Paysandú, Martes 19 de Julio de 2011
Opinion | 19 Jul La reciente denuncia formulada por la Asociación Médica de Paysandú respecto a las deficiencias en la atención del CTI del Hospital Escuela del Litoral “Galán y Rocha”, que en definitiva en lo medular reafirma lo expresado en un comunicado de 2008 de los funcionarios de ASSE, ponen de relieve que por mejores buenas intenciones que se pongan de manifiesto en la reforma de la salud, el sistema hasta ahora ha sido más un devorador de recursos y un despliegue de burocracia que un instrumento efectivo para realmente revertir el escenario que tenemos en esta materia.
No corresponde, realmente, cargar las tintas sobre tal o cual administración en el caso del Hospital Galán y Rocha, a cuyo frente han estado dignísimos profesionales, que seguramente han volcado más esfuerzos y años de vida que lo que correspondía a la retribución económica a percibir; y con errores y aciertos, como todo ser humano, y con el apoyo de una comunidad sanducera que nunca les ha negado apoyo, han tratado de sacar adelante un nosocomio que igualmente sigue presentando carencias históricas.
Y no reconocerlas es precisamente el error más grande que se puede cometer, cuando está de por medio la salud de la población y sobre todo de los sectores más carenciados, que son las víctimas de un esquema de atención que aparece como de primera en los papeles y en los enunciados, pero que en la realidad ha quedado desvirtuado en cuanto a las respuestas, alternando mejoras que siempre van detrás de los problemas, con sus históricas demoras, colas y falta de medicamentos, de acuerdo a las quejas de los usuarios.
En esta oportunidad la Asociación Médica de Paysandú ha respaldado la actuación del Dr. Jorge Burjel, ante la muerte de una paciente que debía ser internada en el CTI y para quien se ofreció una cama en Tacuarembó, cuando según el médico no podía ser trasladada a otro departamento por su gravedad.
Por su lado el director del Hospital, Fernando Rodríguez, y la subdirectora Angela Almeida, dijeron que a través de la coordinación de internaciones en CTI “se consiguió la cama más cercana en Tacuarembó” ya que en Comepa no había disponibilidad de camas, como señalan suele ocurrir, por lo que al menos en este caso habría una razón valedera para una acción –o inacción—que de otra forma sería muy grave.
Pero los problemas no terminan aquí ni mucho menos, porque de acuerdo a los médicos hay “ahorros” en toma de placas, en estudios y en suministro de medicamentos que ponen en riesgo la salud de los pacientes, mientras por otro lado, de acuerdo a lo consignado por usuarios y vecinos, siguen registrándose abusos en el hospital al utilizarse ambulancias y otros vehículos para el traslado de los propios funcionarios, entre otras situaciones también históricas de nuestro hospital, en tanto organismo del Estado, donde estos excesos suelen ocurrir durante cualquier gobierno o administración ministerial.
Las denuncias de los médicos van mucho más allá y son de recibo por tratarse de los profesionales que son los principales ejecutores en la prestación de atención en salud, por encima de errores, aciertos y defectos que cada uno pueda tener en su vida profesional, y refieren por ejemplo a que no se cuenta con infraestructura adecuada en el Servicio de Urgencias ni personal capacitado. A ello se agregan los largos e inconvenientes traslados a otros CTI, en tanto el creciente número de pacientes en tratamiento intensivo no ha sido acompañado por una inversión en infraestructura. Y en este sentido, es evidente que existe una gran carencia de camas en el CTI del nosocomio –hay solo 6--, que demasiadas veces se ve en la necesidad de derivar pacientes a otros centros asistenciales. Todo esto ocurre mientras los hospitales atienden cada vez menos gente, puesto que con la reforma de la Salud muchos ciudadanos optaron por las mutualistas, aún cuando también allí hay dificultades.
Este conjunto de deficiencias, entre muchas otras, --como la crónica escasez de especialistas--pone de relieve que la mentada reforma de la salud que ha sido promovida desde la Administración Vázquez todavía está muy lejos de constituirse en la respuesta que necesita la población, y en realidad lo que se ha hecho mayormente es un uso ineficiente de recursos que han crecido y que pagamos todos los uruguayos, incluyendo el aumento del déficit fiscal que se registrará en este período, cuando ingresan otros miles de pasivos al sistema.
La población necesita respuestas que permitan por lo menos paliar en el corto plazo estas anomalías que afectan directamente la calidad de la prestación médica y hasta la sobrevivencia de los pacientes, por lo que además de trasladar estas necesidades a las autoridades de ASSE y ministeriales para contar con infraestructura y recursos humanos que permitan atender los requerimientos de la demanda en nuestro hospital, sus autoridades, los profesionales médicos y los funcionarios deben incorporar un ámbito directo de diálogo para encarar un diagnóstico de situación y proponer eventuales respuestas a los problemas.
Y no se trata de poner énfasis en protagonismos o celos profesionales, en deslindar responsabilidades y/o buscar culpables, sino en hacer cada uno su parte y más aún, en favor de la salud de la población, que debería ser el leit motiv de los desvelos, empezando por las cabezas de ASSE y del MSP, que son las principales responsables y lo que a veces parece olvidarse, a juzgar por los hechos.
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