Paysandú, Miércoles 03 de Agosto de 2011
Opinion | 30 Jul Tras reciente encuentro entre el presidente José Mujica y el diputado nacionalista José Carlos Cardozo ha surgido la novedad de que el Poder Ejecutivo analizará una propuesta tendiente a nacionalizar los yacimientos de hierro existentes en el territorio nacional, como una alternativa a la propuesta formulada por los inversores indios sobre el proyecto a cielo abierto de Aratirí.
El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimermann, destacó al respecto que el gobierno tiene líneas de acción y objetivos en el marco de la política minera, que refieren a nacionalizar la mayor cantidad de ingresos posibles mediante cánones directos, hacer que la actividad minera sea sustentable y lograr que por lo menos el quince por ciento de la materia prima que se exporta sea ofrecida al mercado nacional.
Por su lado la propuesta de Cardozo se orienta a establecer parámetros y condiciones a cumplir para la explotación minera que contemplen que el mineral pertenezca al país y se obtenga el máximo de provecho de esta materia prima, haciendo que el Estado se quede con un margen del orden del cincuenta por ciento del recurso, que no es renovable y que por lo tanto es una riqueza a término.
En este tema hay una serie de aspectos a considerar, que indican que por un lado se descartaría que el Estado se meta a empresario minero, es decir a explotar directamente el hierro, porque estaríamos creando otra Ancap u otro SOYP, que significan sobrecostos, burocracia y poco y nada de provecho para los uruguayos, más que para el sector de empleados que trabajen en el propio emprendimiento estatal.
En todos los casos, cualquiera sea la forma de explotación que se proponga, debe tenerse presente el aspecto medioambiental, para no afectar una zona productiva agropecuaria pero también de notable proyección turística, con balnearios y entornos naturales que son punto de atracción para miles de visitantes de nuestro país y de la Argentina y Brasil, fundamentalmente.
Ello indica la necesidad de analizar muy seriamente el proyecto que se ha planteado, y contemplar con especial cuidado las eventuales condiciones de explotación, para determinar una relación costo – beneficio que no es solo cuestión de dinero y rentabilidad en este caso, sino de un contexto mucho más amplio en el corto, mediano y largo plazo, que involucra valores no siempre posibles de cuantificar en números a priori.
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