Paysandú, Viernes 08 de Julio de 2011
Locales | 03 Jul Los vecinos de Pueblo Esperanza se mostraron poco optimistas respecto a que a fin de este año culmine la construcción del edificio de la Escuela 58. Para ello primero deberá solucionarse el conflicto -iniciado en marzo pasado- entre los obreros y la empresa constructora que los contrató y luego dio de baja en el BPS. Mientras, los setenta alumnos continúan asistiendo a las clases que se dictan desde 2008 en cuatro salones improvisados en un centro comunal de la intendencia, en condiciones “emergencia”.
Un equipo de EL TELEGRAFO se trasladó hasta el pueblo, que mes tras mes, ve como se extingue su esperanza de que los niños sean educados en condiciones dignas. Allí entrevistamos a varios padres que nos contaron su visión acerca de los acontecimientos.
Desaliento
A pocos metros de la obra a medio edificar, ubicada en el kilómetro 15 de Ruta 90, y que está ocupada desde el 30 de marzo pasado, una vecina manifestó a nuestro medio “que hace más de 20 años se espera que se haga, es un atraso total. Los niños han estado muy ilusionados pero ven que muchas generaciones van egresando y la situación es la misma”.
“Para mí, el conflicto va para largo”, dijo otra vecina mayor quien refiriéndose al asunto laboral entre obreros y capataz sostuvo: “decían que el capataz era muy conflictivo; lo sé porque mi hijo trabajó como sereno en la obra y según se sabía era una persona de genio variable”. También específicamente señaló que “siempre se dijo que la estructura está muy mal hecha, tiene muchos problemas”.
Un hombre entrado en años afirmó que un conocido suyo, entendido en obras, se sorprendió cuando se enteró quién era la persona que estaba desempeñando el cargo de capataz en la construcción. Además, el vecino señaló que es una persona con un carácter “bastante especial”.
El padre de uno de los alumnos de primer año se mostró desanimado porque “la situación de los chiquilines se mantiene incambiada, con los mismos problemas desde hace varios años”. La madre de otros dos escolares dijo que “hemos tocado fondo, ya no esperamos nada porque la ilusión se termina”. Además de las dificultades que implica asistir a un local que fue construido para fines que distan de lo educativo, la comisión fomento ha tenido que hacerse cargo de la compra de estufas para calefaccionar el ambiente, una alfombra para el salón de Educación Inicial, materiales para educación física y equipo de música --que fueron hurtados el año pasado al igual que el microondas y la canasta navideña--. A esto se suma la compra de vidrios que han roto los jóvenes que se juntan a jugar al fútbol en el predio abierto emplazado detrás de la escuela.
Medidas
La presidenta de la comisión fomento de la escuela, Sonia Canales, indicó que durante la visita del intendente Bentos al pueblo, éste sostuvo que va a concretar una reunión con el inspector departamental de primaria para interiorizarse en el tema y “darnos una mano”. Además la entrevistada dijo que cabe la posibilidad de viajar a Montevideo y solicitar una reunión con José Mujica. Aseguró que ya han establecido contacto con su secretaria quien solicitó le enviaran un informe --que ya fue remitido-- detallando la situación, “y bueno, estamos esperando esa respuesta.
Si no la tenemos, nos vamos a ir el grupo de madres, vecinos y trabajadores porque algunos de ellos son padres que envían a sus hijos a la escuela y se sienten mal porque se dan cuenta que seguir esa obra es peligroso, están viendo que eso está todo mal”, reflexionó.
Por último opinó que “si esa empresa no va más, que le den la construcción a la que le seguía cuando licitaron y no que esperen a otro llamado dentro de tres o cuatro años”.
LA ESCUELA
El serio deterioro del edificio escolar de más de cien años hizo que en 2008 las autoridades departamentales de Primaria suspendieran las clases y resolvieran trasladar todo el equipamiento escolar a un centro comunal municipal y un salón de Mevir, lugares donde el 2 de agosto se retomaron las clases. En 2009 el debilitamiento del interés por aprender y del sentido de pertenencia por parte de los alumnos, además de los reiterados problemas de conducta, hicieron que padres, la directora y el Inspector Departamental reunidos resolvieran que el centro escolar funcionara en un mismo edificio. Fue así que quienes tomaban clases en el salón de Mevir se unieron a quienes asistían al centro comunal de la Intendencia. En virtud de que dos salones resultaban escasos, Primaria envió dinero para cerrar un alero existente detrás del centro comunal y construir un tercer salón cuya mano de obra fue aportada por la intendencia. La ampliación fue dividida internamente con lambriz y se acondicionaron dos salones.
Local de emergencia
Desde entonces el edificio cuenta con cuatro salones, una cocina, un recinto donde funciona la dirección y donde se guarda equipamientos y artículos escolares y de gimnasia, un baño para los niños y otro que es utilizado por los maestros --ya que allí no funciona la cisterna--. En un salón se ubicó a Educación Inicial de 4 y 5 años, en otro Primero, Segundo y Tercer año, en otro Cuarto y Quinto y en el cuarto salón Sexto año, lo que hace de este centro de enseñanza una escuela multigrado donde la directora también es docente.
Concurren setenta niños, cuatro docentes, un auxiliar y un profesor de educación física. Allí el equipo docente trata de potenciar el aprendizaje de los niños con lo recursos existentes pero las carencias son notorias. No tienen un comedor para tomar la merienda por lo que ésta se les sirve en los mismos salones, durante los días de lluvia la poca capacidad del pozo negro hace que se desborde y en los salones más nuevos entra agua por el techo.
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