Paysandú, Martes 21 de Junio de 2011
Opinion | 17 Jun Tras haberse presentado hace poco más de dos meses por las autoridades universitarias el avance de obra del edificio que contendrá el denominado Laboratorio Agroalimentario y Agroindustrial Litoral Norte, se abre una lógica expectativa ante la trascendencia del hecho de que acuerdo a los anuncios efectuados, en estas dependencias se dictará desde 2012 la carrera de químico agrícola y ambiental, involucrando una inversión de unos dos millones de dólares.
La presencia en aquel momento del rector Rodrigo Arocena y de otras autoridades universitarias, así como del ministro de Industria, Energía y Minería, Ing. Ernesto Kreimermann, dan la pauta de que tanto desde la esfera universitaria como desde el gobierno atribuyen gran significación a este emprendimiento educativo.
Es que no es poca cosa una iniciativa de estas características, desde que corresponde a una senda abierta para una descentralización y aggiornamiento de la educación terciaria que ha estado desde siempre concentrada en la capital, con muy pocas excepciones que se han dado a lo largo de las últimas décadas y por cuentagotas, lamentablemente.
Como punto de apoyo para estos cursos a desarrollarse en el área de la Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni, se ha volcado casi un millón trescientos mil dólares en equipamiento tecnológico, y unos 600.000 dólares en obras edilicias, en unos trescientos metros cuadrados, apuntando a dotarlo de una infraestructura que se utilizará en la actividad de investigación que desarrollarán grupos académicos, al servicio de empresas agroindustriales y productores agrícolas del norte del país, con asesoramiento directo.
Debe tenerse presente además que la investigación que se desarrolle contará con la dirección de un grupo de docentes pero a la vez la expectativa es la de promover un polo de desarrollo en la Regional Norte de la Universidad, lo que por cierto es positivo ante las características de nuestra enseñanza universitaria y los pasos hasta ahora muy lentos que se han dado en materia de descentralización.
Pese a estos sucesivos avances respecto a un origen eminentemente elitista y centralista de la Universidad de la República, que ha seguido manifestándose a lo largo de las décadas, todavía más de las dos terceras partes de los estudiantes universitarios son montevideanos, a lo que se agrega la porfiada realidad de que la mayoría de los jóvenes proviene de hogares medio alto y alto en materia de ingresos del núcleo familiar.
Pero a medida que se vayan sumando excepciones a la regla de centralización se consagrarán avances, sin dudas, y en este caso el proyecto va más allá y apunta a ser un paso fundamental en aras del desarrollo, de la actitud descentralizadora que debe reafirmarse una y otra vez, y no solo con palabras, sino dando protagonismo a las sedes del Interior.
A la vez, en una Universidad tradicionalista y conservadora, a través de este tipo de propuestas no se están repitiendo las carreras de la Universidad montevideana, --que también debería hacerse, para facilitar el acceso de los estudiantes del Interior-- y sobre todo se está procurando crear centros de excelencia educativa y de investigación de acuerdo a las necesidades de cada región.
Seguramente lo más destacado, además del hecho de que se trata de un emprendimiento universitario ubicado lejos de Montevideo, es que se instale en el ámbito de la Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni, que es una abanderada de la investigación en apoyo a la producción agropecuaria, y además apunta a una necesidad imperiosa del país, que es la incorporación de conocimiento aplicado en áreas que son estratégicas para un país de base esencialmente agropecuaria.
Es necesario más investigación, tecnología, y sobre todo capacitación para atender la demanda de industrias que no cuentan con suficiente personal técnico para mejorar su desenvolvimiento, y a través de la incorporación de nuevas carreras universitarias puede comenzar a revertirse el clásico molde de nuestra formación terciaria, que ha sido en exceso abstracta y de oferta de carreras tradicionales --todas en Montevideo, por supuesto-- con escasa adaptación a las necesidades del esquema productivo, de la misma forma que se ha funcionado con notorio déficit en la capacitación técnica de mano de obra especializada para sectores que han debido incorporar sus propios esquemas de formación sobre la marcha.
En los hechos, a la vez de ser una apuesta descentralizadora, se trata de contribuir a darle valor agregado a los productos primarios del país a través de la aplicación de tecnología, para acceder al mercado internacional con excelencia y mejor competitividad, a la vez de mayor reciclaje de recursos dentro de fronteras, lo que encuadra en las prioridades que debería tener el Uruguay y por ende merece el más amplio apoyo.
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