Paysandú, Sábado 30 de Julio de 2011
Opinion | 25 Jul De acuerdo al informe divulgado por la Comisión de Aplicación de la Ley 16.906 (Comap) para promover la radicación de inversiones en el Interior, en junio, de los 54 proyectos de inversión aprobados por esta comisión, 22 se situaron en departamentos del Interior, con un 41 por ciento del total, pero el monto de la inversión para estos 18 departamentos suma solo poco más de 18 millones de dólares, mientras que los proyectos de Montevideo cuentan con un monto asociado de casi 66 millones de dólares, por lo que más que triplican a las del resto del país.
Debemos tener presente que las ventajas comparativas de que goza actualmente Uruguay, como así también otros países de la región, para producir y consecuentemente exportar a valores competitivos materias primas como los granos, lanas, cueros y madera, entre otros, no pueden hacernos perder de vista que se necesita no solo diversificar nuestro comercio exterior y por ende nuestra dependencia de los commodities, sino también generar condiciones para la inversión en emprendimientos de mayor valor agregado, a la vez de consolidar los que actualmente están padeciendo una caída de la competitividad por el alto costo de producir.
De acuerdo a los objetivos divulgados por el Poder Ejecutivo, es su propósito radicar preferentemente emprendimientos en el Interior, pero como surge de estos números y de la tendencia que se ha venido manifestando todos estos años, la inversión en su conjunto sigue apuntando a la capital y al anillo metropolitano, desde que en los departamentos satélite de Montevideo se concentra también la mayor parte de la inversión, por lo que en el interior profundo, sobre todo en los departamentos del norte del río Negro, la radicación de capitales para proyectos de riesgo es solo una mínima parte del total para el país.
En el caso de Paysandú, es notorio que difícilmente podamos captar capitales que se vuelquen a la instalación de grandes industrias como ocurriera a fines de la década del 40, y al revés, el desafío que tenemos instalado es el de tratar de mantener y hacer sustentables las que quedan, como es el caso notorio de Paylana y en menor medida Paycueros, por problemas de escala pero también por condiciones adversas que se dan por el alto costo de la energía y los servicios, sin olvidar cargas sociales e insumos como salarios, que son mucho más altos en dólares que por ejemplo los que se pagan en China y otros países asiáticos.
A nivel departamental, a través del municipio, se puede actuar en forma limitada como promotor de iniciativas de este tipo, por cuanto las posibilidades de exoneraciones de impuestos municipales y dotación de infraestructura posible por un gobierno departamental no son parte decisiva en la ecuación económico financiera de los inversores, como sí lo son los beneficios y expectativas que se puedan generar mediante medidas del gobierno nacional.
La ley de promoción de inversiones en el Interior, a juzgar por los resultados logrados hasta ahora, ha tenido una incidencia muy menor para compensar en alguna medida las asimetrías existentes entre el anillo montevideano y los departamentos del norte del río Negro, debido al desnivel de oportunidades y de costos que significa producir y transportar bienes y servicios desde el interior profundo, cuando todos los esquemas logísticos están pensados en función del puerto de Montevideo, y es muy incipiente todavía la infraestructura que se está generando para el transporte fluvial por el río Uruguay, que permita en alguna medida atenuar desde ya el impacto de la incidencia de los servicios generados en función del puerto capitalino.
Ello indica que además de las buenas intenciones, deberían incorporarse elementos diferenciales para favorecer a los departamentos del norte del río Negro, perjudicados sensiblemente por su lejanía con Montevideo y dificultades en logística e infraestructura para captar estos capitales de riesgo, aún teniendo en cuenta que son zonas en donde se genera la producción primaria de gran volumen. Y el desafío que debe afrontarse es aún mayor, si tenemos en cuenta que no se trata solo de producir y exportar materia prima en esta zona, sino que es preciso apuntar a promover la radicación de inversiones que permitan la incorporación de valor agregado, con mayor estímulo para los que impliquen incorporar manufactura de alta tecnología, en lo que el déficit actual es muy marcado.
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