Deportes | 11 Jul Pensar en una Copa América sin que Argentina, Uruguay y Brasil sean protagonistas, es prácticamente una utopía. Está bien: dicen que el torneo más añejo del mundo a nivel de selecciones comienza en realidad en la segunda fase. Pero increíblemente los tres grandes, los que siempre son candidatos al título, los que copan la mayor cantidad de festejos en la Copa América, están viviendo una realidad terrorífica en el campeonato. Y, más allá de pensar que no será posible, los tres corren riesgo de quedar afuera en la primera fase, por lo que deben apostar todo a ganador en su última presentación, para poder clasificar a cuartos de final sin depender de nadie.
Argentina, con su plantel plagado de estrellas, apenas pudo cosechar un par de empates y anotar un solo gol en lo que va del torneo, sin que Messi, el mejor del mundo, pueda contagiar a un equipo que no tiene idea a lo que juega.
Brasil, con un montón de nombres más que importantes, parece de a ratos un equipo sin tradición y hasta ingenuo. Y, al igual que los albicelestes, apenas pudo cosechar un par de empates en el Grupo B, anotando dos goles, dejando en claro que ni la juventud y el desparpajo de Neymar pueden hacerle levantar cabeza.
Y Uruguay se contagió de sus vecinos. Cuando parecía que era el equipo más asentado, el de mayor trabajo en conjunto teniendo en cuenta que este plantel está trabajando junto (salvo alguna excepción) hace más de cuatro años, el equipo de Oscar Tabárez no le encuentra la vuelta a la Copa. Es más, pese a tener una delantera temible, apenas si Suárez alcanzó a marcar el único gol celeste en una Copa en la que Diego Forlán, la cara visible de esta selección uruguaya, sigue peleado no solo con el gol sino con la pelota.
Lo cierto es que, a lo largo de sus dos primeros partidos, tanto Argentina como Brasil y Uruguay han decepcionado, pase lo que pase.
Los tres tienen chance de revertir la situación, y de clasificarse en la última fecha. Pero llegan a la última presentación en sus respectivos grupos con muchos más problemas de los previstos, inmersos en una situación impensada de la que, más allá de todo, tienen con qué revertir. Y pueden darse el lujo de pensar, pese a los resultados y al poco fútbol mostrado hasta ahora, no solo en seguir de largo, sino también en pelear la copa.
Eso sí, nadie puede dejar de compartir que esta 43ª versión de la Copa América es totalmente impensada, con los candidatos de siempre angustiados y preocupados, con resultados inimaginables y con más de uno que no figuraba en los papeles de nadie, vivitos y coleando y con chances de seguir de largo rumbo a los cuartos de final.