Paysandú, Martes 21 de Junio de 2011
Locales | 19 Jun Tras permanecer varios meses sin marco institucional y de no percibir partidas por concepto de salarios y funcionamiento de los diversos talleres del área no formal del proyecto “Con los pies en la tierra”, INAU --que había aprobado el presupuesto para este año-- envió el dinero que posibilita la puesta en funcionamiento del centro juvenil.
Durante febrero y marzo se habían inscripto unos 70 chicos de entre 12 y 18 años para asistir a los talleres, esperando comenzar a la brevedad. Sin embargo el dinero llegó hace poco más de dos semanas y los responsables del proyecto convocan a los inscriptos y a quienes, pese a no haberse anotado oportunamente, estén interesados en integrarse a los talleres.
Desde 2010 Paysandú es sede de la primera experiencia piloto del país del Programa de Formación Profesional Básica (FPB) comunitaria de granja. El proyecto --iniciativa de técnicos y vecinos-- apunta a lograr la inclusión de jóvenes de la zona norte que desertaron del sistema educativo. Además, en horario vespertino, se incorporó un espacio de educación no formal para brindar contención social a adolescentes y jóvenes, apoyo académico a los alumnos del FPB, así como recreativa y talleres de granja y panificación.
El profesor Eduardo Flores, coordinador del proyecto integral, expresó que culminado el 2010 concluyó el convenio con Uruguay Integra, programa que gestó el proyecto de la tarde. Según afirmó, las negociaciones con el INAU comenzaron en octubre pasado; se ajustó el presupuesto y en febrero se entregó el proyecto, que posteriormente el Instituto aprobó. “Solo restaba esperar que se hiciera efectivo el pago. Estuvimos prácticamente seis meses generando todo un trabajo en verano, de citar, buscar, generar documentación y finalmente a mucha gente que llamaba le dijimos que los cursos todavía no empezaban”.
Llegaron las partidas
Al haber recibido las partidas que se adeudaban desde febrero, quedó restablecido el marco institucional para trabajar en el programa vespertino. “No podíamos funcionar sin un marco institucional y estamos trabajando con menores; el asunto no era solo que estábamos trabajando sin percibir salario, sino que trabajamos en la contención de los menores y es una responsabilidad”, dijo Flores. Pese a no contar con el dinero necesario, la granja nunca fue abandonada y los técnicos tuvieron que ingeniárselas para generar algún tipo de ingreso para la compra de ración entre otros insumos.
Flores señaló además la complejidad de gestión que plantea el proyecto en su conjunto, ya que depende de muchas instituciones como el Mides --a través de sus programas Uruguay Integra y Uruguay Trabaja--, UTU, INAU e INDA. Sin embargo “lo que hace difíciles las cosas es no tener dinero ni siquiera para comparar ración para darle a las gallinas; tenemos que generar nosotros recursos de otros lados para mantener la escuela”.
Ganas nunca faltaron
“Nosotros empezamos en 2009 con un proyecto informal --esto era ‘Sarajevo’--, había estado abandonado durante tres o cuatro años, habían robado todo lo que había, no había instalación eléctrica, prácticamente sólo con trabajo del equipo técnico se fue recuperando”, recordó el coordinador de “Con los pies en la tierra”. La intención de INAU en el ex hogar de varones, agregó, era hacer un hogar de seguridad que albergara a menores “y nosotros logramos transformar ocho hectáreas en una escuela”. Un año después se brindó un curso de FPB comunitario que fue evaluado positivamente por UTU y actualmente hay dos primeros años, uno de Informática --al que asisten 20 alumnos--, otro de Granja --donde concurren 23-- y un segundo de Granja --que cuenta con 12 jóvenes--. Recién este año la escuela tomó posesión de la casona vieja de INAU. El equipo técnico se ocupó de efectuar mejoras y UTU colaboró con la pintura y vidrios, en tanto un profesor de Matemáticas realizó voluntariamente la instalación eléctrica.
“En este momento tenemos un tractor de un vecino que nos lo prestó, por eso a veces uno se pone mal porque el dinero está y por algunos obstáculos que parecen insalvables y que tienen más que ver con trámites o con la actitud de algunas personas, la plata no llega a tiempo y nosotros nos perdemos todo el trabajo hecho en verano para convocar a los gurises y empezar a trabajar”, explicó el coordinador.
La coordinadora del nuevo centro juvenil, asist. soc. María Clara Bentos, destacó que muchos de los alumnos que asisten al sistema formal, llegaron a la conclusión de que por la tarde, entre estar en la calle y concurrir a la granja, “era mejor estar acá”.
Equipo
En el área no formal el equipo de profesionales y técnicos está integrado por un tallerista de panificación, dos ingenieros agrónomos, un veterinario voluntario, dos educadores, un psicólogo, una asistente social y una licenciada en Comunicación.
Bentos subrayó que lo que viene de INAU corresponde a salarios y funcionamiento del área que está a su cargo; esto incluye artículos de papelería, dinero para la compra de parte de la ración y para parte de la alimentación de los alumnos, ya que INDA colabora con alimentos secos. La asistente social aseguró que de alguna manera el proyecto se ha autogestionando. Los pollos y los cerdos que se han criado fueron vendidos en pie o ya carneados, y con el dinero se adquirió ración. En otras ocasiones los animales han sido consumidos por todos los que trabajan en la escuela. Ese es el espíritu del taller: “se trata de que al menos una vez por semana ellos coman pollo o lechón”, así como verduras y hortalizas de la huerta. Otro de los objetivos es que los alumnos puedan hacer una pequeña quinta en su casa, panificar para consumir el producto, venderlo, o encarar algún emprendimiento basado en elaboraciones artesanales como dulce de leche o algún subproducto de cerdo.
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