Opinion | 17 Jul Resulta a todas luces oportuna y reflejo de la opinión de la gran mayoría de los sanduceros, la iniciativa planteada en la Junta Departamental para que se reponga el busto del payador argentino Gabino Ezeiza hurtado hace ya tiempo de la Plaza Artigas. En la certeza de que la pieza es a esta altura irrecuperable, no resulta descabellado ni de costo desmedido realizar sobre la base del molde del original de yeso disponible un nuevo busto para ser colocado en el “rincón” oportunamente establecido en el citado paseo público.
Seguramente la iniciativa del edil Francolino es de fácil concreción en muy poco tiempo por lo que el monumento podría reinaugurarse el próximo 12 de octubre, fecha en que se recuerda el fallecimiento del creador del “Saludo a Paysandú” y día en que, en 1978, se inauguró por parte del entonces Intendente, Arq. Walter Belvisi, el “Rincón de Gabino Ezeiza” en la Plaza Artigas.
Pero este hecho puntual nos lleva a una preocupante conclusión: si bien hay monumentos y recordatorios de varias figuras importantes del arte musical, no existe en Paysandú un lugar público donde sanduceros y visitantes puedan apreciar las interpretaciones de todos aquellos que esparcieron hasta en los lugares más remotos, las canciones dedicadas a Paysandú o las compuestas en este lugar por artistas oriundos del Departamento.
En otras palabras, parece muy claro que debería disponerse de un espacio donde, a modo de ejemplo, podamos escuchar al propio Gabino Ezeiza entonando aquellas estrofas “Heroica Paysandú, yo te saludo…”
Y, para respaldar nuestro planteo, digamos que seguramente deberíamos encontrar en ese lugar propuesto, aquellos tangos del “900” que interpretaba el conjunto del sanducero Alfredo E. Gobbi o la orquesta de Alfredo Floro Gobbi, nacido en París pero “oriundo de Paysandú” como estampó su padre al “anotarlo” en el consulado uruguayo en la capital francesa.
También sería un atractivo, sin lugar a dudas, la presencia del conjunto musical uruguayo de mayor éxito internacional en todos los tiempos, integrado totalmente por sanduceros nacido, hace cincuenta años, como “The Blue Kings” para ser luego los famosos “Iracundos”.
La inclusión de Carlos Gardel en la muestra estaría plenamente justificada por su repercusión popular así como por su vinculación con Paysandú, donde se encontró con su primo Juan Escayola, así como su presencia primero actuando en dúo con José Razzano y luego en el ‘33 en una de cuyas funciones se generó aquella anécdota de “si estos pibes no entran, yo no canto”. Pero fundamentalmente, porque fue aquí donde, en diálogo con el entonces cronista de EL TELEGRAFO, agrimensor Luis Alejo Talamás, generó una entrevista que se trasformaría en un trascendente documento probatorio de la orientalidad del “Zorzal criollo”.
No debería faltar, desde luego la presencia de Aníbal Sampayo y de Mario Castro Bergara, quedando muy claro que esta relación que efectuamos es sólo a modo de ejemplo y que de ninguna manera se trata de una nómina, la cual debería ser elaborada por expertos en historia de la música.
En definitiva, conceptuamos de especial interés que se implemente un espacio que ofrezca la posibilidad de conocer las interpretaciones de cantantes y músicos sanduceros o estrechamente vinculados a Paysandú a la vez que apreciar imágenes u otros elementos de recordación. Un lugar que podríamos llamar “Museo de la Música de Paysandú”.
La tecnología disponible actualmente hace que esta propuesta sea fácilmente realizable y los elementos necesarios están a disposición por lo que resultaría de sumo interés tanto didáctico como de atracción turística. O es que acaso a todos no nos ha pasado que un visitante nos pregunte ¿Por qué Ezeiza le cantó a Paysandú?, ¿Dónde nació Eduardo Franco? “Es cierto que Gardel dijo aquí que era uruguayo?
Y, para concretar, la necesidad de un local adecuado sería obvia por lo que se puede pensar en lugares como el “Café del Florencio”, la casa de Alfredo Gobbi o el sitio donde el propio Gobbi tuvo su sala de baile en 18 de Julio, llamada “Petit Palais”, aunque probablemente haya muchos otros espacios adecuados.
Sólo debemos ponernos en marcha.