Paysandú, Martes 28 de Junio de 2011

Avatares en mercados de materias primas

Opinion | 28 Jun Los altos precios de las materias primas, que incluso prácticamente se “saltearon” la crisis financiera internacional de 2008 --salvo la incertidumbre de unos pocos meses--, obran como un sostén de la bonanza y crecimientos a tasas asiáticas que se siguen dando en países subdesarrollados con ventajas comparativas para producirlos, como el Uruguay.
Pero claro, nadie tiene la bola de cristal y más o menos predecir con algún asidero que nos depara el futuro inmediato, desde que en este mundo globalizado se suceden los avatares y lo que ocurre a veces a miles de kilómetros, termina impactando fuertemente en economías dependientes y vulnerables, como la nuestra, por encima de coyunturas favorables como la que seguimos transitando.
A la vez, como tomador de precios internacionales y por supuesto sin ninguna capacidad para fijarlos o siquiera incidir en su evolución, el Uruguay, sus gobernantes y agentes económicos deben estar muy pendientes del escenario internacional y de como puede generarse un efecto dominó desde mercados lejanos a los que ni siquiera llegamos con nuestros productos, por cuanto la interacción es muy dinámica y a la vez se arrastran expectativas que nos van a afectar de una u otra manera.
Por tal motivo existe un atento seguimiento de lo que ocurre con la crisis socioeconómica y financiera de Grecia, un país con el que en el mejor de los casos tenemos un intercambio comercial mínimo, pero que por pertenecer a la Unión Europea y necesitar salvataje de las arcas del acuerdo europeo, puede hacer peligrar la precaria estabilidad económica en ese continente, donde además hay otros países con alerta naranja o amarilla, como la misma España, Irlanda, Italia y Bélgica.
A la vez, los países dominantes, importadores netos de materias primas, envueltos directa o tangencialmente en la incertidumbre, tienen entre sus objetivos el buscar alternativas para promover un descenso en los precios de las materias primas y la energía, que a la vez son impulsados por la fuerte demanda de China, que está obrando como contrapeso a esas intenciones y con los países proveedores en el medio de este tira y afloje.
Un capítulo en este sentido tiene que ver con la demanda de petróleo, desde que por un lado el grupo de los 20 lanzó una ofensiva política, y por otro Estados Unidos primero y otros países después, decidieron recurrir a sus reservas de petróleo y volcarlas al mercado, con el objetivo predeterminado, de acuerdo a los expertos internacionales, de derribar el precio de la energía y los alimentos, más precisamente de los hidrocarburos y los granos.
En realidad a Uruguay el descenso del petróleo le podría aliviar la factura del crudo que importa en un cien por ciento, pero el impacto negativo sería mucho mayor de generarse un descenso significativo en los valores de los demás productos básicos, por lo que se debe estar con los ojos bien abiertos ante las circunstancias.
El punto es que los europeos están muy interesados en manipular los mercados de los commodities, donde podrían abaratar sus costos de producción, y por lo pronto ya han comenzado a reunir información adicional sobre reservas de alimentos en un intento de generar expectativas por ley de oferta y demanda y consecuentemente actuar sobre los precios actuales, a la vez de acelerar las ayudas para países en desarrollo cuando enfrenten circunstancias climáticas adversas y así asegurarse una oferta fuerte en todo momento.
Es decir, es una ayuda interesada que va en la misma dirección de abatir los costos, porque mientras los precios de las materias primas en general y de los alimentos estaban deprimidos, y por lo tanto sumiendo en la pobreza a los países productores, las naciones poderosas abogaban por el libre mercado, pero cuando las cosas se dan al revés, no vacilan en maquinar medidas proteccionistas o de manipulación de los mercados, en su beneficio.
Y como la constante histórica ha sido la de que cuentan con medios para incidir en los mercados, para países como el Uruguay la alternativa es la de hacer las cosas que se debe hacer para reducir dependencias, como por ejemplo buscar que el crecimiento sea acompañado por desarrollo, para no seguir apostando casi exclusivamente a las exportaciones de commodities.
Pero sobre todo ajustar el gasto público a las reales necesidades del país, procurando abatir el déficit fiscal que igual seguimos teniendo pese al aumento de la recaudación, para no quedar agarrados del pincel si cambia drásticamente el escenario internacional.


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