Paysandú, Sábado 06 de Agosto de 2011

Las dificultades de los monotributistas

Opinion | 03 Ago De acuerdo a lo manifestado en las últimas horas por la representación empresarial en el Banco de Previsión Social (BPS), la incorporación de nuevos colectivos de trabajadores al régimen de monotributo, como cuidacoches y limpiavidrios, no generó un aumento significativo del registro a la seguridad social, lo que implica un elemento de preocupación ante la diferencia entre la realidad y las expectativas que se habían generado al respecto.
Los datos manejados por Elvira Domínguez, directora por la representación empresarial del BPS, indican que si bien la cantidad de monotributistas ha crecido desde unos 3.500 trabajadores en los inicios del régimen hasta superar los 20.000 que realizan ese aporte al Banco de Previsión Social (BPS), las cifras no exhibieron un impulso luego de que en febrero se extendiera esta facilidad para hacer aportes a otros colectivos vulnerables.
“Todavía no se refleja en los números. Son colectivos que han estado siempre en la informalidad y no alcanza con que hoy tengan la herramienta para formalizarse sino que tenemos que seguir trabajando para que rompan esa barrera”, dijo la directora a El País.
Hasta abril de este año había 20.220 monotributistas, 465 más que en febrero (2,4% en porcentaje), según datos des BPS, pero ese incremento no supone un salto con relación a los incrementos mensuales que se venían registrando, si se tiene en cuenta que el aumento respecto a igual mes de 2010 fue de 18,2% en abril, mientras que en febrero había sido de 18,8%.
En el marco del “Ámbito por la inclusión y la formalización del trabajo” que integran cuatro ministerios y otros organismos (entre ellos, el BPS), el Poder Ejecutivo decretó en febrero la incorporación de nuevos colectivos de trabajadores al régimen. Los trabajadores que fueron elegidos para realizar aportes fueron los cuidadores de vehículos, limpiadores de vidrios, guías de turismo, personal de paradas de taxis, así como paseadores y entrenadores de mascotas, además de los trabajadores sexuales. En realidad se trata de un sector que supuestamente iba a ser comprendido desde que comenzó a regir la reforma tributaria implementada a comienzos de la Administración Vázquez, al menos de acuerdo a la publicidad que hacía el Gobierno de aquélla época que apelaba así a una mayor “justicia tributaria” con “derechos y obligaciones para todos”. De hecho se argumentaba que un cuidacoches de Montevideo, o incluso un “limpiavidrios” en alguna avenida de la capital recaudaba por día más de $800, que significaba un ingreso mucho mayor de lo que percibía –o percibe aún hoy—un asalariado promedio. No es de extrañar entonces que pocos de ellos estén dispuestos a buscar un empleo estable.
Pero en este caso estamos el “núcleo duro” de determinados trabajos que podrían considerarse más bien como “changas”, es decir fuentes de ingresos transitorios y precarios supuestamente para “ir tirando” hasta que se pueda acceder a un trabajo en el circuito formal o integrar una miniempresa que permita ingresos decorosos para el núcleo familiar.
Domínguez consideró además que existen trabas de orden cultural, con “miedos” que se expresan de diversas formas, y en este sentido explicó que en reciente visita a San José conversó con unos 50 ladrilleros, quienes “entendían las virtudes (del monotributo) pero señalaban una serie de miedos que les impiden formalizarse”.
Uno de ellos es la de no tener dinero al mes siguiente para pagar la “cuota” al BPS, lo que requiere hacer un trámite ante este organismo, explicó, pero a la vez debe tenerse presente que otros trabajadores que ya podían aportar como monotributistas (además de los incluidos en febrero) son los artesanos, feriantes, profesores particulares, masajistas, reparadores de bicicletas y motos, pescadores artesanales y varios oficios (como cerrajería o carpintería), entre otros.
Es positivo que el gobierno y el BPS estén trabajando para fomentar la formalización de trabajadores, por cuyo motivo se creó el monotributo, que entró en vigencia en 2006 y se amplió con la Reforma Tributaria de 2007, desde que constituye un tributo unificado para actividades de reducida dimensión económica, que cumplan con determinados requisitos, donde se unifica el aporte al BPS por actividad patronal y la tributación a la Dirección General Impositiva (DGI).
Igualmente, las mejores intenciones de regularización siguen estrellándose contra factores culturales y socioeconómicos, y según los últimos datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística, el no registro a la seguridad social alcanzaba a 24,9% de los ocupados a nivel nacional, lo que indica que no se han registrado variantes significativas respecto a enero de 2007, cuando alcanzaba a 26,5% del total.
Estamos ante una realidad muy difícil de abordar, desde que la gama de posibles monotributistas es muy amplia, como así también sus posibilidades económicas de regularizar su situación ante los organismos previsionales, porque la precariedad que significa además ingresos que no alcanzan muchas veces para llevar una vida más o menos decorosa y ni siquiera para satisfacer sus necesidades básicas, hace que no resulte muy difícil de resolver entre la alternativa de pagar el monotributo o la factura de UTE a fin de mes, por citar un ejemplo común.
Este es el problema mayor al que nos enfrentamos en la gran mayoría de los casos, que no es “cultural” sino de insuficiencia económica ante ingresos que apenas alcanzan para el hoy y que muchas veces no dan siquiera para pensar en lo que puede pasar mañana.


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