Paysandú, Domingo 17 de Julio de 2011
Deportes | 13 Jul Escenario: Estadio Unico de La Plata. Público: 40.000 personas. Arbitros: Raúl Orozco (Bolivia), Efraín Castro (Bolivia) y Luis Alvarado (Ecuador).
Uruguay 1 México 0
Uruguay: Fernando Muslera, Maximiliano Pereira, Diego Lugano, Sebastián Coates, Alvaro Pereira, Diego Pérez, Arévalo Ríos, Alvaro González (65’ Nicolás Lodeiro), Cristian Rodríguez (83’ Sebastián Eguren), Diego Forlán (89’ Sebastián Abreu) y Luis Suárez. DT: Oscar Tabárez.
México: Luis Michel, Hiram Mier, Néstor Araujo, Héctor Reynoso, Paul Aguilar, Diego Reyes, Jorge Enríquez, Darvin Chávez, Miguel Ponce (70’ Edgar Pacheco), Giovani Dos Santos (45’ Oribe Peralta), Rafael Márquez Lugo. DT: Luis Fernando Tena.
Gol: 14’ Alvaro Pereira.
Amonestados: Paul Aguilar, Héctor Reynoso, Hiram Mier (M); Sebastián Coates (U).
Ganó, y ganó bien. Triunfó sin problemas, pero se quedó corto en el tanteador. Muy corto. Uruguay venció 1 a 0 a México y obtuvo, en el cierre del Grupo C, su primera victoria en la Copa América, la que le permitió dar el salto a los cuartos de final, fase en la que la tendrá fea: se enfrentará con Argentina.
Los celestes, necesitados de una victoria, fueron más de principio a fin ante este juvenil combinado azteca que no pudo hacerse fuerte más allá de que, en un par de ocasiones y sobre todo sobre el final del partido, llegó a hacer que los más de 20.000 uruguayos que estuvieron en La Plata se paralizaran.
Es que Uruguay desperdició demasiadas ocasiones de gol. Tantas, que cada vez resultó ser más valioso el gol que a los 14’ de juego marcó Alvaro Pereira, vestido de goleador celeste.
Porque la apertura del marcador le dio a Uruguay la tranquilidad necesaria como para poder manejar el trámite, de encontrar los espacios que obligatoriamente dejaría el rival, al que no le quedaba otra que salir a buscar la igualdad.
El equipo de Oscar Tabárez fue más a lo largo de ese primer tiempo, pero ya comenzaba a desperdiciar chances en forma increíble. Y comenzó a flotar, aquello de que goles errados son goles en contra.
Tanto, que el que avisó fue Giovanni Hernández, quien sobre los 24’ sacó un latigazo que obligó a una buena intervención de Muslera para evitar el empate.
Por eso, había que liquidar las cosas. Y había manejo de pelota mirando al arco rival. Cristian Rodríguez hizo un buen partido y se juntó permanentemente con Forlán y Suárez, siendo el delantero del Liverpool el jugador más peligroso de Uruguay, que exigió en forma permanente a la defensa y al golero azteca.
Y Forlán, peleadísimo con el gol al punto de que cumplió un año y un día sin poder festejar con la Celeste, hizo un buen partido habilitando a sus compañeros, pero malísimo a la hora de definir: el delantero quedó solo frente al arco en dos ocasiones a lo largo del partido e, increíblemente, desperdició las dos.
El desperdicio de oportunidades de aumentar el marcador daba miedo. Porque México se animó y le robó la pelota a Uruguay pasando los 10’ de juego, le dio buen trato, y a los celestes les costó recobrar el dominio del balón y del campo. Y cuando lo hicieron, siguieron desperdiciando ocasiones por intermedio de Rodríguez, Suárez, Forlán y hasta Lodeiro, que estrelló la pelota en el caño izquierdo a pocos minutos de haber ingresado a la cancha.
Una sensación extraña flotaba en el Unico de La Plata. Y no pocos cruzaban los dedos intentando sacar de la imaginación esa jugada fortuita de México marcando el empate y complicándole la vida a Uruguay. Por eso los 20.000 uruguayos allá, y los tres millones acá, suspiraron cuando el árbitro anuló el gol azteca ante off side de Márquez.
Porque se ganaba bien. Porque se había sido más. Porque se merecía el triunfo, aunque no se merecía terminar con el corazón en la boca.
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