Paysandú, Viernes 01 de Julio de 2011
Locales | 24 Jun Juana Peirano Scayola y Geraldo Capeci Améndola conformaron un matrimonio de descendientes italianos de gran espíritu emprendedor y solidaridad con los vecinos.
Fueron los Capeci – Peirano quienes donaron una cuadra de campo a la Curia, para que en un futuro se levantara una capilla sobre el sinuoso sendero ubicado en las cercanías al arroyo Sacra. Con ese fin, primero --por el año 1956-- construyeron la gruta con recursos propios y dos años más tarde el edificio donde se erigiría la capilla. Si bien vivían en la ciudad, contaban con un predio de cinco cuadras por la zona del arroyo Sacra, a doscientos metros de la radial que actualmente conduce a pueblo Porvenir. Lógicamente que el entorno era muy diferente al actual, con más gente, chacras con fuerte producción familiar y fundamentalmente mayor compromiso con la tierra.
La siguiente historia reproduce parte de la vida de Juana Peirano, una vecina de firmes principios. Una mujer de fuerte carácter y extraordinaria capacidad de mando. Esa definida actitud le permitió ejecutar proyectos en plazos fijados por ella misma. Emprendedora e innovadora para su época, asumió un fuerte compromiso con el prójimo, cumpliendo así con los principios de la Iglesia Católica. Además, Juana se encargaba de llevar a la catequista desde la ciudad --a veces era de la zona-- para dictar clases en la capilla.
Según recordaron algunos familiares, “fue solidaria y muy agradecida. Hizo del trabajo diario su ofrenda personal a Dios”. Esa filosofía de vida le permitió ver el trabajo no como un sacrificio, sino como forma de realización personal. Vivió –según recuerdan sus familiares-- contenta con sus logros, reuniendo a sus hermanos y descendientes. Crió a tres jóvenes que llevó desde el antiguo “Consejo del Niño” como hijos adoptivos, integrándolos a la familia, tanto en las actividades de la chacra como en la ciudad, conformando así una familia numerosa, pues el matrimonio tuvo cinco hijos y muchos nietos.
Por aquellos años, en la zona donde se levantó la capilla Capeci, vivían varias familias. Entre ellas los Rotundo, De Agustini, Fallini, Ceveda, Oviedo, Dante y Peirano. Estos últimos hermanos de doña Juana, quienes vivían en las chacras linderas con sus respectivas familias.
En las chacras se producía maíz, verduras y todo tipo de hortalizas que se canjeaban o vendían. También había pequeños tambos y se criaban cerdos y gallinas. Se hacían manualidades, tejidos y en los campos linderos se levantaban hornos de ladrillos. En tanto, algunos vecinos trabajaban en la Facultad de Agronomía o en Pueblo Porvenir.
Algunos nietos de doña Juana aseguran que los recuerdos no se circunscriben exclusivamente a la capilla. También destacaron que la chacra familiar era punto de reunión y recordaron a su vez “que en ocasiones de Semana Santa, se celebraban misas con todos los primos de la familia, los que vivían en Paysandú y los que venían desde Montevideo. Era una fiesta celebrada con una enorme reunión. Las misas eran en general de tarde, las daba el Padre Pérez y tiempo después el Padre Pías, luego de haber compartido un asado en la chacra. Luego de la misa había pasteles, hechos por la familia, una delicia”.
“Había juegos y también andábamos a caballo”, recordaron. “Por supuesto que no faltaba que alguno de los primos intentara jinetear un caballo con escasa suerte. Cómo olvidar los paseos en sulky, remontada de cometas --que llamaban ‘pandorgas’-- y también alguna que otra recolección de verduras, entre ellas habas, que luego había que pelar y a nadie le gustaba. En el fondo de la capilla había un tajamar, que disfrutábamos mucho, haciendo botes y mojándonos. En fin, gratos recuerdos”, reflexionaron.
Si bien hoy en la capilla Capeci se celebra misa solo una vez al mes, a cargo del padre Justo Sanfrancisco, es una de las pocas en Paysandú en las que se pueden realizar casamientos. Además, algunos vecinos están solicitando poder celebrar bautismos.
El entusiasmo es tal que piensan construir un baño a efectos de mejorar los servicios. Actualmente el matrimonio Beraldo- Fuidio se encarga del mantenimiento del lugar.
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