Paysandú, Domingo 17 de Julio de 2011
Opinion | 15 Jul Hablando en el primer piso de la Torre Ejecutiva ante el presidente José Mujica, el vicepresidente Danilo Astori, mandos medios del gobierno, empresarios y un grupo de sindicalistas, el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, hizo una puesta al día respecto al escenario económico del país y el panorama internacional, con una serie de apreciaciones ajustadas a la realidad y que no pueden además pasar desapercibidas por quienes evalúen con un mínimo de sentido común lo que está ocurriendo.
Es positivo que sea el conductor de la economía el que refrende una visión que ha sido señalada por muchos analistas económicos --también desde la página de opinión de EL TELEGRAFO--, lo que no significa una actitud tremendista ni nada que se le parezca, sino la de asumir nuestras vulnerabilidades y fortalezas, y cuales son las acciones a seguir para reducir aquellas y potenciar éstas, teniendo en cuenta que estamos en un mundo donde no hay certezas y la realidad presenta facetas a veces contradictorias.
Por lo pronto Lorenzo advirtió que se atraviesa un escenario internacional “mucho más incierto”, con “más riesgos y peligros”, del que hay que tomar conciencia y cuya resolución “está fuera de nuestro control”, pero que “nos va a impactar”.
El secretario de Estado expuso estos argumentos para señalar que hay que actuar “con prudencia”, a la vez de anunciar que se ajustó la cifra de crecimiento para este año al seis por ciento y se mantuvo la de los próximos cuatro años.
Igualmente, al considerar cómo puede afectar a la economía uruguaya la crisis financiera que azota Europa, donde hay todavía países en situaciones muy comprometidas, la peor de las cuales corresponde a Grecia, Lorenzo dijo que “hay que prepararse de la mejor forma posible” para enfrentar un deterioro no previsto en los países desarrollados, por lo que entiende que la herramienta a fortalecer es el mantener elevados niveles de liquidez en el sector público y tener líneas de crédito contingente. “Esto permite enfrentar el vendaval de la dificultad de acceso a recursos que podría ocurrir en caso de deterioro a nivel internacional”, sostuvo, y consideró que “el costo de tener elevados niveles de liquidez es tener dinero guardado que no remunera y por el cual para obtenerlo tuvimos que pagar tasas de interés a precios de mercados internacionales”.
Evaluó además que “los riesgos de recalentamiento” pueden “dañar el proceso de expansión de nuestra economía”, por lo que hay ser muy cuidadosos e interpretar señales para enfrentar problemas y anticiparlos, a la vez de mencionar que por primera vez hay una demanda interna que crece por encima del Producto Bruto Interno (PBI).
Reconoció que pese a todos los aspectos positivos de la economía nacional, incluyendo el crecimiento del seis por ciento y las previsiones similares para el cuatrienio, este año se aceptará un cambio en la proyección del déficit fiscal, que subirá al 1,6 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).
Este no es un aspecto menor, porque por más que el ministro trató de dorar la píldora con sus consideraciones, este desfasaje demuestra que mientras por un lado apela a la prudencia ante los posibles avatares internacionales, por el otro el Gobierno sigue gastando más de lo que recauda aún en tiempos de crecimiento histórico de la economía, alimentando así el déficit fiscal.
Esto está precisamente en las antípodas de lo que predica Lorenzo, e indica que se ha continuado aplicando políticas procíclicas, en lugar de crear espacio fiscal y un colchón de recursos que nos pueda dar margen de maniobra ante cualquier cambio negativo en el escenario internacional. Que si bien actualmente podría deberse a la crisis europea que hace referencia Lorenzo, lo cierto es que más temprano que tarde ocurrirá y sin advertencia, porque como lo demuestra la historia, estos ciclos siempre ocurren.
El gobierno sigue gastando, como lo demuestra el Presupuesto Quinquenal, y en este contexto debe relativizarse por lo tanto lo que con muy buen criterio señala el ministro de Economía en sus apreciaciones. Así, reconoce que el escenario indica que debemos ser prudentes, pero el gobierno va por la senda contraria y resigna en gasto no sustentable toda la recaudación adicional por el crecimiento, y lo que es peor, contrayendo compromisos en gasto “duro” que solo pueden ser cumplidos si se mantiene esta coyuntura positiva. Y en gran medida se sigue malgastando el dinero en planes sin sustento ni objetivos definidos, donde hay claros fracasos pero que cada año cuestan miles de millones de pesos a los contribuyentes.
El propio presidente José Mujica ha apelado a que los uruguayos debemos ser medidos en las compras y no seguir la fiebre consumista que ha ganado a muchos ciudadanos en el marco de esta bonanza, pero lo menos que debería hacer el gobierno es predicar con el ejemplo, mostrando por lo menos algún signo de austeridad.
Nuevamente estamos en el haz lo que yo digo pero no lo que yo hago, por un gobierno que paradójicamente reconoce la precariedad de nuestra bonanza pero dilapida dinero como un nuevo rico, un juego podría tornarse muy peligroso si los presagios del ministro se hacen realidad.
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