Paysandú, Lunes 25 de Julio de 2011
Rurales | 25 Jul La siembra de cultivos de invierno está prácticamente terminada --de quedar algún área, es mínima-- y se estima que este año se habrán sembrado unas 650.000 hectáreas de trigo y 140.000 de cebada. A su vez, el área de canola aumenta gradualmente apoyada en las soluciones comerciales que ofrece ALUR.
Dada el área de trigo sembrada en la presente zafra, si se dan las condiciones adecuadas y estimando un rendimiento promedio nacional de 3.300 kilos por hectárea --similar al de las dos últimas zafras--, Uruguay tendrá la mayor producción de trigo de su historia, en el entorno de los dos millones de toneladas, ya que si bien en otras épocas se sembraban superficies similares, los rendimientos apenas rondaban los 1.000 kilos por hectárea.
Los diferentes operadores consultados coinciden en que generalmente se ha podido cumplir con el área de cultivo programada y en buena fecha, sin mayores inconvenientes, salvo por excesos de lluvia que obligaron a la resiembra en algunas chacras y a una mayor fertilización con nitrógeno por lavado de nutrientes. Ahora habrá que cuidar los aspectos sanitarios y esperar a la primavera para ver si se logran concretar los rendimientos y calidades potenciales, que implantados los cultivos permanecen intactos.
Por otra parte, los temas vinculados a la calidad en trigo serán fundamentales para colocar lo que será el mayor saldo exportable de la historia uruguaya.
Evolución
En el trabajo “Un siglo de agricultura”, del ingeniero agrónomo Camilo Saavedra, de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, (MGAP), se repasa la evolución del cultivo de trigo en Uruguay en el último siglo. Establece que el trigo, “principal cultivo de invierno, empieza el siglo con siembras del orden de 300.000 hectáreas por año, y crece hasta superar las 500.000 a fines de 1940. A partir de ahí se registra un período en que el cultivo se consolida con siembras superiores o muy cercanas a las 500.000 hectáreas. Este período, dentro del que hay un pico de cuatro zafras consecutivas (1954-57) con siembras cercanas a las 800.000 hectáreas, se extiende hasta comienzos de la década del 60. La única excepción se da en 1959, en el que a raíz de las inundaciones el área sembrada es mucho menor”.
“Entre los años 1960 y 1980, mas allá de algunos altibajos, la tendencia es claramente decreciente. En ese momento parece llegarse a un nuevo piso para el cultivo, que se estabiliza hasta fines de la década del 90 con siembras que oscilan entre 150.000 y 300.000 hectáreas por año. En 1999 se registra un nuevo bajón, del que no se sale hasta el repunte que comienza en 2008 y se mantiene hasta el presente. Debe señalarse que, a pesar de los altibajos, el área de trigo nunca cayó por debajo de las 115.000 hectáreas, y que a lo largo de los 103 años solo hubo 17 zafras de menos de 200.000, nueve de las cuales fueron consecutivas (1999-2007)”.
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