Paysandú, Sábado 09 de Julio de 2011

Una responsabilidad colectiva

Opinion | 09 Jul Aunque ha pasado desapercibida por el común de la población, desde que no implica una gloria deportiva ni un hecho que toque directamente a cada uno, sí es merecedora de destaque la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de elegir a Uruguay para lanzar desde nuestro país el informe anual sobre la epidemia mundial de tabaco, en reconocimiento a las acciones que desde la Administración Vázquez se han llevado a cabo en nuestro medio contra esta adicción.
Uruguay cumplió con el plan “Mpower” que contiene seis medidas que “demuestran eficacia real para salvar vidas”, señala la OMS, la que revela datos que indican que un número creciente de personas se benefician de al menos una de las medidas llevadas a cabo desde su aplicación, y así ha sucedido en nuestro país, donde estas medidas han sido aplicadas de manera efectiva desde el gobierno anterior.
Debe tenerse presente que el plan Mpower de la OMS tiene entre sus cometidos las políticas de prevención, así como vigilar y proteger a la población del consumo tóxico del tabaco, ofrecer ayuda para salir de la adicción, advertir sobre los peligros de la pandemia, hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio del tabaco, así como aumentar la carga tributaria sobre los productos del tabaco, que son resumidos en esta sigla en inglés que contienen las seis medidas a que aludíamos.
Con la presencia de ministros de Estado, se realizó en las últimas horas el lanzamiento del informe de referencia, con los datos más recientes sobre la prevalencia del consumo del tabaco y las repercusiones de las medidas de control, haciendo incluso hincapié en la importancia de que se incluyan advertencias gráficas de gran tamaño en los paquetes y se realicen campañas antitabaco en los medios de comunicación.
Lamentablemente, pese a los avances puntuales en campañas internacionales, el tabaco continúa siendo la primera causa mundial de muertes prevenibles, desde que determina la muerte de unas seis millones de personas por año en el mundo, lo que no es poca cosa, sobre todo porque es un mal gratuito que se autoinflige el ser humano.
A su vez, la celebración, hace pocas semanas, del Día Mundial sin Humo de Tabaco, coincidió con la difusión de un informe relacionado con estadísticas de consumo en nuestro país y desde el punto de vista sanitario, que indican un avance muy significativo a partir de la implementación de las normas que han restringido severamente los espacios para fumar en el Uruguay, y de acuerdo a esta encuesta los fumadores de entre 25 y 64 años pasaron desde el 32 por ciento en 2006, a un 25 por ciento en 2009.
Asimismo, que se prohibió fumar en espacios públicos cerrados, en 2008, los ingresos hospitalarios por infartos cardíacos disminuyeron un 22 por ciento, según se revela en ese informe.
Incluso aunque estos índices no resultaran tan positivos, y si las mejoras en los porcentajes fueran mínimos, igualmente sería muy favorable el saldo de esta política, por cuanto los uruguayos hemos ganado en calidad de vida, tanto fumadores como exfumadores y los que nunca fumaron, si se tiene presente que la figura del fumador pasivo prácticamente ha dejado de existir, al liberarse del contaminante humo de tabaco espacios en el trabajo y en toda dependencia cerrada, tanto públicas como privadas.
A la vez esta experiencia uruguaya ha servido de ejemplo para que otros países adoptaran medidas similares, como es el caso de la Argentina, donde se aprobó recientemente una ley antitabaco que se centra en la prohibición de fumar en lugares públicos, en la misma forma que se ha legislado en países como Gran Bretaña y otras naciones europeas, en tanto se ha ampliado además este tipo de restricciones en Estados Unidos
Evidentemente en los países europeos hay otra cultura en cuanto al respeto a la ley y no es extraño por lo tanto que estas restricciones se apliquen a rajatabla, con severas sanciones en caso de violaciones, y sin miramientos, pero esta actitud no suele darse en nuestro país, donde a diario se incumplen leyes. Sin embargo, para la ley antitabaco existe una vigilancia social en la que sobre todo el no fumador hace valer sus derechos y no se allana a resignar los espacios que ha ganado en cuanto al aire puro y salud, porque la gran mayoría de la población lo ha apoyado, rompiendo con una cultura de prescindencia e ignorancia de las normas.
Es destacable este involucramiento de la sociedad, que ha contribuido a que Uruguay sea situado como ejemplo en todo el mundo en la lucha contra esta adicción, lo que además de ser motivo de legítimo orgullo conlleva el desafío de extender este grado de responsabilidad a otras áreas, no menos importantes, donde no se asume el mismo grado de compromiso colectivo, como el tránsito, solo por mencionar uno de tantos aspectos en los que tenemos un alto déficit de concientización.


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