Paysandú, Miércoles 20 de Julio de 2011
Opinion | 19 Jul Uruguay fue durante mucho tiempo para gentes de orígenes muy distintos una verdadera tierra de las oportunidades. Por algo, miles y miles de migrantes eligieron esta pequeñísima y desconocida porción del planeta para buscar un futuro mejor. Las características de su suelo y clima, así como la generosidad de la naturaleza y una idiosincrasia de su gente que le ha permitido avanzar en algunos aspectos y mantener otros que son importantes, hacen que este lugar siga siendo un buen sitio para vivir.
Eso, junto con otros aspectos importantes como un bajo índice de analfabetismo y una calidad de vida que en general se entiende buena, así como gente preparada en múltiples oficios y profesiones y dispuesta al trabajo y servicio, es lo que trasmiten las autoridades del país cada vez que deben presentarlo ante el mundo para buscar inversiones o turistas. A grandes rasgos muchos uruguayos están de acuerdo con esa descripción aunque puedan también escribir una larga lista de cosas que están para hacerse o es necesario mejorar.
De la misma forma que en nuestra casa hacemos listas de lo que necesitamos para nuestro abastecimiento o las cuentas a pagar, un gobierno, que también maneja prioridades y recursos, cuenta con listados para atender. Y debería asegurarse que ninguno de sus hijos menores se acueste y se levante ni siquiera un solo día sin haber podido comer. Lamentablemente eso no sucede.
Hace doce días un bebé de algo más de un mes murió por desnutrición aguda en Bella Unión (Artigas) y luego de ese poderosísimo llamado de atención de la realidad, ahora se sabe que sólo en esa ciudad son entre 60 y 100 niños desnutridos y sin asistencia estatal desperdigados en seis asentamientos y más de 1.000 menores con bajo peso solo en el barrio Las Piedras. Extrañamente, fue justamente la altísima mortalidad infantil del barrio Las Láminas de esa ciudad la mayor justificación del gobierno de Tabaré Vázquez para concentrar las políticas sociales del recientemente creado Mides, así como la creación del proyecto sucroalcoholero de ALUR para generar fuentes de trabajo, por lo que tales situaciones parecían cosa del pasado.
Está muy bien que nos ocupemos de discutir y comprobar si los grandes emprendimientos industriales que están instalándose en el país contaminan o no o si se venden o no porciones de la costa uruguaya porque las dunas son improductivas pero, señores, hay asuntos básicos que atender porque es inaceptable que en un país como éste se estén muriendo niños de hambre.
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