Paysandú, Viernes 08 de Julio de 2011
Opinion | 08 Jul La problemática de la seguridad –o de la inseguridad, mejor dicho— ha sido muy difícil de asumir en su real proyección tanto por la Administración Vázquez como por la del presidente José Mujica, pero es indudable que a la luz de la negativa experiencia de sus antecesores, el actual ministro del Interior, Eduardo Bonomi, del mismo sector que el actual mandatario, ha tratado de enmendar errores y sobre todo dejar de lado posturas ideológicas que limitaron severamente la visión del tema, para asumir que la represión es parte indisoluble de cualquier política en esta área, en Uruguay como en cualquier país del mundo.
Uno de los instrumentos más recientes adoptados por el gobierno con este fin ha sido el de la instrumentación de megaoperativos, que conllevan la intervención concertada de fuerzas policiales en determinados barrios problemáticos de la capital, donde se ha extendido el concepto de que es “tierra de nadie”, la Policía directamente no entraba y donde la minoría dominante de delincuentes y antisociales han sentado sus reales, por fuerza de la imposición del miedo sobre los vecinos honestos.
Empero, para buena parte de los sectores de la coalición de gobierno aferrados a viejos esquemas ideológicos se están violando los “derechos humanos” de delincuentes con estos allanamientos y detenciones, asimilándolos a las razzias de la dictadura y los primeros años de democracia –de hecho tienen mucho en común--, como si no hubiera garantías a los ciudadanos con la vigencia del Estado de Derecho y la consecuente actuación imparcial de los magistrados intervenientes.
Es cierto, nadie puede creer que por estos megaoperativos, sorpresivos o no, se vaya a erradicar la delincuencia ni mucho menos, y ni siquiera dar algún golpe decisivo casual contra organizaciones delictivas muy bien organizadas, pero sí ponen de relieve que su impunidad no es absoluta, y que los vecinos tienen garantías de que se puede actuar igualmente, en el barrio que sea y que no hay lugares a los que el Estado no pueda entrar porque los malvivientes no lo quieran.
Incluso los propios residentes en esas zonas --los que no son delincuentes ni los protegen, naturalmente-- en declaraciones a la prensa se han mostrado agradecidos por esta actuación policial e hasta reclaman que sean más asiduos y severos, porque están cansados de convivir y ser víctimas de los antisociales.
En la fuerza de gobierno, sin embargo, coexisten visiones encontradas, porque además de catalogar estos operativos como razzias –mala palabra para la izquierda-- sostienen que no se generan respuestas a los problemas, y que debería seguirse en el mismo rumbo trazado por los ministros anteriores, es decir “haciendo la plancha” hasta que presuntamente den resultados las políticas sociales que supuestamente, al erradicar la marginación y la desigualdad, llevarán a que no haya más delincuentes.
Tales conceptos puramente ideologizados e idealistas dan la pauta de que no se comprende ni siquiera en lo superficial cual es la problemática de la delincuencia, que no solo tiene que ver con la marginación y la escasa educación, además de la no inculcación de valores en los hogares y en el ámbito social, sino también con la incidencia de la droga y el modus vivendi de miles y miles de personas, no solo jóvenes, que encuentran en la delincuencia un “trabajo” más o menos accesible, sin necesidad de estar atados a reglas de convivencia y compromisos.
Unas de las recientes críticas a los megaoperativos proviene nada menos que de la ex ministra del Interior y actual diputada socialista Daisy Tourné, hacia la política de seguridad y sobre todo hacia la tarea que realiza el actual titular de esa cartera Eduardo Bonomi, lo que generó malestar en el Movimiento de Participación Popular (MPP), desde donde se dijo que está “celosa” por los resultados de la gestión.
También las jerarquías de la Jefatura de Montevideo expresaron su desagrado por las críticas de Tourné, y el Círculo Policial del Uruguay rechazó sus dichos por “improcedentes, irrespetuosos y tendenciosos”.
Tourné dijo que en estos operativos solo se detuvo a “chorritos de cuarta” y criticó la efectividad de los operativos de saturación que lleva adelante la Policía. “A los chorros importantes ya les avisó algún ‘milico’ que va a haber un operativo; esos no van a caer, va a caer algún chorrito de cuarta, como ha pasado”, dijo.
En junio de 2009, siendo ministra, Tourné, realizó duras críticas hacia la Policía –“milicos”, según su terminología-- y la oposición, lo que determinó que el ex presidente Tabaré Vázquez resolviera cesarla en el cargo, como corolario de una serie de episodios protagonizados por la ex secretaria de Estado.
Por cierto que la gestión de Tourné se inscribió en un serio déficit y falta de autocrítica, por lo que lo menos que debería hacer es asumir que las cosas no son tan fáciles y que el aporte que debe hacerse en esta problemática, en lugar de alusiones a los “milicos que mandan”, a los eslóganes fáciles y a que solo se detiene a “chorritos de cuarta”, es aportar para realmente velar por la seguridad de la población, de los ciudadanos uruguayos que son las verdaderas víctimas de los antisociales a quienes sin embargo se defiende a ultranza invocando “derechos humanos”. Los mismos derechos que sin embargo no parecen regir para los vecinos que son destinatarios de la insanía de los delincuentes.
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