Paysandú, Jueves 30 de Junio de 2011
Opinion | 29 Jun No es novedad que en la ciudad de Paysandú hace tiempo que hace falta el impulso comunitario brindado por las comisiones de barrio que durante décadas fueron los interlocutores válidos entre las autoridades de la Intendencia y la comunidad. Las ideas muchas veces surgían de la comunidad, pasaban por la consideración de las comisiones vecinales y desde allí eran elevadas a la comuna, logrando así mejoras para un barrio en particular, que desembocaba siempre en beneficio para toda la ciudad.
En los últimos años, las comisiones de barrio han ido desapareciendo, aunque algunas se mantienen con estoicismo y buena organización interna, por diferentes causas, partiendo de la propia crisis en que se vio envuelta la ciudad con la caída de las grandes industrias otrora símbolo de desarrollo. La reconversión laboral se llevó todos los esfuerzos de los individuos en desmedro de la cohesión comunitaria.
No obstante, la realidad es bien diferente apenas se sale de la ciudad hacia el interior del departamento. Hasta en los más apartados lugares hay varias comisiones en torno a la capilla, la escuela, el club, el baby fútbol o el desarrollo rural.
Las comunidades encuentran siempre su manera de buscar su desarrollo, a veces con éxito, a veces con más dificultades. Quizás la cercanía y el conocimiento entre todos los vecinos que se da en las pequeñas comunidades facilita de alguna manera unirse en grupos de trabajo, que tienen el gran logro de hacer caminar hacia un mismo destino a cada pequeña comunidad.
La ciudad de Paysandú, con sus luces y su movimiento social y económico, bien podría tomar ejemplo de esto, recuperando a partir de las comisiones vecinales la cohesión social, un elemento que a este heroico Paysandú le hace falta, para ver primero los logros obtenidos, mucho antes que las fallas que tenemos.
Cada cual desde su trinchera aprecia los errores pero tiene dificultades en ver las grandes cosas que hemos ido logrando paso a paso, palmo a palmo. La cohesión social debe ser la meta, por encima de las diferencias partidarias que hoy parecen establecer ghettos. Las comisiones vecinales, esencia del gobierno popular, bien pueden ayudar a que comencemos a dejar en cada hogar el cintillo partidario y las frustraciones, comprometiendo el mayor esfuerzo para recuperar la real unión como comunidad. No es nuevo expresar que en la unión está la fuerza. Sigue siendo cierto.
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