Paysandú, Lunes 25 de Julio de 2011
Opinion | 20 Jul La apuesta a que se abra el mercado de cítricos en los Estados Unidos para 2012 parece ser la única “solución” para la situación de los cítricos en el corto plazo en nuestro país, pero sin dudas que esta posibilidad, que se maneja en el Poder Ejecutivo y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, está lejos de ser la salida real en su problemática, como el de otras industrias, por cuanto el gran desafío para esta producción, como otros sectores, radica en los altos costos internos y una serie de factores que se conjugan para erosionar la competitividad.
Y si como dice el refrán, mal de muchos es consuelo de tontos, tenemos que a tiro de piedra de Paysandú y Salto, más precisamente del otro lado del río Uruguay, en Entre Ríos, las empresas citrícolas han enviado por un mes unas mil personas al seguro de paro, porque no cuentan con mercados debido a que no pueden competir con sus precios, desde que cuando traducen los dólares a pesos se quedan sin rentabilidad.
Esta película es la misma que estamos viendo en esta orilla, solo que debe tenerse presente que en la Argentina los precios de los servicios, como la energía, están subsidiados, lo que da la pauta de cuan cuesta arriba se hace llevar adelante este acometimiento en el Uruguay.
Debe tenerse presente que la grave situación que atraviesa el sector citrícola afecta no solo al sector empresarial sino también a unas 13.000 familias que dependen de su actividad en los departamentos de Salto y Paysandú, que son las áreas en las que están asentados los grandes emprendimientos productivos de nuestro país.
Los mercados internacionales de la fruta uruguaya son fundamentalmente Europa y Asia en menor medida, para fruta fresca en su enorme mayoría y un porcentaje muy menor de jugos en contenedores refrigerados que se embarcan hacia aquellos destinos.
Actualmente la colocación de nuestra producción es dificultosa por no tener precios internacionales competitivos y ello ha dejado a la fruta uruguaya casi sin clientes. Por un lado la relación cambiaria, es decir una moneda uruguaya valorizada, incide sustancialmente en la ecuación, sumado al aumento de costos por el combustible, la energía eléctrica para riego, los insumos sanitarios, los salarios, además del aumento de los fletes internacionales en un 30 por ciento y aranceles más altos para ingresar a algunos países.
En suma, resulta cada vez más caro para nuestros empresarios producir –los salarios han aumentado en dólares, al igual que otros insumos— y a la hora de traducir los ingresos a pesos, cada vez se obtiene menos dinero por la misma producción, todo lo que ha ido erosionando sustancialmente la rentabilidad en el sector.
Pero este no es un problema solo de los cítricos, por supuesto, sino que es un escenario que en mayor o menor medida se da en todos los sectores productivos, tanto de productos primarios manufacturados como semiterminados, aunque hay sectores en que la mayor cotización de los precios internacionales permite disimular los elevados costos que presenta nuestro país y que corroen la competitividad.
En el caso del mercado estadounidense, nuestros cítricos por barreras no arancelarias están impedidos de ser exportados hacia ese mercado, pero desde hace más de veinte años se viene negociando con la nación norteamericana este ingreso, que es negado hasta ahora por razones sanitarias, de acuerdo a la argumentación del gobierno de Estados Unidos, aunque todos sabemos que se trata de una medida proteccionista originada en las presiones de los citricultores de ese país, naturalmente, que es disfrazada con rebuscada argumentación.
Los ministros de Ganadería, Agricultura y Pesca, de Economía y Finanzas y de Industria, Energía y Minería, dijeron a los citricultores que habrá apoyo oficial al sector, y que se buscan alternativas, pero en todos los casos, cualquiera sea la respuesta puntual que se obtenga, no puede negarse que estamos ante un problema del país que en esta ocasión se siente con mayor énfasis en los cítricos, pero existe una sistemática caída de competitividad respecto a los países de afuera de la región, debido a costos de producción que no pueden corregirse de la noche a la mañana.
Y este aspecto no es menor, porque si a un productor le resulta más barato dejar sin arrancar la mitad de la mandarina, porque no vale la pena tener este trabajo para perder plata, como ha ocurrido en esta zafra, convendremos en que hay graves problemas que no se corresponden con el “país productivo” hacia el que supuestamente estamos avanzando, y que si no se promueven respuestas estructurales básicas para mejorar la competitividad, nos encontraremos un día ante una encerrona, con un gasto público inflado y al tope, sin espacio fiscal, con compromisos de recaudación para financiarlos, y con las manos atadas para ensayar alguna medida que no sea una devaluación traumática, como ha ocurrido.
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