Paysandú, Domingo 07 de Agosto de 2011
Opinion | 31 Jul Nuevamente han surgido dificultades en la relación comercial entre socios del Mercosur, en esta oportunidad entre industriales de Uruguay y Argentina, y el gobierno pondrá nuevamente sobre la mesa la preocupación de los empresarios de nuestro país por la persistente aplicación de trabas comerciales por Argentina. Todo indica que en el encuentro del próximo martes en Buenos Aires de los presidentes de ambas orillas el tema ingrese a la agenda.
Es decir que cuando se esperaba avanzar en una “nueva era” de relación bilateral, a partir de haberse superado el conflicto por la instalación de la planta de celulosa, y se preveía que ambas delegaciones se ocuparan del transporte fluvial y marítimo, la energía, la ciencia y tecnología, la seguridad y la migración, el aspecto comercial por el diferendo salpica el temario.
El ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimermann, dio una pauta al señalar que “el agregado de trabas o requisitos para que alguien importe conspira contra el comercio entre los dos países”, y reafirmar que el gobierno volverá a apelar a una estrategia de negociación con Argentina.
La nueva limitación a las importaciones por Argentina que preocupa a los exportadores uruguayos es una disposición no escrita denominada “uno a uno”, que exige a las empresas importadoras exportar por el mismo monto que compran en el exterior, según explicó el presidente de la Cámara de Industrias de Uruguay, Washington Burghi.
En este caso, de acuerdo al empresario, las más afectadas son las pequeñas y medianas empresas, sobre todo en los sectores madera, vidrio y loza sanitaria.
El malestar de los industriales ya se había manifestado a principios de año, cuando Argentina decidió ampliar el sistema de licencias no automáticas para la regulación de importaciones, sin eximir a sus socios del Mercosur y con el objetivo declarado de que el mercado interno no quede librado a la competencia desleal.
Pero luego de que tras un acuerdo entre los dos vecinos se viniera cumpliendo con las fechas de las licencias, según el ministro Kreimerman, al pedirse que se compensen exportaciones con importaciones, “el mecanismo que teníamos entre los ministerios disminuye su potencia”, aunque consideró que existe optimismo en cuanto a lograr paliativos diferenciales.
En cambio el presidente de la Cámara de Industrias no comparte esta visión optimista y dijo que la situación “nunca ha cambiado sustancialmente. Cuando el presidente va, las cosas se arreglan por 20 o 30 días y después volvemos a lo mismo”.
En lo que refiere a la balanza comercial entre ambos países, ésta es favorable a la Argentina, si tenemos en cuenta que en el primer semestre del año Uruguay exportó a Argentina productos por 278 millones de dólares, lo que representó un alza de 17,9% respecto al año anterior, según datos del instituto Uruguay XXI. A la vez, Argentina fue el principal origen de las importaciones: las compras en ese país ascendieron a 889 millones de dólares, un 22,3% del total y en alza de 43,8% respecto a 2010.
Ello no obsta para que igualmente surjan frecuentemente controversias por medidas proteccionistas en la vecina orilla, a la luz de una política gubernamental que sigue fundada en subsidios cruzados que son distorsionantes de costos y precios de exportación e importación, y que naturalmente afectan el intercambio dentro del Mercosur.
El largo período de dos décadas de muchos desencuentros y escasos avances en el Mercosur debería a esta altura servirnos de experiencia para tratar de extraer enseñanzas de los errores y actuar en función de los intereses comunes que igualmente nos unen, pese a las actitudes disonantes que una y otra vez protagonizan los países miembro, sobre todo Brasil y Argentina.
Las trabas para el comercio resurgen una y otra vez cuando se ejercen presiones por sectores industriales que se consideran afectados por el ingreso de producciones similares, pero por encima de factores coyunturales la bonanza de que está gozando el subcontinente debería servir para que las naciones del Cono Sur, sobre todo del Mercosur, reevalúen el escenario sobre el que se encuentran paradas y acuerden, tanto en el orden interno como en el colectivo, reformas y la recomposición de esquemas para atender problemas estructurales y de coordinación de políticas que permitan un mejor funcionamiento como bloque.
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