Paysandú, Lunes 18 de Julio de 2011
Rurales | 11 Jul Las buenas condiciones locales –clima en el otoño y comienzo del invierno, más los valores externos--, permitieron la concreción de las decisiones de inversión de los agricultores, proyectándose un importante crecimiento de la superficie sembrada con cultivos de invierno.
El comportamiento del clima durante el otoño resultó muy favorable para la actividad agropecuaria --más allá de las heladas consecutivas que se verificaron entre el 26 de junio y 7 de julio-- y, específicamente en el caso de la agricultura, ha otorgado buenas condiciones para la siembra de los cultivos de ciclo invernal, que avanza a muy buen ritmo.
Paralelamente se ha venido consolidando un escenario tonificado de los mercados externos, con precios de las commodities agrícolas que han recuperado los niveles alcanzados en los “picos” de 2008.
Lamentablemente no están disponibles aún los datos de la Encuesta Agrícola, que habitualmente a esta altura de año informa acerca de las intenciones de siembra en los cultivos de invierno y sobre los volúmenes obtenidos en las cosechas de los cultivos de verano. Por tanto, es necesario manejarse con diferentes especulaciones acerca de la dimensión alcanzada por esos indicadores.
En el caso de las siembras de invierno, existen diferencias en la magnitud que finalmente lograrían las siembras; es apreciable la coincidencia en la proyección de importantes aumentos.
En el caso del trigo, las distintas fuentes prevén superficies de 600.000 a más de 700.000 hectáreas. En el caso de la cebada, las siembras contratadas por las malterías podrían ubicarse entre 130.000 y 150.000 hectáreas.
A estas superficies de los principales cultivos deberían sumarse entre 30.000 y 40.000 hectáreas de cultivos considerados “menores” (avena, colza, etcétera.).
De ese modo, el área de siembra total podría alcanzar entre 750.000 y 900.000 hectáreas, largamente por encima de las poco más de 500.000 hectáreas totales sembradas en 2010, indica El País Agropecuario, en su último número.
Todo parece orientarse hacia el logro de un nuevo récord de cosecha de trigo, notoriamente el principal cultivo de invierno. Incluso asumiendo una superficie de siembra ubicada en el rango más bajo previsto (del orden de 600.000 hectáreas), el logro de una productividad “normal” (el promedio de los últimos años se ubica en torno a 3 toneladas por hectárea) permitiría obtener una cosecha de 1.800.000 toneladas, que resultaría la más alta en la historia del cultivo en el país
Exterior
Las previsiones de junio del USDA ubican la producción mundial de trigo en 2011/12 en 664.300.000 toneladas, un aumento de 2,5% respecto de la cosecha previa (648.200.000 toneladas).
A pesar de ese incremento, la cosecha no alcanzaría el nivel proyectado para el consumo global, que se ubicaría en 667.200.000 toneladas, un aumento de 1,2% respecto del consumo del ciclo previo (659.400.000 toneladas).
Como resultado de esas previsiones, el balance entre la producción y el consumo resultaría en una nueva caída de las existencias globales al cabo del ciclo 2011/12. El volumen final sería de 184.300.000 toneladas, 1,5% por debajo de los 187.100.000 del ciclo previo. Asimismo, las existencias también se reducirían en términos relativos, proyectándose en 27,6% la relación existencias: consumo (ante los 28,4% en el ciclo 2010/11).
Debe señalarse que el USDA divulgó esta información a mediados de junio, cuando aún persistían condiciones de sequía en algunas importantes regiones productoras (como China o Estados Unidos), que posteriormente --en la segunda mitad del mes-- recibieron abundantes aportes de lluvias, lo que podría llevar a modificaciones de las cifras en los próximos ajustes de las proyecciones globales.
En la región, la información para el ciclo 2011/12 muestra como aspecto destacado la previsión de un balance de oferta y demanda más ajustado.
En el caso de Argentina las previsiones oficiales (Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca) apuntan a un leve crecimiento de 0,11% en el área sembrada, que alcanzaría a 4.700.000 hectáreas (ante los 4.400.000 hectáreas de 2010).
No obstante, pese al aumento del área, la cosecha podría resultar bastante inferior a la previa, en caso de que la productividad se ubique en los niveles “normales”, lo que implicaría una caída importante con relación al rendimiento récord logrado en el ciclo previo.
Efectivamente, en 2010/11 la productividad del trigo argentino alcanzó un máximo histórico de 3.400 kilos por hectárea nivel sustancialmente mayor al promedio de 2.700 kilos por hectárea registrado en los últimos cinco años.
A partir de ese rendimiento promedio puede proyectarse una cosecha de 12.700.000 toneladas, 14% por debajo de las 14.700.000 toneladas producidas en el ciclo 2010/11.
En Brasil, las más recientes proyecciones oficiales (Conab, junio/11) ubican el área sembrada en 2.060.000 hectáreas, una caída de 4,3% respecto de las 2.150.000 sembradas en 2010.
La misma fuente prevé una caída de 3,5% en los rendimientos medios (2,64 kilos por hectárea en 2011/1, ante los 2,74 kilos por hectárea en 2010/11). Así, ocurriría un descenso de 7,7% en la producción, que alcanzaría a 5.430.000 toneladas (frente a 5.880.000).
El balance entre los volúmenes de producción proyectados para Argentina y Brasil y sus respectivos consumos domésticos da lugar a una significativa caída de 54% en el saldo neto regional: en 2011/12 ese indicador se ubicaría en 2.270.000 toneladas frente a 4.890.000 en el ciclo 2010/11.
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