Paysandú, Martes 02 de Agosto de 2011
Opinion | 30 Jul Recientemente dábamos cuenta de que el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) no dispone de un diagnóstico respecto a cual es actualmente el déficit habitacional en Uruguay ni tampoco una meta concreta sobre las casas que aspira a construir durante el período, según lo manifestado en su momento por el subsecretario de esta cartera, Jorge Patrone.
Por un lado, ello indica un déficit serio en materia de información sobre una problemática esencial, que podría paliarse de alguna manera cuando se realice en setiembre el censo nacional 2011, que debería aportar luz sobre este y otros temas de interés social en el país. Pero debe tenerse presente que todos estos años se ha estado trabajando por lo tanto prácticamente a ciegas respecto a temas esenciales para la población, como es el acceso a la vivienda en todas sus posibilidades, desde el arrendamiento a la propiedad.
Además no se han instrumentado políticas de Estado y cada gobierno viene con su receta propia, con el agravante de que en el caso de la administración del Dr. Tabaré Vázquez prácticamente no se construyeron soluciones habitacionales, desde que se creyó oportuno priorizar otras áreas sociales. Este déficit ha quedado para ser subsanado por la Administración del presidente José Mujica, quien en más de una oportunidad ha señalado que este sector será una de las prioridades y hasta en su momento anunció que “a los quince días” de asumir comenzaría a construir viviendas, lo que por supuesto resultó imposible, incluso a más de un año y medio de haber asumido. Más allá de la palabra fácil, era obvio que tal promesa era imposible de cumplir, por cuanto primero se necesitan planes y organización de recursos humanos y materiales, con líneas de acción plenamente definidas, en base a un diagnóstico imprescindible, que nunca existió.
El subsecretario de Vivienda aclaró que nuestro país no cuenta con un diagnóstico sobre el déficit habitacional, debido a que hace por lo menos una década que no se realizan censos “y nos tenemos que basar solamente en muestreos como las encuestas de hogares, que no dan el universo total, dan muestras”.
Consultado por lo tanto respecto a si se tienen estimaciones más o menos valederas respecto a la entidad del déficit habitacional, puntualizó que “hay quienes hablan de 60.000 y quienes hablan de 100.000”, aunque sin dar por válidas estas cifras, pero de todas formas, con o sin diagnóstico preciso, la realidad de todos los días, el desfasaje que observamos entre los precios de las fincas y de los arrendamientos respecto al poder adquisitivo del trabajador medio, da cuenta de una demanda muy superior a la oferta, que explica el elevado precio de los alquileres y las dificultades en materia de acceso a la vivienda para los sectores de menores recursos.
Y mientras sigue en agua de borrajas la instrumentación del denominado “Plan Juntos”, que era prioridad para la actual administración pero para el cual todavía no se ha diseñado un esquema que permita elaborar la ley, desde hace cuatro años está en marcha la instrumentación de un plan piloto por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, en coordinación con la Escuela de Construcciones de Obra de la UTU, para la construcción de viviendas de madera a bajo precio, aprovechando la materia prima procedente de las implantaciones forestales.
El objetivo de esta experiencia es la relocalización de un asentamiento en Rivera, donde serán beneficiadas cuarenta y cinco familias de escasos recursos, las que pasarán a residir en viviendas de madera que tendrán un costo en el mercado de unos 28.000 dólares para las de tres dormitorios, aunque en este caso habrá subsidios para las familias adjudicatarias.
En nuestro país, como todos sabemos, la madera no es un material apreciado para la construcción de casas, debido a que el clima húmedo y grandes cambios de temperatura actúan negativamente sobre la estructura de la madera, tendiendo a agrietarla y afectar su durabilidad, pero no es menos cierto que hasta donde sabemos tampoco se ha hecho una investigación seria y fundada focalizada en nuestras condiciones climáticas para extender la durabilidad de las construcciones de este material, sobre todo de eucalipto tratado.
Sí se ha avanzado significativamente en los tratamientos para postes y otros usos exteriores de la madera, que requieren productos específicos con los que debe tenerse cuidado cuando estas construcciones tienen destino de casa-habitación, por cuanto pueden dar lugar a emanaciones que afecten la salud, en determinados casos.
Es preciso por lo tanto conciliar el acceso en volumen suficiente a estos materiales, reducir costos, mejorar durabilidad e inocuidad para hacer de esta experiencia un punto de apoyo valedero en cuanto a disponer de una alternativa barata de solución habitacional para familias de menores recursos, incluyendo el aporte de mano de obra de los propios interesados.
No se trata de la solución mágica ni mucho menos, pero sí podría formar parte de una posibilidad para determinadas zonas y situaciones, apuntando a la vez a que una masificación permita un abaratamiento y mejora de la calidad de estas construcciones en el marco de un tratamiento integral para paliar el déficit crónico de stock de viviendas. Ello no va a ser posible de la noche a la mañana ni mucho menos, pero es fundamental encarar un plan de viviendas agresivo, que debería abordarse sobre todo desde diversos ángulos que tiendan al mismo objetivo y que en su conjunción aporte respuestas que hasta ahora han faltado.
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