Paysandú, Miércoles 17 de Agosto de 2011
Opinion | 14 Ago En 1961, la Organización Mundial de la Salud lanzó un mensaje, aparentemente redundante y de perogrullo, donde afirmaba que “el accidente no es accidental”, es decir, no reside tanto en la fatalidad o el azar como en el factor humano. Cincuenta años después esa afirmación está plenamente vigente al constatarse que los accidentes de tránsito se han convertido en uno de los principales problemas de salud pública.
En nuestro país, las estadísticas muestran también que la mayoría de los accidentes no son “accidentales” sino resultado de la negligencia, la imprevisión, el apuro y la falta de conciencia sobre riesgos que muchas veces reconocemos como existentes pero desechamos pensando equivocadamente que “a mí no me pasará”.
Los adultos que incurren en algunas conductas que representan riesgos a la hora de circular por la calle son plenamente responsables de sus actos pues podrían haber elegido actuar de otra manera y no lo hicieron. Sin embargo, cuando vemos niños lesionados en accidentes de tránsito y más aún, cuando el niño herido sufre una lesión grave por no llevar casco ¿quién es responsable?
Basta salir a cualquier calle de esta ciudad para ver niños de todas las edades sin casco o, incluso, transportados sobre el tanque de una motocicleta en la que el conductor necesita las manos para hacer los cambios y ante cualquier imprevisto --un pozo, un perro que se cruce-- no podrían aunque quisieran protegerlos. Es casi imposible proteger a un niño de una caída en una moto en marcha. Hay que protegerlo antes. Y colocarle un casco. Es responsabilidad de los padres.
Debemos saber que utilizar casco reduce casi a la mitad, la chance de que un niño muera en un accidente de moto y en un 70% que sufra lesiones graves. También deberíamos saber que los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte en niños mayores de cinco años.
Estas son las principales conclusiones de un estudio realizado en 2009 por la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y la fundación Gonzalo Rodríguez, a partir de una investigación de casos de niños de hasta 15 años de todo el país que ingresaron a cuidados intermedios o a CTI por accidentes de motos, entre julio y diciembre de ese año. No es un dato menor: la mayoría de los lesionados eran del Interior.
Todos los que no usaron casco tuvieron traumatismo de cráneo, muchos de ellos con estadías en CTI y tuvieron que ser ventilados, con tratamientos muy invasivos. Todo se podría haber evitado usando un simple casco.
Hoy es el Día del Niño en Uruguay y muchos serán los que reciban regalos. Muchos de ellos andan en moto sin casco. Sería no solo una buena inversión, sino una enorme demostración de amor que esos padres hoy les regalen un casco y se comprometan consigo mismos a verificar cada día, que no dejen de usarlo, y bien.
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