Paysandú, Domingo 24 de Julio de 2011
Opinion | 22 Jul Los sanduceros no debemos ser indiferentes –y mucho menos lo debe ser el gobierno nacional— a la situación que se está dando en nuestro departamento en el escenario laboral ante la problemática que viven dos fábricas emblemáticas de Paysandú, como lo son Paylana y Paycueros, la primera de las cuales está seriamente comprometida en su viabilidad.
Como da cuenta EL TELEGRAFO en su edición de ayer, el Directorio de Paycueros y la Unión de Trabajadores de Paycueros (UTP) se reunieron en Montevideo, donde la empresa planteó formalmente al sindicato la situación que se presenta con una sensible reducción en las ventas, en lo que no aparece como una “maniobra” empresarial que tantas veces se ha denunciado por los gremios, sino que este hecho ha sido además reconocido por los sindicalistas, quienes indicaron que constatan en su labor la baja de producción que se ha registrado. Según una fuente empresarial, el Directorio habría puesto en consideración de los trabajadores que la difícil situación pondría en peligro la viabilidad de la empresa en el mediano plazo.
Incluso una fuente sindical indicó que a fin de mes se enviaría más personal al seguro de paro, con un número de entre 70 y 90 trabajadores, y el origen de esta coyuntura apunta a la baja de producción y ventas ante un mercado mundial poco demandante de estos productos. Por lo tanto se llegaría en breve a más de doscientos trabajadores en el seguro, con el agravante de que un número similar podría quedar cesante por ser nuevos en la plantilla o por haber gozado ya de este beneficio, y consecuentemente no generaron aún el tiempo suficiente para que legalmente tengan acceso al subsidio.
Y si bien la dirección habría planteado generar un ámbito en el cual se analicen medidas que permitan una reformulación del trabajo, de modo que sea viable la preservación de la empresa y de los puestos laborales, no es menos cierto que hay cientos de empleos que están comprometidos y sin solución a la vista ante el escenario internacional que enfrenta la curtiembre.
Ocurre que cuando la realidad presenta desafíos con condicionantes en blanco y negro, y la alternativa es una eventual rotación en el Seguro por Desempleo para ver qué pasa en el futuro inmediato, convendremos en que estamos ante un serio problema para Paysandú y el país, tanto desde el punto de vista social como productivo, porque estamos hablando de agroindustrias que se apoyan en materia prima nacional y que suman valor agregado, que significa mano de obra dentro de fronteras.
En nuestro caso, la problemática en el cuero se agrega a una situación mucho más grave en la industria textil, desde que Paylana –la única textil que aún funciona en el país-- no solo debe más de veinte millones de dólares al Banco de la República, sino que no tiene caja y entre empleos directos e indirectos unas mil familias sanduceras tienen su fuente laboral muy comprometida.
Y si a la suerte incierta de una fábrica emblemática le agregamos los problemas que afronta el sector del citrus, por falta de competitividad en los mercados, no caben dudas que el escenario laboral y productivo sanducero tiene densos nubarrones en su horizonte.
No es un tema menor, aunque no parece preocupar al gobierno, desde que no se percibe en los números “macro”, pero se trata de una realidad social muy preocupante, que tiene que ver con el hecho de que nuestros productos elaborados son cada vez menos competitivos en los mercados internacionales, y mientras se ha incurrido en el rescate de emprendimientos sólo sostenibles en base a fuertes subsidios, como es el caso de la industria sucoalcoholera de Bella Unión, no se actúa de la misma forma con Paylana, por ejemplo.
Es obvio que para el actual gobierno Paysandú no está presente de igual forma que Bella Unión, a la cual lo ligan lazos históricos con la izquierda. Pero mucha de la (mala) suerte de las empresas de nuestro departamento también tiene que ver con resoluciones tomadas bajo una carga ideológica que paradójicamente termina ahorcando la fuente laboral de miles de sanduceros. De hecho, el actual vicepresidente, Danilo Astori, impulsó durante el gobierno de Tabaré Vázquez –en el cual fuera ministro de Economía-- la firma de un tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos, y uno de los principales argumentos que manejaba era que tal condición resultaba imprescindible para captar el único mercado que podría salvar a la industria textil uruguaya. Pero prevaleció la postura contraria a la firma del tratado, debido a la firme oposición de los grupos radicales de izquierda, alineados tras del Partido Socialista con el sanducero Reinaldo Gargano como figura preponderante, por entonces Canciller.
Pero más allá de los hechos históricos, los serios problemas que enfrentan estos sectores en Paysandú no pueden soslayarse y en mayor medida se deben a los altos costos para producir que tiene el Uruguay, incluyendo además la relación cambiaria adversa para exportar y que a la vez favorece las importaciones, lo que revela que es imperioso incorporar correctivos para salvar lo que se pueda salvar a esta altura, y evitar que el escenario siga deteriorándose, con graves consecuencias para el tejido social y productivo local y nacional.
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