Locales | 24 Jun Hoy termina un ciclo. La sección Interior de diario EL TELEGRAFO cierra cuatro años de contacto permanente con el interior rural profundo del departamento. Para el periodista que generó este material durante dicho período significó una extraordinaria experiencia profesional y humana. Llegar al interior y amplificar las voces de la mujer, el peón, la maestra, el médico y el gurí resultó un enorme aprendizaje. Mostrar sus alegrías y tristezas fue un disfrutable desafío, cargado de emoción. Siempre fue intención desde esta sección abrir una ventana hacia el vecino que no vive puerta por medio en nuestro barrio, porque hablamos del vecino que no vemos, de “el otro vecino”.
Tal vez lo más significativo de este trabajo se concentró en el intransferible testimonio que cada una de las entrevistas y fotografías reveló. Precisamente cada una nos permitió conocer parte de ese interior que cobra vida más allá del patio de nuestra casa. Es un interior mucho más amplio y profundo. Paisajes que cobran vida a través de cerros y llanuras, serpenteantes arroyos y caudalosos ríos internos. Los animales pastando en las praderas y los habitantes esforzándose para finalmente saborear el fruto cortado. Los bosques vírgenes y la fauna que convocan al más impertinente de los curiosos y despierta intriga a los forasteros, mientras que la más amplia diversidad de sonidos, resultan familiares para los lugareños.
Definitivamente esta experiencia fue mucho más que presenciar una ópera en platea preferencial. Durante el tiempo que demandó no tuvo equivalentes. Solo es comparable con escenarios que la naturaleza es capaz de obsequiar sin pedirnos nada a cambio.
Finalmente, tras cuatro años de intensa actividad periodística en esta sección, se cierra un ciclo y se abren nuevos objetivos. En cuanto al periodista que generó este ámbito, solo le resta agradecer a los compañeros de Redacción, de Administración y a la Dirección de EL TELEGRAFO por haber asumido juntos el desafío. Personalmente quiero enviar un gran abrazo y un gracias muy especial a todos los protagonistas de estas historias que nos permitieron conocer un poquito más como se mueve, respira y vive la familia en el escenario rural sanducero. Jamás olvidaré la experiencia y gracias a ese vecino rural aprendí el verdadero significado de la palabra sacrificio. Seguramente en cualquier cruce nos volveremos a ver y a compartir alguna anécdota. Gracias. Ricardo Cattani Barcia