Paysandú, Jueves 30 de Junio de 2011
Opinion | 26 Jun En reciente audición radial el presidente José Mujica alertó que la creciente demanda de servicios del esquema productivo nacional nos está hundiendo en lo que calificó como el “apagón logístico”, es decir el colapso del precario esquema intermodal de transporte con el que contamos actualmente para la salida de la producción, sobre todo la de gran volumen, como los granos y la madera.
Por lo tanto el mandatario sostiene que la demanda de infraestructura, ya en el presente, pero con mayor énfasis en los años inmediatos, superará lo que pueda hacerse con la disponibilidad de recursos actual si es que no se da un salto cualitativo y sobre todo cuantitativo.
Mujica pretendió justificar de esta forma su polémico impuesto al agro, el cual --dijo-- tiene como objetivo una recaudación que será volcada para mejorar las rutas del país y “evitar caer en lo que Brasil llamó apagón logístico y una crisis de carreteras que nos puede maniatar”.
“Pero es claro que tenemos que hacer inversiones de 400 millones de dólares en sistema vial y no tiene vuelta; de lo contrario no estamos a la altura de necesidades que el país productivo está reclamando. Son cosas estructurales que deberíamos entender entre todos”, afirmó.
El punto es que esta suma requerida dista un abismo de la que se prevé recaudar por esta vía impositiva, que en el mejor de los casos sumaría unos 60 millones de dólares y que incluso presenta aspectos adversos como un mensaje a los inversores de un cambio de reglas de juego respecto a lo que se había señalado como estabilidad para los emprendimientos, incluso en la reunión con empresarios en el Hotel Conrad.
Para el mandatario, el sistema vial uruguayo sufrió en los últimos años un desgaste importante por lo que llamó “una crisis de crecimiento que es positiva”. Incluso subrayó que ello responde a que desde 2004 a la fecha, aumentó la venta de camiones pesados y se incrementó el transporte de productos. “Se multiplican las empresas, los galpones florecen como hongos, se multiplican los talleres”, puntualizó. Las cifras indican que en el año que transcurrió solo para mover los granos se utilizaron 207.000 viajes de camión de 30.000 kilos. Y para la madera, “fueron 150.000 viajes de camiones pesados, de los grandes. Y para la carne y la leche fueron 90.000 camiones. Y no pongo cifras que tienen que ver con otros transportes menores, como cemento y piedra”, dijo el presidente.
Claro, el mandatario no ha descubierto nada que no haya sido advertido hace años, como incluso lo hemos señalado en reiteradas oportunidades desde esta columna de opinión, y también denuncia que en el Presupuesto Quinquenal en los recursos dispuestos para el Ministerio de Transporte y Obras Públicas no se tuvo la disposición, en el marco del aumento significativo del gasto público, para la provisión de recursos suficientes para infraestructura vial.
Y si esos sesenta millones de dólares son poca cosa para lo que se necesita, para atender la demanda de refuerzo en carreteras, en red de salida desde los campos y en el propio ferrocarril, nos encontramos a la vez con que habría que promover decididamente proyectos como la reestructura del ferrocarril, que todavía está en discusión en el seno del gobierno, y hacer uso adecuado de la Ley de Participación Público Privada, recientemente aprobada, y que apunta a la dotación de infraestructura mediante la participación privada.
Mujica recordó que se han afectado las rutas, “fundamentalmente del centro y Litoral del país”, lo que tiende a disminuir “la velocidad de los camiones, baja la productividad y se necesitan más camiones, se demora más en descargar por problemas de infraestructura y la marcha forzada en rutas merma la productividad”.
Y más allá del mea culpa que corresponde a éste y anteriores gobiernos que no se decidieron a tomar el toro por las astas y siguieron pateando la pelota para adelante, ha llegado la hora de que el sistema político promueva respuestas a tono con el desafío, que no es menor, desechando esquemas ideológicos y sobre todo desestimando planteos corporativos y sectoriales, como los del gremio de AFE, que solo atienden su situación y no el interés general. También que nuestros gobernantes, además de hablar de la infraestructura que se necesita, se vuelquen decididamente al desarrollo de modalidades de transporte que han sido dejadas de lado durante muchos años, como el transporte fluvial y el ferrocarril. En el primero de ambos casos se ha avanzado, como lo demuestra la reactivación del puerto de Paysandú, pero sigue rezagado el ferrocarril, e incluso se ha retrasado la aprobación de un decreto en el seno del gobierno para la participación privada y reestructura que necesita imperiosamente para poner el ferrocarril al servicio de la producción. Porque a este paso el “apagón logístico” a que se refiere Mujica nos va a dejar a oscuras cuando esté más cerrada la noche, y sin las respuestas que debiéramos haber previsto ya muchos años antes.
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