Opinion | 16 Jul A pocas horas de la inauguración del Monumento a la Bandera, surge claramente que ha sido una buena iniciativa del ejecutivo comunal la concreción de este emprendimiento, que con una inversión muy menor ha cambiado la cara de un cruce ya de vital importancia en nuestra ciudad. Allí los sanduceros, de mala gana, nos habíamos acostumbrado al monumento a la nada que había quedado a partir del litigio por las fuentes ornamentales, que tuvo de rehén a los sanduceros al haber sido potenciado por motivaciones políticas.
En realidad el proyecto de las tres fuentes ornamentales, una de las cuales fue la inconclusa en la intersección de Bulevar Artigas y Wilson Ferreira Aldunate, fue en los papeles una buena idea llevada a cabo en un momento inoportuno –sobre el fin del período de gobierno-- y con una instrumentación que puso de relieve que la concepción de las fuentes no era la que la ciudadanía esperaba en cuanto a su valor ornamental.
En el caso de la construida en Bulevar Artigas y Avenida Wilson Ferreira, los sanduceros nunca tuvimos ocasión de verla terminada, iluminada y con los juegos de agua previstos, porque la Administración Pintos entabló un litigio con la empresa ejecutora por considerar desmedidos los costos y provenir de un presunto procedimiento administrativo irregular.
Lamentablemente, como suele ocurrir en nuestro país, el litigio llevó varios años, más de un quinquenio en realidad, durante el cual el gran perdedor fue el ciudadano, porque durante ese período la rotonda quedó abandonada y ni siquiera se repararon los cordones destrozados en accidentes.
Felizmente, la nueva administración consideró, con buen criterio, que era mucho más conveniente una transacción con el demandante, --previo arreglo de las partes “intocables”, que sí se podían tocar-- y se logró un arreglo extrajudicial por una suma muy inferior a la demanda, lo que permitió que se sustituyera el proyecto anterior por la construcción del Monumento a la Bandera Nacional, a inaugurarse este 18 de Julio.
Y por cierto que con esta transacción ha ganado Paysandú, el ciudadano común, que verá mejorada la ciudad desde el punto de vista urbanístico al sustituirse una rotonda abandonada, por un monumento que ya desde antes de inaugurarse se aprecia como un avance sustancial en cuanto al conjunto del panorama en un lugar excelente por su visibilidad y amplitud. Y acaso la enseñanza que debe extraerse por los gobernantes, del partido que sea, es que debe primar siempre el interés general por encima de las facturas político-partidarias, y porque además el costo político de tales posturas suele ser un gol en contra para quienes así actúan, como en este caso.