este caso, dejando de lado planteos maximalistas que al fin de cuentas solo perjudican al ciudadano, cuando una nueva administración, como suele ocurrir, pretende borrar lo que ha hecho la anterior, con una visión fundacional propia, que es una manifestación de soberbia y sobre todo de política menor que debería dejarse atrás para beneficio de la población.