Paysandú, Miércoles 06 de Julio de 2011
Locales | 06 Jul Las minorías no pudieron expresarse en el
llamado a sala por el desastre ambiental
La verdad sea dicha, el Señor Intendente comenzó bien al asumir responsabilidades políticas por la nefasta intervención en el Teatro de Verano y hasta pudo compartirse con él en cuanto dijo y señaló que se cometió un error, que se actuó fuera del protocolo y que el Director de Turismo dispuso por sí mismo voltear varios árboles del Teatro sin informar al Director de Promoción y Desarrollo ni al propio Intendente.
Y agreguemos, por cuenta nuestra, que todo eso lo produjo sin tener un proyecto de intervención aprobado, discutido, consensuado y sin mediar las consecuencias de sus actos.
Esa fue la declaración inicial, sin ambages, contundente de quien asume errores en el proceder de este episodio que puede catalogarse como “desastre ambiental” ya que se derribaron catorce árboles de setenta años de vida, lo que de alguna manera se intentó minimizar diciendo que cuatro de ellos estaban podridos y uno se hallaba seco o que eran muy esbeltos, debiendo señalarse que por lo menos a ojos vista el estado del árbol que cayó y destruyó una pared del Teatro de Verano era excelente como muestra cualquier fotografía de las que circularon por internet, no estaba podrido, ni seco.
Entonces, si el Intendente dijo que se actuó mal en lo protocolar, ello lo dignifica en su función, siempre que a renglón seguido y sin solución de continuidad hubiera solicitado la renuncia del Director. Pero no, en su lugar lo sancionó con cinco días de suspensión como si fuera un funcionario que faltó al trabajo sin avisar o que insultó a su jefe o que cometió cualquier acción u omisión leve o intermedia. Pero aquí estamos ante un Director de Área que debe suponerse que hoy no gozará de la confianza política (de eso estamos hablando en esta solicitada) del Director General y del Señor Intendente pues actuó, según dijeron ambos en el llamado a Sala, sin informarles de su improvisada intervención urbana, por lo que deberían solicitarle su alejamiento del cargo.
Desde luego que sería peor si hubiera actuado con conocimiento de las autoridades departamentales.
Continuando, es más grave aún que los benignos cinco días de sanción que luego los técnicos que acompañaron al Intendente intentaron justificar el desastre en consideraciones que la Bancada del Frente Amplio no pudo refutar, desde que el curioso episodio de pasarse la palabra entre los miembros del Ejecutivo consumió casi tres horas y de hecho podrían seguir hasta el día de hoy si no fuera porque los Ediles del Partido Nacional estaban apurados por terminar a la hora veinticuatro sin saberse muy bien por qué razón y utilizaron los más variados argumentos para llamar a silencio al compañero interpelante y pretendiendo imponer la moción de dar por suficientemente debatido el tema, la que pudo evitarse a tiempo.
El punto que realmente agravia a cualquier observador radica en saber por qué causa o motivo en una sesión en la que el Ejecutivo habló por casi tres horas, el oficialismo pretendía limitar a quince minutos el tiempo del curul Luis Lopardo, forzando el Reglamento hasta convertirlo en letra muerta.
La interpretación reglamentaria ensayada resultaba tan absurda como violatoria del principio de igualdad, desde que en un debate entre dos antagonistas el sólo hecho de pensar en que uno tiene quince minutos y que el otro tiene todo el tiempo que quiera, es francamente insostenible.
Por fortuna el propio Reglamento de la Junta es clarísimo: el Art. 142 refiere a que el Presidente le dará la palabra al convocante y al convocado, ninguno de los cuales tendrá limitaciones de tiempo de exposición, pretendiendo por el oficialismo que el plural utilizado refería al intendente y a sus acompañantes pero no a Lopardo, lo que nuevamente resulta equivocado.
El propio artículo reglamentario prescribe más abajo que los firmantes del llamado a Sala que no sean el interpelante dispondrán de tiempo limitado a cinco minutos, lo que implica por mera técnica de interpretación (a contrario sensu) que el interpelante no tiene límite temporal, aún sin considerar que el interpelado dispone de todo el tiempo que desee y vaya si lo usufructuó (¡!)
Una pena por la institución parlamentaria, pues las minorías aún tienen mucho que expresar sobre el tema medio ambiental y aguardan cambios significativos en la intervención del equipo de gobierno en el espacio público.
Dr. Enrique Malel - C.Id.1.823.456-6
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