Paysandú, Miércoles 10 de Agosto de 2011
Opinion | 09 Ago Mientras las noticias internacionales distan de ser tranquilizadoras, a partir del desnivel financiero en Estados Unidos y el consecuente plan de ajuste, al que se agregan los déficit que deben atenderse en varios países europeos, empezando por Grecia y siguiendo por España, Irlanda Italia y Portugal, aparentemente el gobierno de nuestro país ha decidido no dejar pasar la oportunidad para poner las barbas en remojo y tomarse la situación en serio, contrariamente a lo que había ocurrido hasta ahora.
Tenemos así que con el objetivo manifiesto de asegurar al país ante la crisis internacional, el Poder Ejecutivo se ha planteado un ajuste del gasto público, y de acuerdo a lo informado por el secretario de la Presidencia, Alberto Breccia, al diario El País, en una reunión que tuvo lugar recientemente en la Torre Ejecutiva con el presidente José Mujica, el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, planteó “la necesidad de blindar al país ante la crisis internacional moderando el gasto público”.
Pero ocurre que de acuerdo a lo que manifestó el secretario, este trabajo del gobierno sobre la base de la “austeridad” --una premisa que había manifestado Mujica desde el momento en que asumió sin que se haya cumplido hasta el presente-- no es lo mismo que un recorte del gasto, y es así que una de las formas promovidas por el mandatario para bajar el gasto público es la publicidad oficial, a lo que se agregarían ahorros en el sistema de locomoción, en tanto el ministro de Economía expresó al diario El País que no haría comentarios al respecto.
Realmente parecería que no se está hablando en serio, cuando se habla de “blindar” al país contra una crisis que se insinúa, y pretender que los eventuales ahorros –porque están por verse-- en publicidad oficial y en locomoción, puedan surtir algún efecto de este tipo ante la magnitud del gasto y el déficit fiscal previsto.
En cambio, es pertinente que por lo menos el concepto de la necesidad de “blindaje” se traslade a los legisladores oficialistas y jerarcas de varias dependencias del Estado que aislados en su burbuja siguen pidiendo incremento del gasto a través de la próxima Rendición de Cuentas, como si la bonanza fuera a durar para siempre y estemos a salvo de los avatares externos.
En las últimas horas trascendió que la destitución del presidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), Dr. Mario Córdoba, fue el corolario de una serie de desaciertos que en este caso implicaban el pedido de dos mil millones de pesos adicionales para el organismo, con destino a financiar dos mil nuevos cargos y pagos adicionales por “nocturnismo” de los funcionarios. Este criterio está en la orilla opuesta del “blindaje” que pide el equipo económico, pero también contra la realidad del país y contra toda prudencia y viso de sensatez. No puede extrañar entonces que el presidente Mujica, saturado, dispusiera la remoción, lo que a la vez serviría de ejemplo para frenar otros planteos similares en el ámbito de los organismos del Estado.
El presidente de la Comisión de Hacienda, diputado Yerú Pardiñas, dijo que el Poder Ejecutivo no ha planteado la necesidad de bajar el gasto público, pero sí habló de una rendición con gasto responsable y eventualmente una redistribución del gasto, aunque no de un incremento.
Este es un aspecto positivo, pero naturalmente, en estos casos lo que se hace es desvestir un santo para vestir a otro, y por lo tanto siempre quedan prendas del apero por el camino y aspiraciones que no se satisfacen cuando en principio parecían estar contempladas.
Pero con todo, con plan de ajuste, con gasto cero, recorte o no recorte, el hecho es que se ha asumido tardíamente que estamos ante un escenario complicado, y que el Uruguay no solo no está “blindado” sino que tiene problemas estructurales que nos hacen vulnerables a los avatares internacionales.
Esta realidad puede cambiar de un momento a otro, y con un déficit fiscal del 1,6 por ciento del PBI y compromisos fijos ineludibles, sobre todo en salarios, cualquier cambio significativo que repercuta en la recaudación del Estado, como una reversión del escenario favorable internacional, nos dejará a la intemperie. El único y verdadero “blindaje” para cualquier crisis es gastar poco, con la mayor flexibilidad posible en la economía. Eso es impensable en Uruguay, a menos que se encare una reforma del Estado que como anunciara Tabaré Vázquez –y nunca concretara--, “haga temblar las raíces de los árboles”, porque significaría cambiar completamente el status quo de los funcionarios públicos, terminando con sus privilegios, reduciendo la plantilla laboral a los necesarios, exigiendo rendimiento y calidad, etcétera. Todo eso no se logra de un día para otro, y debe enfrentarse como política de Estado. Reducir el gasto de la caja chica puede resultar un mensaje simpático al electorado, pero absolutamente inútil si llegara a golpearnos una crisis económica internacional.
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