Deportes | 26 Jul A las 3 de la mañana de la víspera la selección uruguaya de fútbol pudo llegar al Estadio Centenario, donde unas 35.000 personas (había 60.000 a las 22 horas) esperaron para ver a los celestes dar la vuelta olímpica con la Copa América lograda horas antes en Buenos Aires.
Una interminable caravana acompañó a Uruguay desde el aeropuerto y hasta el máximo escenario futbolístico de nuestro país, donde los jugadores ingresaron primero al vestuario para comer algo de lo que estaba preparado para luego salir a la cancha. Igualmente, vía Twitter fueron varios los jugadores que, en medio de la caravana, indicaron aceptar pizzas de los locales de comidas ubicados por Avenida Italia, teniendo en cuenta que tras una rápida vuelta por el hotel la selección se embarcó a Montevideo y todos estaban sin comer.
Ya en el Centenario, los jugadores dieron la vuelta olímpica, y Sebastián Abreu volvió a hacer las veces de maestro de ceremonia, bromeando permanentemente como sucedió hace un año, cuando frente al Palacio Legislativo se recibió al plantel que había sido cuarto en el Mundial. Entre otras cosas, Abreu ofrendó a los hinchas la Copa América, en nombre de sus compañeros, y bromeó porque a Diego Lugano se le entregó el Trofeo Fair Play conseguido por los celestes.
“Es como si al premio de la paz se lo dieran a Bin Laden. (Paolo) Guerrero tiene la rodilla en la espalda”, tiró haciendo referencia a una falta del capitán frente al delantero peruano en las semifinales.
Pero no todas fueron alegrías, dado que el Estadio Centenario sufrió varios destrozos. El saldo de los festejos fueron unos 99 asientos rotos y quemados, tres paños de la reja de la Tribuna Olímpica fueron arrancados y también una reja exterior de la América, tres portones rotos, el vidrio de uno de los palcos, barandas destrozadas al igual que varias sillas de la bancada de prensa, piletas y caños arrancados de los baños.