Locales | 13 Jul Un criadero de cerdos que vierte sin el debido tratamiento al arroyo San Francisco, un depósito de sustancias químicas sin cobertura medioambiental, el uso de agrotóxicos en plantaciones de soja y un horno de ladrillos que realiza quemas nocturnas, son algunos de los problemas que aquejan a las 65 familias que residen en la zona de la autobalsa, en el arroyo San Francisco. En la víspera Valkiria González, integrante de la Comisión de Medio Ambiente vecinal, fue recibida por la Comisión de Higiene y Medio Ambiente del cuerpo legislativo departamental. Los vecinos ya presentaron dos denuncias ante la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) y se aprestan a hacer una presentación judicial de oficio por fiscalía.
“Expusimos lo que consideramos un gran desorden ambiental, precisamente en una hermosa zona reserva de flora y fauna”, dijo González al término del encuentro en el que los legisladores departamentales se mostraron “sorprendidos por lo expuesto en nombre de todos los residentes del área, porque poco o nada conocían de estas realidades”.
Desde que se trata de una zona suburbana, es decir en la cual hay propiedades con menos de cinco hectáreas -“en calle 37 hay varias propiedades de una hectárea”- dijo González, determinados emprendimientos productivos no están contemplados en la normativa vigente, entre ellos “un criadero de cerdos como el que hay en la zona, que vierte directamente al San Francisco, contaminándolo”. El curso de agua también es depreciado por “los vertidos de una industria láctea. Ambos emprendimientos vuelvan residuos orgánicos que afectan directamente tanto la fauna ictícola como la calidad del agua”. Asimismo, ese emprendimiento productivo provoca “una contaminación del aire, debido a los malos olores, y una superpoblación de roedores y moscas”.
Por otra parte, González explicó a los ediles el peligro de contaminación de la napa freática, donde se encuentra el agua subterránea de la cual se nutren las viviendas, debido a “plantaciones de soja en predios particulares en calle 37, que demandan profuso uso de herbicidas, que fácilmente pueden penetrar y decantar hacia los depósitos subterráneos de agua. Nuestros pozos en esa zona se ubican entre los 11 y 18 metros de profundidad, y es por eso que tanto nos preocupa este problema medioambiental que afectaría directamente la salud de todos quienes allí residimos”.
También en la zona, en calle 37 y Dr. Roldán, “hay un depósito de tanques de sustancias químicas, provenientes de Isusa, de 10.000 litros cada uno, que son depositados directamente en el suelo por la empresa que gestiona el lugar, y donde se hacen trasiegos a depósitos de menor tamaño”. La falta de seguridad y del cumplimiento de procedimientos de protección ambiental han encendido el alerta de los vecinos, que se ven enfrentados a “una batería de ataques al medio ambiente en que vivimos tan felices por muchos años”. En la misma calle 37, un horno de ladrillos lleva adelante la quema durante la noche, contaminando toda la zona.