Paysandú, Domingo 31 de Julio de 2011
Opinion | 28 Jul Hace solo seis meses el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, y el subsecretario, Pedro Buonomo, luego de trascendidos sobre crecientes diferencias respecto a la conducción económica, habían aclarado públicamente en rueda de prensa que no había diferencias en el seno de ese ministerio. Sin embargo apenas unos meses más tarde esas diferencias que “nunca” existieron precipitaron la renuncia del número dos de esa cartera, quien pasará a la vez a ser asesor directo del presidente José Mujica, según anunció el propio presidente en las últimas horas.
Como era de esperar al dar cuenta de este episodio, el mandatario intentó restar trascendencia a la renuncia y relevo, desde que si bien nunca es positivo que surjan desavenencias en una cartera, por el motivo que sea, con mucha más razón no es deseable que estos encontronazos se procesen en el Ministerio de Economía, a través del cual se debe transmitir confianza a los agentes económicos y a la propia población en el rumbo de la economía.
Ocurre que la conducción económica es resorte del sector Asamblea Uruguay, que encabeza Danilo Astori, a quien responde en su orientación Fernando Lorenzo. Éste a su vez integra el Nuevo Espacio, grupo del senador Rafael Michelini, afín a la conducción del vicepresidente, y quien fue asimismo subsecretario del ex ministro de Economía y Finanzas Danilo Astori durante la Administración Vázquez.
Y aún frente a las presiones de grupos como el Partido Comunista, otros grupos radicales y hasta del propio Movimiento de Participación Popular (MPP), que encabeza Mujica, el mandatario ha considerado, con buen tino, que la conducción económica no debe tocarse, postura que ha mantenido frente a tendencias radicales en cuanto a dar un mayor vuelco hacia políticas de izquierda y voluntaristas. Pero el mandatario sabe que tales cambios en el rumbo seguramente serían mal vistos por los agentes económicos y podría darse una disparada de capitales y desconfianza de inversores.
El alejamiento de Buonomo y su reemplazo por Luis Porto, quien presidía la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND), en realidad deja al “astorismo” plenamente a cargo del Ministerio de Economía, cuando el presidente había “balanceado” las cuotas de poder dentro de los respectivos ministerios, desde que designaba al representante de un sector al frente de una cartera, con el subsecretario de otro grupo y viceversa, por lo que al presidente rompe así con el molde que él mismo había considerado como una distribución deseable para el manejo en los ministerios. Ocurre que pese a esta distribución interna de poder y hasta de control que promovía el mandatario, un ministerio de la importancia del de Economía no puede estar sujeto a tironeos entre visiones políticas. Como es sabido, existen por lo menos dos concepciones antagónicas dentro de la fuerza de gobierno, llevadas adelante por grupos moderados por un lado y sectores radicales por otro, y lo que puede ser más o menos tolerable en determinadas carteras, es inconcebible en economía. Así el propio ministro y el subsecretario han chocado en temas como el Impuesto a la Tierra, el control o no del tipo de cambio y el uso de las reservas, por mencionar temas de notorias diferencias.
Pero por encima de la calidad y/o capacidad de las personas, la coherencia es fundamental en la conducción económica, por lo que es positivo que aunque tarde se corrijan desavenencias, aunque siempre con la sensación de que el gobierno responde tarde y mal a situaciones que se deja crecer hasta que se tornan inmanejables, y lo que es peor, con improvisaciones sobre la marcha que hasta ahora han sido disimuladas por la favorable coyuntura internacional.
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