Paysandú, Viernes 22 de Julio de 2011
Opinion | 21 Jul Cuando hablamos de educación generalmente pensamos en ámbitos y cuestiones relacionadas a la enseñanza y la academia. Sin embargo esta palabra refiere a un proceso que sobrepasa los ámbitos de un aula de clases y mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres, e incluye crear conciencia cultural, moral y conductual.
Desde esta perspectiva, la educación para la salud se convierte en una importante y necesaria herramienta de prevención que, de lograr sus objetivos, puede permitir no sólo ahorros de recursos sino también alcanzar mejor calidad de vida.
Entre los múltiples aspectos que involucra educar para vivir en forma saludable, se incluye un aspecto básico al que generalmente no se le brinda mucha atención pero es muy importante y tiene que ver con lo que comemos.
La economía global en la que vivimos hace que alimentos de todo tipo y de las más extrañas procedencias estén al alcance de nuestra mano en cualquier góndola de supermercado. Por otra parte, la masificación de ciertos productos básicos de la canasta familiar hace que muchos pasen por varias manos, traslados, acopios y distintas cadenas de frío antes de llegar a nuestra casa. Al respecto los consumidores deben no sólo conocer lo que se llevará a la boca sino también saber que los alimentos pueden enfermarlos y cuáles son las medidas de prevención más adecuadas.
Las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) constituyen un importante problema de salud a nivel mundial, produciéndose por el consumo de agua o alimentos contaminados con microorganismos, parásitos o bien sustancias tóxicas que ellos producen. Para algunas personas, la mayoría de las ETA puede representar enfermedades pasajeras, que sólo duran un par de días y sin ningún tipo de complicación. Pero, en ciertos casos, pueden llegar a ser muy severas, dejar graves secuelas o incluso hasta provocar la muerte en personas susceptibles como son los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas y las personas con las defensas bajas.
Conservar la higiene, separar alimentos crudos y cocinados, cocinarlos completamente, mantenerlos a temperaturas seguras y usar agua y materias primas seguras, así como el siempre recomendado lavado de manos son aspectos básicos de prevención. De poco ayuda alarmarse cuando ocurren casos como los que lamentablemente ocurrieron en esta ciudad a principios de año, cuando tres personas enfermaron de botulismo. Una conducta responsable con nuestra propia salud y la de nuestras familias implica tener presente estas cosas cada día.
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