Paysandú, Martes 05 de Julio de 2011

Materias primas y calidad del empleo

Opinion | 05 Jul Un informe divulgado recientemente por el Banco Mundial analiza el panorama que presentan las naciones latinoamericanas de cara al futuro como proveedoras de materias primas, y subraya que ante la evolución de los mercados mundiales respecto a estos productos, que salen sin procesar de sus países de origen, no resulta de primordial importancia que estos productos primarios reciban o no valor agregado en el subcontinente.
El documento agrega que la demanda en expansión de minerales y materias primas agrícolas por los mercados asiáticos, sobre todo de China, ha contribuido al crecimiento económico a medida que la región deja atrás la crisis global y --de acuerdo con el estudio-- en América Latina ha habido un cambio sustancial en el destino de sus exportaciones, teniendo en cuenta que se ha pasado de la exportación de materias primas a países ricos al comercio con economías emergentes.
Indica que desde 1990 a 2008 China creció más de diez veces en cuanto al volumen de las exportaciones totales de materias primas de la región, y por ejemplo es el mercado más importante para las exportaciones brasileñas de materias primas, al representar casi una quinta parte del total de éstas en 2008. Para el Banco Mundial este volumen de exportaciones, de administrarse adecuadamente, haría que las abundantes ganancias provenientes de esta recuperación impulsada por las materias primas puedan ayudar a que la región aproveche esta oportunidad de crecimiento, proporcionando mayor espacio fiscal a los gobiernos y sirviendo directamente como una plataforma de crecimiento.
Considera que la velocidad de la recuperación latinoamericana y su fortaleza ante la crisis económica global puede atribuirse, en parte, al crecimiento de las exportaciones de materias primas regionales con destino a las economías asiáticas, al punto que de mantenerse la demanda asiática de exportaciones como soja argentina, mineral de hierro brasileño, cobre chileno, pescado y minerales peruanos y otras materias primas latinoamericanas, la región estará en una posición inmejorable para poder beneficiarse de sus recursos naturales.
Pero claro, el Banco Mundial no cuenta con equipos técnicos infalibles en cuanto a pronósticos y ni siquiera en cuanto a las evaluaciones de causas y consecuencias de escenarios presentes y futuros, y mucho menos “está en el cuero” de los países latinoamericanos en cuanto a situación y aspiraciones.
Sostiene que esta corriente favorable y los altos precios de las materias primas pueden maximizar aún más la contribución al desarrollo regional siempre y cuando las ganancias se administren de manera prudente y con un horizonte de largo plazo y la región evite los riesgos asociados a la abundancia de materias primas.
Pero deben relativizarse estas consideraciones, desde que si bien existe disponibilidad de recursos naturales y se cuenta con grandes ventajas comparativas para la producción de materias primas, con suelos y clima favorables, no es menos cierto que la repercusión en los países productores no tiene el mismo poder multiplicador de riqueza y beneficios económicos en la sociedad que el que genera la exportación de valores similares en productos terminados o semiterminados.
Por lo menos el desafío es administrar bien esta bonanza y destinar esas ganancias a la inversión en capacitar el capital humano, a construir una infraestructura mejor y a fomentar la innovación, que es algo fundamental para el crecimiento sostenido mediante la incorporación de valor agregado, que es sinónimo de fuentes de trabajo y de mejora de la calidad de vida.
La coyuntura de buenos precios de las materias primas agrícolas otorga a la región niveles de crecimiento sostenidos que contrastan con la crisis global que se ha generado a partir de 2008 y que subsiste en países europeos y Estados Unidos. Ocurre que la demanda se sostiene por la presencia de países como China y la India, como compradores de materias primas.
Pero debe tenerse presente que “no todo son rosas” y que vender productos en bruto para que sean elaborados en economías industrializadas significa seguir en la dependencia y sobre todo crear puestos de trabajo de calidad en otras latitudes, en desmedro de la de los empleos que se generan en los sectores primarios con su producción en los propios países latinoamericanos.
Ello indica que la evaluación correcta del escenario debe encararse incorporando éstos y otros aspectos socioeconómicos, a efectos de establecer un diagnóstico aproximado de la realidad para poder actuar en consecuencia, porque solo la exportación de materias primas en crudo no es sinónimo de crecimiento con desarrollo ni mucho menos.


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